¿Quiénes buscan apoderarse de Guerrero?
Extrañó que el primer y segundo punto del pliego petitorio que presentó
uno de los abogados de los padres de los 43 estudiantes de la Normal
Rural de Ayotzinapa, ante los senadores, consistiera en exigir la
desaparición de poderes y la cancelación de las elecciones en 2015 en la
entidad.
¿En qué puede ayudar a las víctimas la
suspensión del proceso electoral? ¿Evitar el relevo en 18 ayuntamientos,
Congreso y gubernatura serviría para hacer justicia? Porque de lo que
hoy tenemos que hablar es de eso: de llevar ante la justicia a los
responsables de una horrenda masacre que ha puesto de rodillas al Estado
mexicano.
¿A quién serviría, entonces, la
desaparición de poderes en Guerrero, y para qué? ¿No será que los
autores intelectuales del asesinato de los 43 jóvenes son los mismos a
los que conviene mantener en las alcaldías a quienes han operado como
sus cómplices?
Recordemos un solo dato: el exgobernador
Ángel Aguirre Rivero reconoció, a raíz de lo ocurrido en Iguala, que la
mayoría de los municipios estaban controlados por el crimen organizado.
La PGR, incluso, ha confirmado en varias ocasiones ese dato.
El único, entonces, que podría salir
beneficiado con el vacío de poder y la alteración de la vida
institucional en Guerrero es el crimen. Nadie más. Porque los padres y
familiares de los jóvenes ultimados, casi todos de origen campesino,
seguirían inmersos en la pobreza. Aunque, seguramente, gobernados con más impudicia por el crimen llegarían a estar peor.
Nadie, con un poco de sentido social, se
atrevería a menospreciar la inteligencia de los 43 padres de
normalistas, por el solo hecho de ser campesinos. Sin embargo, el dolor,
la impotencia llevan muchas veces a caer en las redes de quienes
pretenden usufructuar política y económicamente el sufrimiento.
Todo indica que es exactamente lo que
está sucediendo con el movimiento de protesta por Ayotzinapa. Quienes
dicen ser defensores de los deudos, operan más como activistas y
desestabilizadores que como abogados interesados en resarcir los
derechos de las víctimas.
La exigencia —en realidad es una amenaza
velada— de cancelar los comicios confirma que la multiplicación de
actos violentos y vandálicos tienen, precisamente, como objetivo lograr
que el gobierno de Guerrero quede bajo la férula del crimen organizado.
De hecho ya lo está porque, cada vez con
más descaro, los grupos que dicen defender la causa de Ayotzinapa
irrumpen en casas, escuelas, oficinas y comercios para incendiar,
asaltar e incluso secuestrar a quienes consideran enemigos.
Ahí está la retención pública que hizo
la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación de los
dirigentes del PRD y del Movimiento Ciudadano en Chilpancingo a quienes
extrajeron por la fuerza de una cafetería para obligarlos a marchar por
la Autopista del Sol con pancartas que decían: “Somos ratas”. Frase que
recuerda más una narcomanta que un pizarrón de clases.
Hace unos días, el secretario de la
Defensa, Salvador Cienfuegos, habló sobre la importancia de que el país
se una frente a “la violencia, las críticas infundadas, la intolerancia y
la mentira” que ha provocado el caso Iguala.
Detrás de ese ambiente de miedo y terror
hay una intensa propaganda dedicada a la depredación informativa; a
detectar las debilidades y rendijas que dejan abiertas las autoridades
para vaciar el gobierno de autoridad política.
Sin duda, el gobierno federal tiene abiertos dos frentes: el que está en Tierra Caliente, y el software,
el internet, las redes sociales, en donde un día y otro también está
perdiendo la guerra. Y la está perdiendo porque no está generando los
contenidos adecuados para contraatacar o adelantarse al adversario.
Promover la unidad nacional ante la amenaza que representa el poder
del crimen tendría que ser considerado como un asunto de seguridad
nacional. Hoy, la delincuencia pide que no haya elecciones en Guerrero, y
mañana, ¿por qué no?, lo va a exigir a escala nacional.Quienes han convertido Iguala y Ayotzinapa en una industria política quieren hacer creer que hoy se libra una guerra entre los padres de las 43 víctimas y el gobierno. No, la guerra es una disputa por el poder entre el Estado mexicano y el crimen organizado. Eso debe quedar claro.
Beatriz Pagés
Leído en http://www.siempre.com.mx/2014/12/la-delincuencia-busca-cancelar-elecciones/
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