PAN y PRD llegan divididos a la votación de la Ley de Telecomunicaciones y, más allá de preponderancias, dominios y monopolios, perredistas y panistas le hacen un gran favor al PRI: atomizados, se esfuma su fuerza opositora. Fraccionados, son duraznito en almíbar para el colmillo largo y retorcido del priismo. A menor fuerza opositora, mayor fortalecimiento del priato.
Con sus peleas internas —calderonistas vs. maderistas; Chuchos vs. lopezobradoristas—, PAN y PRD son manjar suculento que el priismo no quiere desaprovechar. Debilitados por conflictos y hasta odios internos, parte del panismo y del perredismo se convierten, a querer o no, en las piezas del rompecabezas que le faltaban al gobierno para sacar adelante las leyes secundarias.
Hoy por hoy, los rencores azules y amarillos son capitalizados por el PRI. Ese es su caminito, pavimentado por la ceguera opositora causada por el virus del rencor. Y mientras panistas y perredistas se hunden, los priistas se sirven con la cuchara gigante.
Pésima señal para la democracia.
Y, por supuesto, los priistas abonan la división opositora por dos razones claves que son pilares para la sobrevivencia política no sólo del gobierno peñista, sino del proyecto para mantener al priismo durante varios sexenios más en Los Pinos. De 2018 ad eternum.
¿Cuáles son esas dos razones?
Primero, la consolidación de las reformas con sus respectivas leyes secundarias.
Segundo, evitar, a cualquier precio, las alianzas electorales para 2015, veneno puro para el PRI.
Un ejemplo: unidos PAN y PRD en Michoacán acabarían con el PRI el próximo año. Sin duda.
El punto es que el PRD quiere imponer a Silvano Aureoles como candidato de la alianza amarilla-azul. Sin embargo —y con la razón que les otorgan los votos en la última elección michoacana—, la candidatura le correspondería a Luisa María Calderón, quien quedó en segundo lugar, muy cerca del infortunado Fausto Vallejo. Por derecho de voto, la candidatura azul-amarilla debería ser para La Cocoa.
¿Que el PRD apoyaría, a cambio, al candidato del PAN en la elección para la gubernatura de Nuevo León? Seamos serios: en NL, el perredismo carece de fuerza política propia. Su peso político-electoral es nulo. Es vender humo.
Ejemplo —Michoacán—, por citar tan sólo uno de tantos casos que representarían problemas serios para la hegemonía priista. De ahí el interés del priato por mantener divididos a panistas y perredistas.
Y con las discusiones por la Ley de Telecomunicaciones, esas divisiones opositoras se han agudizado.
¿Cuál es la manzana envenenada enviada por el gobierno? La dichosa palabrita “preponderancia” (acaparar más de 50% de un mercado), ya sea por sectores o por servicios. De allí el agarrón interpartidista.
Dentro del panismo, Javier Lozano le cobra facturas de la última elección interna a Gustavo Madero, quien llega al Senado para sufrir desaires por parte del bloque calderonista. “Lo escuchamos, pero los que decidimos somos nosotros”, le espeta Lozano a su presidente nacional.
Para muchos, Lozano se erige en comparsa del gobierno y de su expartido: el PRI, pavimentando, de paso, su camino a la gubernatura de Puebla. Puede ser.
Pero al PAN lo dañan esos enconos. Ha sido incapaz de cerrar las heridas de la pasada elección interna, donde Madero, soberbio, no quiso reconocer la innegable fuerza interna de Ernesto Cordero (y del calderonismo) que obtuvo 44% de la votación, mostrando mezquindad el chihuahuense al expropiar para sus incondicionales… ¡38 de los 40 lugares del Consejo Nacional panista! Fue un abuso de Madero.
Mientras, Cordero tensó y frustró esa “operación cicatriz” al exigir como si hubiera resultado ganador de la interna panista, intentando ubicarse por encima de Madero y de su equipo. Su reunión conciliatoria duró unos cuantos minutos, fracasó, y el PAN siguió dividido.
¿Y el PRD?
No son noticia sus conflictos internos.
Por la misma causa —preponderancia por sectores o por servicios—, Zambrano y compañía se enfrentan a lopezobradoristas, una vez más, incapaces de llegar a acuerdos internos.
Fue claro el raspón, ayer, en el debate radiofónico que sostuvieron Alejandro Encinas y su coordinador en el Senado, Miguel Barbosa. Mientras Encinas y el grupo proclive a AMLO pugnan por la “preponderancia por servicios”, Barbosa —alfil de Los Chuchos—, muestra ambigüedad y cae en titubeos. Mal se ve Barbosa con posturas tibias.
PAN y PRD atomizados y hasta peleados son bocado fácil para el colmillo priista.
Nada bien le hace a la democracia un PAN y un PRD divididos.
Y nada bien le hace a la democracia un PRI —ese sí— preponderante en lo político.
Twitter: @_martinmoreno
Leído en http://www.excelsior.com.mx/opinion/martin-moreno/2014/07/04/968953
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