jueves, 22 de enero de 2015

Héctor de Mauleón - La colonia más peligrosa del D.F.

La colonia que aporta el mayor número de internos a los reclusorios
del Distrito Federal se encuentra en Iztapalapa y se llama Desarrollo
Urbano Quetzalcóatl. La colonia fue fundada hará cosa de 20 años por
organizaciones sociales que demandaban vivienda y se instalaron en
asentamientos irregulares. Datos de la Subsecretaría de Prevención y
Participación Ciudadana de la Segob señalan que 82% de los delitos que
se cometen ahí son el robo, el secuestro y el homicidio.



De una población formada por 35 mil reclusos, 18% vivía en Iztapalapa
antes de estar en prisión. Los reclusos iztapalapenses provienen de
“colonias expulsoras” como Ejército de Oriente, Ejército
Constitucionalista, Vicente Guerrero y Santa Cruz Meyehualco. Pero tal
vez en ninguna de ellas convergen con tal intensidad los factores de
riesgo que suelen arrojar a la gente a la delincuencia, el vínculo entre
la falta de oportunidades y un esquema social regido íntimamente por la
violencia.

Desarrollo Urbano Quetzalcóatl saltó a las páginas de la prensa hace una
década, cuando se documentó la existencia de una pandilla integrada por
más de un centenar de miembros, los Rappers, quienes se dedicaban sobre
todo a la venta de droga, el robo a transeúnte y el robo de autos por
encargo.

En esa colonia viven ahora, hacinadas en 567 manzanas, más de 66 mil
personas. 39% de las casas cuenta sólo con un dormitorio. A lo largo de
calles irregulares es posible encontrar dos mercados, dos hospitales,
cinco iglesias, 48 escuelas y 453 establecimientos con venta de bebidas
alcohólicas.

En los reclusorios de la ciudad de México la segunda población más
numerosa procede de la delegación Cuauhtémoc (4 mil 328 reos). Otra
buena parte de la población penitenciaria se halla compuesta por
habitantes de las delegaciones Gustavo A. Madero (4 mil 256), Venustiano
Carranza (2 mil 999) y Álvaro Obregón (2 mil 521). En esas demarcaciones
hay colonias duras que escupen sangre. Desarrollo Urbano Quetzalcóatl,
sin embargo, se encuentra en una zona a la que históricamente nadie ha
volteado a mirar.

Un estudio de la Subsecretaría de Prevención y Participación Ciudadana
indica que a excepción de los niveles de ingreso, que son extremadamente
bajos —del orden de 2 salarios mínimos para el 22.4% de la población—,
en Desarrollo Urbano Quetzalcóatl el resto de los índices son altos: los
índices de embarazo adolescente, de consumo de drogas, de maltrato
infantil y de padres con antecedentes delictivos.

También los índices de desocupación y deserción escolar, y los índices
de informalidad, violencia intrafamiliar y falta de oportunidades
laborales.

El estudio de Gobernación afirma que en ese rumbo de la ciudad hay
ambientes familiares deteriorados o problemáticos, entornos de
ilegalidad, presencia de pandillas, capital social debilitado y
participación ciudadana incipiente. El nivel de marginación y exclusión
social es calificado como “muy alto”.

Todo está dado para que Desarrollo Urbano Quetzalcóatl funcione como una
escuela del crimen.

¿Por qué sucedió todo esto?, le pregunté a una funcionaria de la
Subsecretaría de Prevención, la directora de coordinación
intersecretarial, Eunice Rendón.

La respuesta está, como siempre, en el abandono institucional, en las
políticas clientelares, en un sistema para el que los ciudadanos no son
más que votos y luego olvido.

Rendón me dijo que no es posible disuadir la violencia únicamente
mediante el uso de esquemas punitivos y la evaluación de indicadores de
incidencia delictiva: la colonia requeriría de una intervención
quirúrgica que apenas se está dando.

Según ella, uno de los hechos más decisivos en la historia de Desarrollo
Urbano Quetzalcóatl ocurrió acaso el pasado 16 de enero, y fue algo tan
simple como la inauguración de un parque, el Parque Cuauhtémoc, algo que
nunca había existido en esa zona: el único lugar del rumbo que cuenta
con espacios de convivencia: canchas de futbol, palapas para convivios,
juegos infantiles, baños y servicio de vigilancia.

Resultado de un convenio entre Gobernación y la delegación Iztapalapa,
ese parque forma parte de un proyecto que pretende modificar las
variables asociadas con los “factores de riesgo” —el parque es sólo una
parte del programa— y generar mayores niveles de cohesión y
participación colectiva. Según Rendón, proyectos como éste se han
llevado a cabo con cierto éxito en Aguascalientes, Juárez y Tijuana.

Probablemente, modificar variables de Desarrollo Urbano Quetzalcóatl
haría que se modificarían los índices asociados al robo, el secuestro,
el homicidio. Pero sobre todo, cambiaría por primera vez la vida de una
población que hoy está destinada a convertirse en carne de presidio.

@hdemauleon

demauleon@hotmail.com

Fuente: http://www.eluniversalmas.com.mx/columnas/2015/01/110777.php

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, sean civilizados.