viernes, 8 de agosto de 2014

Sergio Sarmiento - Ricos por decreto

"El tema cardinal no debe ser el salario mínimo, sino la productividad".

Jorge Suárez Vélez

Tanto se han esforzado las sociedades del mundo por combatir la pobreza cuando la solución estuvo siempre a la vista. No tenemos más que aumentar el salario mínimo. De un plumazo eliminaremos la pobreza y lograremos vivir como los suizos.

Bueno, no como los suizos. Sí, es verdad que Suiza tiene uno de los más altos niveles de vida del mundo, pero el país no tiene salario mínimo. De hecho, no sólo carece de él sino que apenas este pasado mes de mayo sus ciudadanos rechazaron en referéndum -su equivalente a una "consulta popular"- la creación de uno.








Si bien algunos influyentes grupos políticos y sociales suizos, incluyendo los sindicatos, hicieron un intenso cabildeo para crear el mínimo, con el argumento que esto ayudaría a subir el nivel de vida de los pobres y mejoraría la equidad en la sociedad, los votantes suizos votaron en contra por creer falsamente que la medida aumentaría el desempleo.


De hecho, Suiza no solamente tiene uno de los niveles de vida más altos de Europa y del mundo, sino que además registra el desempleo más bajo de Europa, con apenas 3.2 por ciento. Imagínese lo que podrían lograr los suizos si tuvieran salarios mínimos como España o como México.

Claro que Suiza no es el país del mundo con una menor tasa de desempleo. Esta distinción le toca a Singapur, que es también uno de los países más prósperos de Asia, detrás solamente de Qatar. Lo más valioso es que Singapur ha logrado su prosperidad pese a no contar con petróleo u otros recursos naturales importantes.

Es un país que en la década de 1950 era tres veces más pobre que México, pero que en la actualidad tiene un producto interno bruto per cápita siete veces superior a nuestro país. Su tasa de desempleo, de 2 por ciento, es sorprendente porque queda muy por debajo de la normal en economías que se consideran de pleno empleo (entre 4 y 5 por ciento).

Uno supondría que parte de la prosperidad de Singapur debería provenir de su salario mínimo, el cual debe ser, me imagino, muy alto para explicar su prosperidad. Pero no. Se ve que a los habitantes se les olvidó tomar la medida indispensable para combatir la pobreza.

Los singapurenses no sólo no han elevado el salario mínimo sino que ni siquiera lo han creado.
En México, afortunadamente, hemos tenido políticos con mayor conocimiento del funcionamiento de la economía. En 1982, en un momento en que la economía se encontraba en crisis por la devaluación de febrero de ese año, el entonces presidente José López Portillo tomó la decisión de elevar los salarios más bajos, incluyendo los mínimos, en 30 por ciento.

Los salarios medios los subió 20 por ciento y los altos 10 por ciento. Todo con un solo decreto.
La visionaria medida del mandatario mexicano generó una prosperidad automática para los mexicanos. Las empresas empezaron a producir y vender cada vez más por la inyección de dinero generada por los mayores salarios. El 1 de septiembre de 1982 el presidente López Portillo lloró de alegría ante el agradecimiento de los pobres.

México inició entonces un período de rápida expansión económica y prosperidad que algunos envidiosos bautizaron como "la década perdida".

No sé por qué los gobiernos mexicanos han perdido la brújula desde entonces. ¿Para qué hacer esfuerzos para aumentar la productividad si la llave mágica para la prosperidad ha estado ahí todo el tiempo? De hecho, no hay que ser tímidos.

¿Por qué aumentar el salario mínimo solamente de dos mil a cuatro mil pesos mensuales? ¿Pero por qué no lo subimos a 30 mil pesos o más? Con esta medida eliminaríamos de un golpe la pobreza. Y López Portillo sonreiría en medio de una fiesta en la Rotonda de las Personas Ilustres o donde quiera que se encuentren sus restos.

¿Y el crecimiento?
La inflación está otra vez por arriba de 4 por ciento, mientras que el crecimiento sigue estancado en 1 por ciento. ¿Cuándo empezará el crecimiento sin inflación que tanto nos han prometido?




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