jueves, 3 de julio de 2014

Jorge G Castañeda - Otra vez los niños

O P I N I Ó N
J O R G E   C A S T A Ñ E D A
Otra vez los niños

La crisis humanitaria de los niños migrantes en nues­tras fronteras se agudiza. Siguen siendo confusas las causas, que obviamente inclu­yen el desastre económico y social de Centroamérica, la negligencia mexicana en sus fronteras y en el seno de aparatos migratorios desde hace décadas, y la apatía y desidia de Estados Unidos en materia migratoria.

Pero más que seguir insistien­do en los orígenes, conviene qui­zás voltear la mirada hacia unas posibles soluciones de qué debe o no debe hacer el gobierno de Enrique Peña Nieto frente a esta crítica situación inesperada.

En este tipo de dilemas, suele suceder con gran facilidad que la comentocracia nacional y ex­tranjera proponga o critique me­didas de manera muy simplista: "hay que..."; "no hay que..."; "basta con...". La mayoría de estos des­plantes son inútiles, exasperan a las autoridades, y carecen de la más mínima viabilidad.







Quienes hemos tenido el pri­vilegio de ocupar responsabili­dades gubernamentales, directa o indirectamente, sabemos que no hay buenas soluciones para una crisis como ésta y que lo último que sirve son ideales geniales sin información o reflexión.

Todas las soluciones de corto plazo son malas, todas las bue­nas son de largo plazo; todas son caras y todas atraen conflictos con nuestros vecinos de frontera. Con este ánimo, me atrevo a for­mular algunas sugerencias muy generales:

1. Siempre fue falsa la tesis de que la reforma migratoria nor­teamericana es un asunto de po­lítica interna de aquel país, pero ahora la falacia aparece con mu­cha mayor claridad. Los niños se encuentran en albergues o cen­tros de detención esparcidos a lo largo de la frontera sur de Estados Unidos, pero provienen de tres países centroamericanos y tran­sitan por México.

Tan sabe Washington que la crisis no tiene soluciones internas que despacharon al Vicepresiden­te Biden a Guatemala para tratar con mandatarios de la región; Obama le habló a Peña Nieto para lo mismo; el embajador Wayne vi­sitó la frontera sur de México para lo mismo; y los norteamericanos seguirán negociando con todos estos gobiernos semanas y meses para encontrar salidas.

México discute con EU y con Centroamérica; ojalá pronto Peña Nieto se pronuncie al respecto dentro de EU, de preferencia en Washington pero si no por lo me­nos en California y Texas.

2. El peor enemigo de cualquier gobierno en este tipo de coyuntu­ras es la opacidad o el silencio. Las autoridades mexicanas deben de avisar a la sociedad mexicana qué nos piden los norteamericanos; qué nos solicitan los centroame­ricanos; qué estamos dispuestos a aceptar de ambas demandas, y qué no.

Tratar de mantener todo esto en secreto no sólo es inmoral, es contraproducente. Nadie contro­la las filtraciones procedentes de Washington, ni a la prensa nor­teamericana; si los medios y el Congreso de México no hacen su trabajo allende el Bravo sí lo hacen. Si el gobierno de Méxi­co no informa, cuando venga la primera concesión mexicana, o el primer conflicto con EU se encontrará desarmado ante la opinión pública, que con razón lo censurará.

3. A todos los gobiernos les sucede que sus planes tan meti­culosamente elaborados de prio­ridades y secuencias se ven tras­tornados por acontecimientos imprevistos. Nadie puede culpar a Obama por no haber vaticina­do las crisis en Irak, Ucrania o Palestina, ni a Peña Nieto por la de los niños. Pero aferrarse al ca­lendario y a la jerarquía previa de temas una vez que esos sucesos inesperados se producen, es im­prudente.

Hoy es más importante en Mé­xico atender este asunto que pro­mover las reformas de Peña Nieto en Asia, Medio Oriente o sepa Dios dónde. Hoy es más urgente ir a Estados Unidos -a California y Texas pero también Washington y Nueva York-, que a otras partes del mundo, o a seguir multipli­cando ad nauseam las reuniones de gabinete en eventos rituales, innecesarios y distractores.

Hoy es más importante atender a Centroamérica que a Venezuela, a Honduras que a Cuba, a nuestros paisanos en Estados Unidos que a China, y a los niños migrantes que a los jeques de Jordania.


Leído en http://www.noroeste.com.mx/opinion.php?id_seccion=104

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