domingo, 14 de septiembre de 2014

Martín Moreno - Cuauhtémoc: águila que cae

La hora del retiro parece haber llegado para el excandidato presidencial.

Definitorio que, el domingo pasado en la elección interna del PRD, Carlos Navarrete hubiera sido virtualmente ungido como próximo presidente de los amarillos.

Significativo, que la antes poderosa aplanadora política de René Bejarano, controladora de delegaciones y de movimientos ciudadanos, se apague de manera dramática.

Saludable, que en comparación a los cochineros electorales que caracterizaban a los perredistas en sus procesos de elección, ahora se registraran anomalías en mucho menor proporción.

Sin embargo, lo realmente relevante —y hasta triste— fue la forma como Cuauhtémoc Cárdenas, el líder moral del PRD, el tótem de la izquierda mexicana, la figura más respetada y relevante del perredismo, se desplomó dentro del partido que creó, procreó, consolidó y que, ahora, lo enterró políticamente en sus aspiraciones no sólo para dirigir al PRD, sino para trascender a futuro dentro del partido al que concibió y bautizó.







En la interna perredista, sólo dos de cada diez votaron en favor de Cárdenas. El resto se lo llevó la corriente de Los Chuchos y su candidato, Carlos Navarrete, quien será nombrado nuevo líder el próximo 5 de octubre.


Cuauhtémoc Cárdenas hace honor a su nombre de pila, que significa “águila que cae”.
Cárdenas ha pasado a un segundo plano dentro de la izquierda mexicana.

Deberá entender Cárdenas —hombre respetado, buena persona— que las luces de su vida le indican que ha llegado la hora del retiro para no arrastrar el prestigio ganado al pulso de la historia.

Cuauhtémoc Cárdenas, el político que desafió y partió al PRI.

Cuauhtémoc Cárdenas, el presidente de México que no fue.

Cuauhtémoc Cárdenas, el hombre al que le robaron la Presidencia en 1988 para que llegara Salinas de Gortari y el desastre.

Cuauhtémoc Cárdenas, el padre del PRD.

Cuauhtémoc Cárdenas, el mexicano que evitó una insurrección popular en el Zócalo cuando le pedían sus seguidores, ante el fraude electoral de 1988, tomar por la fuerza Palacio Nacional. “No…”, fue su respuesta.

Cuauhtémoc Cárdenas, el tres veces candidato presidencial.

Cuauhtémoc Cárdenas: ha llegado la hora de cortarse la coleta para —todavía— irse como los grandes toreros en una tarde triunfal de domingo.

Porque se quiera o no reconocer, los mexicanos le debemos mucho a Cuauhtémoc Cárdenas. ¿Por qué? Nada más evitó que este país se incendiara en 1988 por el fraude.

Allí está la amenaza del entonces presidente priista Miguel de la Madrid, quien había ordenado al Ejército disparar sobre mexicanos que protestaban en la plancha del Zócalo, junto con Cárdenas, por el fraude electoral ordenado por De la Madrid y operado, en Gobernación, por Manuel Bartlett.

Así lo registra la historia.

Y así lo comprueba el revelador libro de la periodista Martha Anaya (MA): 1988: el año que calló el sistema. Extractos de la entrevista con De la Madrid (MMH):

MA: ¿Se hubiera atrevido a enfrentar al Ejército con la gente?

MMH: En caso necesario, sí.

MA: En el mitin del Zócalo, la gente le pidió a Cárdenas que tomaran Palacio Nacional y él se rehusó. ¿Había orden de disparar y no dejar que tomaran Palacio?

MMH: Sí, di esa orden antes del mitin, el Ejército estaba acuartelado y pendiente.

MA: ¿Llegó usted a enviarle ese mensaje a
Cuauhtémoc previniéndolo?   

MMH: No, pero él sabía que ya estaba decidido. Íbamos a defender el poder a como diera lugar.

MA: ¿Y había que destruir a Cuauhtémoc y a sus seguidores?

MMH: Sí, porque no representaban un beneficio para el país. Yo estoy convencido de que hice bien en no dejarlos llegar.

MA: Entonces, ¿fue una decisión de Estado?

MMH: Sí.

Hasta aquí lo escrito por Martha Anaya.

De la Madrid y su orden de disparar contra mexicanos que protestaban por el fraude electoral.
“Íbamos a defender el poder a como diera lugar…”.
“…hice bien en no dejarlos llegar”.
Las amenazas de Miguel de la Madrid.

La antidemocracia del expresidente que terminó sus días en el sótano de la historia, humillado por sus hijos, sometido por Salinas, desprestigiado, ninguneado.

Cuauhtémoc Cárdenas evitó, primero, una masacre al no permitir el asalto a Palacio Nacional que hubiera provocado la muerte de cientos de mexicanos y, posiblemente, un levantamiento en todo el país.

Nada menos eso le debemos a Cuauhtémoc Cárdenas.

Hace algún tiempo, un periodista se encontró a Cárdenas en un café de Polanco y le dijo:
-¿Qué haces entre las tribus perredistas, Cuauhtémoc? Tú tienes prestigio. Eres medalla Belisario Domínguez. Ya no tienes necesidad…

- Tienes razón... vamos a ver... déjame ver cómo se ponen las cosas...

Ojalá que el próximo café que Cuauhtémoc Cárdenas se tome en Polanco, sea un café reposado.



                                Twitter: @_martinmoreno




Leído en http://www.excelsior.com.mx/opinion/martin-moreno/2014/09/12/981312



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