miércoles, 15 de octubre de 2014

Ricardo Alemán - Fuera...! fuera...! fuera...!

No, la expresión de rechazo no apunta al aún Gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre, a pesar de que son muchas las voces que, con toda razón, corean su expulsión del Gobierno estatal.

No, lo cierto es que la expresión de rechazo es contra el aún presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, Raúl Plascencia, quien seguro ya sabe que será echado.

Es decir que, salvo un milagro político, Raúl Plascencia dejará en breve la presidencia de la CNDH, en tanto el Senado de la República iniciará en las próximas horas el proceso para seleccionar al nuevo ombudsman nacional, de entre una lista de aspirantes que asoma, entre otros, a Emilio Álvarez Icaza, Luis Raúl González, Mauricio Farah, Ricardo Bucio y Luis de la Barreda.









Y decimos que sólo un milagro podría salvar del despido de la CNDH a Plascencia –despido de fea manera–, porque hasta la tarde de ayer ninguno de los grupos parlamentarios en el Senado de la República veía con seriedad la reelección del ombudsman nacional, a pesar de que el Gobierno federal no ha dado señales de estar a favor y/o en contra de que Plascencia continúe en el cargo.

Pero si bien es importante saber que es casi un hecho que Plascencia ya está fuera de la CNDH, también es cierto que lo más importante es saber las razones por las que Plascencia fue reprobado para seguir en el cargo. Y es importante para que los partidos y los electores en el Senado, no tropiecen con la misma piedra.

Como es público, en noviembre de 2009 el Senado de la República nombró a Raúl Plascencia como presidente de la CNDH, por un periodo de cinco años, que en cuestión de semanas deberá concluir. Plascencia fue preferido por encima de Emilio Álvarez Icaza y Luis Raúl González, gracias a un acuerdo entre la fracción mayoritaria del PAN y la del PRI, encabezada entonces por Manlio Fabio Beltrones.

A la vuelta de los años, queda claro que Plascencia pagó la deuda con sus promotores del PAN y del PRI. En el caso del partido azul, el ombudsman no sólo colocó a prominentes panistas en altas posiciones de la CNDH –en especial a los cercanos a su comadre y amiga, Mariana Gómez del Campo, prima de Margarita Zavala–, sino que se hizo de la vista gorda respecto a las violaciones a derechos humanos derivadas de la “guerra contra el narcotráfico” de Felipe Calderón.

Como parte de esta complicidad, el ombudsman nacional guardó silencio sobre el tema de desaparecidos durante la administración de Calderón. Por eso, nadie puede ni debe llamarse a sorpresa si un sector minoritario de los senadores del PAN pretende conseguir que Plascencia se quede cinco años más al frente de la CNDH, siempre en contra de la opinión de reputados panistas como Germán Martínez y Juan Ignacio Zavala, que condenan la genuflexión de Plascencia.

A su vez, Plascencia pagó su deuda con el PRI a través de hacerse de la vista gorda en los dos primeros años del gobierno de Enrique Peña Nieto. Y es que Plascencia solapó violaciones graves como el niño muerto en Puebla, los masacrados en Tlatlaya y la barbarie en Iguala, por citar sólo tres casos.

La ofensiva para buscar la reelección de Plascencia la encabeza el senador Roberto Gil, quien combate la propuesta de la presidenta de la Comisión de Derechos Humanos del Senado, la perredista Angélica de la Peña, para que Plascencia busque la reelección en igualdad de circunstancias con el resto de los aspirantes al cargo.

Sin embargo, la Constitución prevé la posible reelección del ombudsman, luego que la Comisión de Derechos Humanos del Senado realice una consulta pública y transparente. Si la consulta arroja consenso para la reelección de Plascencia, el Senado deberá someter a consideración del Pleno la ratificación de Plascencia como presidente de la CNDH. Si la consulta arroja que Plascencia debe irse a su casa, entonces el Senado inicia el proceso de selección del nuevo presidente.

Hoy se sabe que a pesar del servilismo mostrado por Raúl Plascencia ante el presidente Peña Nieto, el Gobierno federal no lo ve con buenos ojos, no lo quiere el PRI, en tanto que un sector mayoritario del PRD lo rechaza y una mayoría de senadores del PAN está a favor de un relevo en la CNDH. Bueno, se sabe que hasta su amigo y también promotor, el hoy senador del PVEM, Pablo Escudero –yerno de Manlio Fabio Beltrones–, también le habría retirado su apoyo.

A nadie deberá sorprender el “¡Fuera..! ¡Fuera..! ¡Fuera..!” en la CNDH. Claro, igual que ocurre en lo que queda del Palacio de Gobierno de Guerrero. Al tiempo.



Leído en http://www.zocalo.com.mx/seccion/opinion-articulo/fuera..-fuera..-fuera-1413362159


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