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Cada prohibición crea un nuevo mercado ilegal”.
Jello Biafra
El gobierno capitalino dice que está tomando una decisión valiente. El endurecimiento del Hoy no Circula busca proteger la salud de los capitalinos y en particular la de los niños (¡siempre los niños!, son la excusa ideal). También afirma que la medida no afectará a los pobres... porque los pobres no tienen auto.
El argumento, sin embargo, no convence a muchos. Ayer el periódico Reforma publicaba una encuesta que señalaba que 70 por ciento de los capitalinos está en desacuerdo con el nuevo esquema. Entre los automovilistas el rechazo sube a 81 por ciento. Pocos programas de gobierno han nacido tan cuestionados.
El nuevo Hoy no Circula busca aumentar de 372 mil a 560 mil el número de vehículos a los que se les prohíbe circular cada día. Los afectados quizá no serán los más pobres -que supuestamente no tienen coche- pero sí quienes carecen de recursos para comprar un auto nuevo. El transporte de carga federal, por otra parte, ingresa por primera vez al programa. Esto es positivo. Cada exención, cada trato especial, es un insulto para quienes están obligados a someterse a la regla general.
Nadie pone en duda la necesidad de disminuir las emisiones. Si bien la contaminación en la Ciudad de México ha disminuido desde los años ochenta, en buena medida por la introducción de convertidores catalíticos y por las verificaciones vehiculares, nuevos estudios sugieren que es más dañina de lo que se pensaba. Esto ha impulsado el esfuerzo por endurecer el sistema.
En otros países se ha conseguido el objetivo sin prohibir la circulación de vehículos. En Europa, Estados Unidos y Canadá hay programas (honestos) de verificación vehicular y no se prohíbe la circulación de los autos viejos. Se cobran, eso sí, altas tenencias para los autos e impuestos a las gasolinas, que son más eficaces para reducir la circulación que la prohibición, y los recursos se utilizan para mejorar el transporte público.
Cuando se sugiere la posibilidad de tener nuevamente una tenencia vehicular, incluso una más alta para los autos que más contaminan, los políticos dicen que no sería justo para los pobres. Pero paradójicamente no consideran injusto prohibir a estos mismos pobres el uso de su vehículo en determinados días. La verdad es que no hay impuesto más alto que la prohibición.
La solución de fondo del problema de la contaminación del aire radica en desarrollar un buen transporte público. Pero el del valle de México es pésimo. Al Metro lo han descapitalizado de manera sistemática los gobiernos populistas, mientras que el transporte concesionado es insuficiente y opera con un sistema que obliga a una letal competencia de los conductores por el pasaje. Mucha gente no tiene más opción que utilizar un auto para llegar al trabajo, a la escuela o a otras actividades. La prohibición la deja ahora indefensa.
Los tianguistas y trabajadores de mercados públicos gozarán de un trato especial. Los sábados, en que no podrían circular según las reglas generales, lo podrán hacer hasta las 7 de la mañana y otra vez a partir de las 8 de la noche (aunque en la Gaceta del Distrito Federal no se han especificado los detalles). El gobierno capitalino dice que este trato especial es para garantizar el abasto, pero otros trabajadores de actividades igualmente necesarias no gozan de él. Los autos con placas de “clásicos”, por otra parte, no se someterán a las restricciones. Los vehículos con constancia de “programas especiales de fuentes móviles”, que han cambiado de gasolina a diesel o a gas, también estarán exentos.
Lo que más irrita a la población afectada, sin embargo, es que los políticos que han impuesto este nuevo Hoy no Circula sí puedan circular todos los días. Ellos, después de todo, tienen vehículos nuevos... pero no los pagan ellos sino los contribuyentes.
Bloqueo
Ayer un grupo de manifestantes cerró ambos sentidos del Periférico Sur durante horas en protesta por el Hoy no Circula. A los manifestantes sí se les permite bloquear todos los días sin importar la contaminación.
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