martes, 18 de noviembre de 2014

Ezra Shabot - Los golpistas


El golpe de Estado, definido como el proceso mediante el cual una minoría civil
o militar pretende adueñarse del poder bajo el argumento de que el orden
constitucional se ha violado, y en nombre de la propia Constitución despojar de
autoridad a los gobernantes electos, ha sido el instrumento que ha permitido el
encumbramiento de dictadores y sátrapas de todo tipo, quienes consiguieron
incluso adecuar la alternativa autoritaria a las formas democráticas sin que
esto implique su voluntad de ceder el poder en elecciones libres y equitativas.


Esta minoría, liderada comúnmente por un político mesiánico que se atribuye a sí
mismo la capacidad de situarse por encima de la sociedad y al mismo tiempo
representarla a través de su pensamiento mágico que lo define como el salvador
del país, se ubica fuera de la esfera de la democracia basada en un estado
derecho y el respeto a la voluntad de la mayorías. Son precisamente estas
minorías derrotadas en los comicios de 2012 en nuestro país, las cuales fueron
también vencidas al instrumentarse el Pacto por México y la aprobación de las
reformas estructurales, quienes hoy ante la crisis ocasionada por el crimen
organizado en Guerrero, pretenden no sólo responsabilizar únicamente al gobierno
federal por los hechos de Iguala, sino de paso provocar su caída.

Son estos golpistas quienes, ante la demanda de López Obrador de que renuncie
Peña, han montado el escenario mediático para intentar derribar al gobierno y
generar una situación de caos que facilite su acceso al poder. Como todo
golpista, la primera víctima es su competidor interno. De esta manera el embate
de Morena y los Bejarano contra Navarrete y Nueva Izquierda, forma parte del
primer paso para anular a quienes negociaron con el gobierno el Pacto, y además
ganaron el control del partido en elecciones que no pudieron ser impugnadas por
los vencidos. La vinculación de los Abarca con Nueva Izquierda sirvió de
argumento para iniciar el proceso golpista dentro del PRD.

El siguiente paso fue soltar a sus golpeadores para conseguir violentar la
protesta popular por el crimen de Iguala. Aquí, la necesidad de saber qué fue lo
que pasó con los estudiantes de Ayotzinapa y quiénes son los criminales y
políticos que ordenaron su desaparición pasa a segundo término. De lo que se
trata es de mantener la bandera de la desaparición de los normalistas el tiempo
que se requiera y convertir el evento en símbolo de la represión de un gobierno
federal al que hay que derrocar de una u otra manera. Las acciones de los
llamados anarquistas y la toma de presidencias municipales por parte de la CNTE
se ubican en esta estrategia de caos previo a una acción mayor que culmine con
la caída del gobierno.

Los golpistas y sus voceros incondicionales, incluyendo periodistas y periódicos
con agenda propia, pretenden crear este clima de ingobernabilidad que empuje a
una movilización popular que a su vez conduzca a la caída del gobierno y al
llamado a elecciones extraordinarias. Es esto lo que hay que evitar. Que los
golpistas disfrazados de progresistas democráticos, impongan su proyecto
autoritario basado en el mesianismo de los irresponsables. Hay que contenerlos
con la ley en la mano y evitar caer en sus provocaciones.

Analista político.
@ezshabot

Fuente: http://www.eluniversalmas.com.mx/editoriales/2014/11/73360.php

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