Jueves 22 de enero de 2015
En medio de penosos escándalos maritales, el PRD y PAN ya vivieron el doloroso parto de renovar sus dirigencias nacionales con miras a la llamada “elección intermedia” —por un lado—, y para retener el control de sus partidos en la segunda mitad del sexenio, por el otro.
Es decir, que tanto Los Chuchos como Gustavo Madero siguen al frente del PRD y el PAN, lo que garantiza su interlocución con el gobierno federal en lo que resta del sexenio. Pero lo más importante es que podrán preparar el camino de sus respectivas candidaturas presidenciales.
Los Chuchos del PRD, por ejemplo, tienen el control del parto del candidato amarillo para 2018, en tanto que en el PAN de Madero, el chihuahuense es dueño de las cartas para seleccionar al aspirante presidencial; decisión que podría recaer en el propio Madero.
En el PRI, sin embargo, no se han cumplido los tiempos de gestación de la nueva dirigencia, en manos de César Camacho, quien estará al frente del tricolor hasta agosto, una vez concluido el proceso electoral que hoy lo ocupa.
Pero los tiempos del tricolor no coinciden con los del PRD y del PAN porque el PRI es el partido en el poder presidencial y porque el jefe del partido no es el dirigente formal del mismo, sino el Presidente de la República. Por eso, está claro que en el PRI se planearon los tiempos y los calendarios para que César Camacho sacara adelante la elección intermedia en curso.
Así, el próximo presidente del PRI arrancará su gestión al tiempo que inicie la nueva legislatura del Congreso. Y ese nuevo presidente será el responsable no sólo de acompañar a Enrique Peña Nieto en la segunda mitad de su gestión —la consolidación de los cambios—, sino de preparar la gestación del sucesor de Peña Nieto. Por eso la importancia del o la elegida para presidir al PRI.
Pero contra lo que ocurre en el PAN y en el PRD —en donde la lucha de grupos define al líder del partido—, en el PRI el Presidente será el fiel de la balanza, como lo marca la ortodoxia del viejo partido. Por eso las preguntas. ¿Quién será el mejor o la mejor equipados para dirigir los destinos del PRI en la segunda mitad del gobierno de Peña Nieto? ¿Cuáles son las características de un liderazgo que podría enfrentar los peores momentos de la gestión de Peña Nieto?
Los apuntados son muchos, los aspirantes son más, pero hasta hoy existe un candidato seguro. Se llama Manlio Fabio Beltrones, jefe de los diputados federales del PRI; artífice de las grandes reformas producto del Pacto y quien confió a sus leales que será el primero en inscribirse como aspirante, una vez que se conozca la convocatoria para el relevo del PRI, al término del proceso electoral.
Beltrones quiere dirigir al PRI y también aspira a la candidatura para 2018. Pero Beltrones no es Roberto Madrazo y menos se parece a Gustavo Madero. Y es que hasta el más bisoño ha visto que Gustavo Madero sigue la misma estrategia que en su momento diseñó el priísta Roberto Madrazo para apoderarse del PRI y luego maniobrar para quedarse con la candidatura presidencial.
Como se recuerda, la apuesta de Madrazo fue suicida y llevó al PRI no sólo a una escandalosa derrota en la elección de 2006, sino que mandó al viejo partido al tercer lugar. Madrazo apostó a la división del partido, a pesar de advertencias de que el mayor veneno para un partido es la división. Ganó la ambición sin límite de Madrazo.
A su vez, la ambición sin límite también atrapó a Gustavo Madero, que ciego por el espejismo de la candidatura presidencial y porque le calentaron la cabeza con el espantajo de que tiene el talento de su abuelo, dividió al PAN, lo lleva al despeñadero y si se empeña en ser candidato presidencial podría garantizar otra victoria para el PRI.
Frente a esos espejos, Beltrones no apostará a dividir al tricolor porque sabe que cuando el PRI está en el poder, el que manda despacha en Los Pinos. Pero además, Beltrones tiene la virtud de los políticos de grandes ligas. Sabe el valor de los tiempos y sabe esperar. Y sabe que otros integrantes del gabinete presidencial se prepararán para la silla de Colosio e Insurgentes. ¿Qué tareas le esperan al sonorense al terminar su encargo en San Lázaro? Nadie lo sabe de cierto. Lo que sí se sabe es que Beltrones es el priísta al que más le debe Enrique Peña Nieto. Al tiempo.
EN EL CAMINO. En Guerrero se aproximan dos alianzas electorales. Las izquierdas en torno a la candidatura de Luis Walton y Manuel Añorve apoyado por el PRI, PVEM, Panal y PAN…
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Leído en http://www.eluniversalmas.com.mx/columnas/2015/01/110768.php
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