sábado, 27 de septiembre de 2014

James Thurber - El pinguino soltero y su virtuosa compañera

James Thurber
1894 - 1961
El pingüino soltero y su virtuosa compañera

Una primavera, la imaginación de un pingüino soltero se enderezó, como en cada estación, hacia los pensamientos del amor ilícito. Era la costumbre de este alegre seductor lanzar insinuaciones a las hembras más deseables luego de que sus compañeros se habían ido al mar a pescar. Él descubrió que todas las hembras de la comunidad insistían en un ritual: volver a arreglar el mobiliario de la sala, colocándolo donde había estado el día anterior; por lo mismo, ellas se sentían felices si podían disponer de la ayuda de un macho vigoroso para mover los objetos más pesados. A sus compañeros les desinteresaba cada día más el trabajo casero, y al pasar el tiempo, se aficionaron de un modo creciente por la pesca. El pingüino soltero estaba siempre ahí para quitar o colocar puertas, remover llaves que correspondían a otras cerraduras y rescatar a las hembras de incertidumbres que ellas mismas provocaban. Después de unas cuantas visitas, el Don Juan plumífero inducía a las damas a jugar con él a las escondillas o a las adivinanzas o a las cebollitas.










Pasaron las estaciones y el hermoso y bien educado Casanova terminó un tanto fatigado por el éxito de su rutina con el sexo opuesto. Una mañana, después de que los otros pingüinos habían ido al mar a pescar como de costumbre, Don J. Pingüino espió a la hembra más bella nunca antes vista, que intentaba, por ella sola, mover un sofá devolviéndolo al lugar donde se hallaba el día anterior. Don se ofreció con galantería a ayudar a la dama preocupada y ella aceptó gustosa, con mirada tímida y un rubor pálido. A la mañana siguiente el soltero, que sabía cómo manejar sus cartas, regresó y ayudó a la ama de casa pingüina a colocar la puerta, y al día siguiente le arregló la argolla de su collar y al otro día, fijó el vidrio de su cafetera. En cada ocasión él sugería jugar a las escondidillas o a Adivina Quien Soy, pero al objeto de su deseo se le ocurría que había algo más que arreglar o aflojar o apretar o quitar o poner. Después de varias semanas de este trabajo, el enamorado empezó a sospechar que le estaban engañando y su víctima supuesta corroboró sus temores.

- A menos que sigas ayudándome a quitar objetos y a poner cosas, y a apretar y a aflojar – le dijo al desfallecido coleccionista de corazones rotos -, le diré a mi compañero de tus proposiciones indecorosas y tus intuiciones malignas.

Don Pingüino sabía que el compañero de la astuta pingüina era el macho más fuerte de la comunidad y que poseía también la paciencia más leve y el temperamento más enfurecible. No iba a tratarse de ningún juego como las escondidillas o Adivina Quien Es o las cebollitas. Y fue así como debió pasar el resto de sus días trabajando para la virtuosa y dolosa dama de su deseo, moviendo sofás, quitando y reacomodando cosas, ajustando esto y desmontando aquello y ejecutando cualquier otra tarea que de él demandara su implacable apresadora. Su corbata de moño se desabrochó, su traje de etiqueta perdió sus botones, sus pantalones quedaron sin pliegues y de sus ojos se borró el aire soñador. Empezó a hablar únicamente de relojes y de llaves extraviadas en cerraduras y todos empezaron a cerrar sus puertas cuando él venía dando traspiés por la calle, excepto la pingüina que lo había engañado con una belleza tan inalcanzable como las estrellas, y una mirada tímida y un rubor pálido tan falso como la risa de un loro. Un día, su compañero que regresaba temprano del mar, alcanzó a ver a Don juan que abandonaba la casa y preguntó:

- ¿Qué quiere el viejo Pluma Caída ?

- Oh, él lava las ventanas y encera los pisos y limpia la chimenea – contestó la mujer – Creo que es víctima de un desastre amoroso.


Moraleja. La compañera de un hombre puede ser la prisión de otro.






Leído en http://riochico.wordpress.com/2014/06/24/james-thurber-el-pinguino-soltero-y-su-virtuosa-companera-2/

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, sean civilizados.