lunes, 22 de septiembre de 2014

Sonia Corona - México ofrece a las multinacionales la región petrolera más rica

La joya de la corona petrolífera en México se llama Chicontepec. Una región de 3.800 kilómetros cuadrados en el norte de los estados de Veracruz y Puebla cuyo subsuelo alberga el 40% de las reservas de hidrocarburos del país. Tras la aprobación de la reforma energética, que permite por primera vez en 76 años la inversión privada en la industria petrolera de México, esta zona estará disponible casi en su totalidad para la instalación de compañías privadas en su suelo. De los 169 campos energéticos que la Secretaría de Energía de México ofrecerá a los nuevos participantes de la industria a partir del próximo año, 90 están localizados allí.
 
Chicontepec podría considerarse el tesoro de 139.000 millones de barriles de crudo que más dolores de cabeza ha dado al Gobierno mexicano. Una mina de petróleo descubierta desde 1926, en la que se comenzó a trabajar 30 años después, y de la que nunca se han podido obtener significativas cantidades de hidrocarburos por su complejidad geológica. Petróleos Mexicanos (Pemex), como antiguo encargado de toda la industria petrolífera del país, se encontró con un enorme yacimiento donde el crudo se hallaba en rocas con poca porosidad y permeabilidad, en un suelo con poca presión para extraer numerosos barriles de petróleo. Hasta 2012, la petrolera mexicana logró allí una inestable producción de 74.000 barriles diarios, cuando yacimientos estrella como Cantarell o Ku Maloob Zaap, en el golfo de México, han conseguido más de 800.000 barriles al día.
 
 
 
 
 
 
 
 

La administración del expresidente Felipe Calderón intentó en su mandato (2006-2012) dar un empuje a la región con una tímida reforma energética que apenas permitió a las empresas privadas intervenir en la industria como proveedoras de servicios. “Chicontepec es un proyecto exitoso, que le está dando viabilidad al futuro de la industria petrolera de México”, dijo el exmandatario el 25 de noviembre de 2012, cinco días antes de dejar la presidencia. Esos planes jamás se cristalizaron. “Son reservorios muy pequeños que requieren nueva tecnología, muy probablemente fracking (fracturación hidráulica). El reto y el riesgo tecnológico son altos y sólo una compañía con experiencia y conocimiento del tema podría arriesgarse y participar”, explica Dante San Pedro, abogado energético que participó en la redacción de la reforma de 2008.
 
Pemex puso, en 2013, a disposición de las grandes petroleras seis campos en la zona y les ofreció contratos incentivados, donde por cada barril de crudo extra que obtuvieran conseguirían una tarifa de hasta 6,5 dólares. La oferta solo interesó a tres compañías: Baker Hughes, Weatherford y Halliburton. Esta última redujo su pago a un centavo de dólar por barril y tres campos quedaron desiertos. Los rumores de que el presidente, Enrique Peña Nieto, presentaría pronto la iniciativa de reforma energética hicieron retroceder a varias compañías bajo la esperanza de obtener mejores condiciones contractuales en el futuro. Ahora es un negocio que puede convenir a todas estas compañías. “Por los retos tecnológicos de Chicontepec pensaría que la reforma energética podría crear mejores condiciones para que las empresas existentes migren a los nuevos tipos de contratos”, señala Miriam Grunstein, académica del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).
 
La complejidad del yacimiento de Chicontepec no es un secreto, en 2010 la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH) elaboró un polémico informe sobre la región donde apuntaba que no sólo las dificultades técnicas eran un problema sino también los altos costos de indemnización para la población que allí vive, así como el riesgo medioambiental que corre la región cuando la intervención que se necesita es sumamente agresiva. En el mismo reporte, la Comisión criticaba duramente a Pemex por no cumplir con las expectativas: “Pemex decidió implementar un programa de perforación de pozos en distintas partes del paleocanal de Chicontepec, a pesar de que contaba con un conocimiento limitado de las características y de la dinámica de los yacimientos en el proyecto. Esa decisión de inversión careció de mecanismos oportunos de control para corregir su implementación”, expone el texto.
 
El error de Pemex, según el abogado San Pedro, fue la confianza que sus antiguos directivos tuvieron en que el futuro los alcanzaría para tener la capacidad de explotación de Chicontepec. “El yacimiento se desarrolló pensando en que con las nuevas tecnologías que se fueran incorporando lo iban a hacer más rentable. La realidad es que los números no mienten, Chicontepec no deja dinero. Para Pemex ha sido más un gasto que una utilidad”, señala. La actual subsecretaria de Hidrocarburos, Lourdes Melgar, ha reconocido en encuentros con la prensa internacional que el trabajo en este yacimiento “no ha sido exitoso”. Ahora la petrolera mexicana se quedará en una pequeña porción del yacimiento a la espera de una alianza con una compañía con la capacidad técnica para trabajar allí.
 
Puestas las esperanzas en que la reforma energética será clave para el despegue de la economía mexicana —el Gobierno calcula un crecimiento del 1% del PIB nacional para 2018 e inversiones de 50.000 millones de dólares— queda pendiente que la administración de Peña Nieto diseñe los contratos con las condiciones legales y económicas para que las compañías interesadas en Chicontepec levanten la mano.
 
 
 
 

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