En uno de sus ensayos más conocidos, Montaigne describió a la filosofía como un aprendizaje para la muerte. No sabemos dónde nos asaltará la muerte. Esperémosla entonces en todas partes. Lo dice el padre del ensayo porque entiende que esa sabiduría es libertad: "quien ha aprendido a morir, ha desaprendido a servir." Quien se ha liberado del temor a la muerte está libre de toda sujeción, de cualquier dominio. Si hubiera escrito un libro (y no simples ensayos), Montaigne habría registrado en él las muchas muertes de los hombres. Sabía que ahí estaría la mejor lección de vida. El valor de la vida, dejo escrito de muchas maneras, está en lo que hagamos hoy, en lo que disfrutemos hoy: nacimos para actuar. Por eso esperaba que la muerte lo sorprendiera un día plantando sus coles en su imperfecto jardín.
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