viernes, 17 de octubre de 2014

Rodolfo Popoca Perches - Silvestre Revueltas / El banquete de los pordioseros

“¿Por qué un artista, un creador ha de sufrir hambres y miserias? Aquí descansa, entre nosotros, el secreto del fracaso de la cultura de México como pueblo. Somos un país de descamisados y de zánganos. Se desprecia al músico, al pintor, al poeta, por considerarlos como a los bufones que cabriolean en los banquetes de los burócratas. Pero es que se les hace bufones por la fuerza del hambre. Aunque muchos nos rebelemos, la rebeldía es la soledad, la soledad infecunda, el abandono, la miseria”.
Silvestre Revueltas
           
México es un país de una riqueza cultural abundante, generosa y diversa, tan diversa y extensa como su territorio geográfico, y la música, como expresión viva y siempre actual de nuestro nacionalismo, no es la excepción. México es, quizás, y me expreso con este término de posibilidad, no por miedo a arriesgar una afirmación contundente, sino simplemente por considerar ese margen de error que definitivamente es necesario, el país de América Latina -¿o lo será de todo el continente americano?- con la más sólida propuesta musical en todos los ámbitos que ofrece el inagotable horizonte de la gran música de concierto.







 
            En esta extensa y apasionante historia de la música mexicana encontramos verdaderas joyas desde los tiempos de Sumaya en el virreinato, pasando por Ricardo Castro y todos los grandes representantes de la música de concierto mexicana del S. XX: Ponce, Carlos Chávez, José Pablo Moncayo, Blas Galindo, Silvestre Revueltas, hasta llegar a los grandes compositores de nuestro tiempo, como Eugenio Toussaint, Samuel Syman, Arturo Márquez, Mario Lavista, y otros igualmente importantes que me es imposible citar por cuestiones de espacio, además de que no es el objetivo del presente Banquete.
            A donde quiero llegar es a recordar una de las más bellas y finas joyas de la corona de la música de concierto mexicana, me refiero a Silvestre Revueltas, quien murió el 5 de octubre de 1940 en la Ciudad de México. Vale la pena recordar su música, casi toda ella compuesta en situaciones verdaderamente complicadas. Sumido en la pobreza, en medio de deudas y todo tipo de adversidad, y desde estas oscuridades profundas de la incertidumbre, emergió la más bella música creada desde las más íntimas entrañas de esta tierra abonada, como dijera Churchill, con sangre, sudor y lágrimas.
            Silvestre Revueltas no compuso música para gran orquesta, salvo algunas contadas obras en donde utiliza pequeñas orquestas, como es el caso de obras como la segunda versión de “Janitzio”, “Itinerarios”, “Danza Geométrica”, sus poemas sinfónicos “Cuauhnáhuac”, “Alcancías”, su música para cine como “Redes” o “La Noche de los Mayas”, de la que José Yves Limantour hizo una exquisita suite en cuatro movimientos para orquesta sinfónica, incluyendo una impresionante cadenza para un ejército de percusiones en el cuarto movimiento y algunas más que no menciono porque si me entretengo con su repertorio, agotaría el espacio. En fin, el hecho es que casi todas sus composiciones son para pequeños ensambles de cámara y recurriendo a las más improbables dotaciones musicales, y también, muy frecuentemente, para conmemorar acontecimientos, como “Canto de Guerra para los Frentes Populares”, o bien, honrar la memoria de algún personaje, como es el caso del poeta español Federico García Lorca, perseguido y víctima del fascismo español, a quien honró en su obra: “Homenaje a García Lorca”.
            Es conocida por todos la rivalidad surgida entre dos de los más importantes compositores de la época, Carlos Chávez y Silvestre Revueltas. Es difícil, quizás imposible, determinar las causas del rompimiento de estos dos gigantes de la música de concierto mexicana; sabemos que después de que Chávez abortó el proyecto para la película “Redes” sobre los pescadores en el puerto de Alvarado, Veracruz, y que fue retomado más tarde por Silvestre Revueltas en 1935, seguramente su año más productivo y fértil, fue entonces que vino la ruptura entre estos dos emblemas de la música en México. La película fue un fracaso, pero la música de Revueltas logró trascender y ubicarse como una de las mejores partituras del cine mexicano, de hecho “Redes” colocó a músico de Santiago Papasquiaro, Durango, como uno de los pilares más sólidos del cine sonoro, no sólo en México, sino en el panorama internacional.
El hecho es que la ruptura con Chávez resultó ser irreversible e irreconciliable, Carlos Chávez, fundador de la Orquesta Sinfónica de México, lo eliminó como subdirector de esta institución musical y la orquesta, mientras estuvo dirigida por Chávez, no volvió a programar una sola partitura de Silvestre. Posiblemente, y lo menciono sólo como una atrevida conclusión de un servidor, el rompimiento entre estos dos grandes genios de la música, se debió a cuestiones de ideología política. Revueltas pertenecía a la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR) a la que también pertenecían Carlos Pellicer, Eduardo Hernández Moncada, José Pomar, Luis Sandi, entre otros; el hecho es que todos estos artistas e intelectuales de izquierda solían emitir críticas a Carlos Chávez.
Independientemente de estas circunstancias que por su frecuencia podemos tristemente considerar como normales, el legado musical de Silvestre Revueltas está más allá del bien y del mal. Murió víctima de una bronconeumonía el 5 de octubre de 1940 en la Ciudad de México, dejando inconclusos algunos proyectos, su ballet “La Coronela”, del que sólo dejó tres de los cuatro episodios en apuntes para piano y cuya primera orquestación se debe a Candelario Huizar y Blas Galindo que lamentablemente se perdió. Ese día se estrenaba en el Palacio de Bellas Artes “El Renacuajo Paseador”, obviamente no pudo asistir.
Cuando murió, su funeral se llenó de arreglos florales, todos ellos muy caros, concurrieron algunos de los intelectuales y autoridades más importantes de la época, todos se desvivían por mostrarle su afecto y admiración, sin embargo, vivió y murió en la pobreza, qué paradójico, ¿no te parece?


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