Peña Nieto se refería, en buena medida, a que no perderían apoyos económicos y sociales con el cambio de gobierno. Pero agregó: “Me quiero comprometer ante ustedes a ser sensible a este problema, darle atención; a que la PGR realmente se ocupe hasta el final de deslindar las debidas responsabilidades”.
El hoy Presidente creó una expectativa incluso sobre la investigación que presentó la Suprema Corte de Justicia en junio de 2010. Y por lo visto, los padres le quisieron tomar la palabra.
Junio de 2013 se fue sin novedades. En el junio de este año, los padres, desilusionados, demandantes de una “nueva investigación que investigue la investigación”, le piden una audiencia al presidente Peña Nieto. De no ser atendidos, una de las madres, Estela Báez, iría a huelga de hambre el próximo 19. Qué necesidad.
“Ella no quiere tomar esa medida radical”, me dijo hace unos días su esposo, Julio César Márquez, padre también del menor muerto. “Bastaría un gesto para suspenderla. No es una advertencia, es un llamado desesperado”.
Anoche seguían sin tener respuesta. Cuesta entenderlo. Se trata solo de una audiencia. Cuesta entender que el Presidente que se comprometió a ser sensible no les abra al menos la puerta.
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