Alfonso Diez
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Hay una campaña incitando a los electores a cruzar el emblema de todos los partidos y lograr de esta manera que el voto se anule, como una forma de protesta. Pero protestar ¿contra qué, o contra quién? Arguyen algunos que ningún candidato les llama la atención y prefieren anular su voto, pero esa es una mala decisión. La realidad es que seguir esa consigna implica no razonar y también la posibilidad de darle el voto al candidato que lleve más acarreados, que puede ser el que menos nos convenza. ¿Y vale la pena hacerlo así?
Al anular el voto lo que se está haciendo es dejar la decisión a los demás, sin importar lo que el votante que así procede piense, dejando de lado la ideología personal, salvo que, efectivamente, no haya un criterio formado y de ser así, tal persona probablemente no estará leyendo estas líneas.
Las estadísticas demuestran que cuando hay menos votantes gana el PRI, porque tiene un “voto duro” numeroso. Anular el voto, en consecuencia, significa, aunque parezca increíble, votar por el PRI. ¿Queremos que gane ese partido, o podemos tomar una decisión? La campaña que busca anular el voto es un arma de dos filos, una trampa; no caigamos en ella. ¿Usted quiere que gane el PRI? De acuerdo, cruce su emblema, pero no anule el voto creyendo que está ejerciendo una forma de protesta, porque no lo es, su voto quedará en la categoría de votos anulados sin especificar porqué razón y muchos de tales votos se dan por simples errores.
Un escritor inglés se reunió en una ocasión con su pares soviéticos, entre los que estaba Máximo Gorky y les planteó que cada vez que se encontraran dejaran de lado la política y hablaran exclusivamente de literatura; los soviéticos cruzaron miradas sonrientes minimizando la pobre formación del escritor en cuestión, porque una persona que se dedica a escribir sin opiniones políticas está formado a medias y de esa manera serán sus escritos.
Lo mismo sucede en nuestra vida cotidiana: los políticos nos aburren, muchos piensan que todos están cortados por la misma tijera, pero no hay que olvidar que cada partido tiene una tendencia ideológica y si no nos complace ningún candidato, votemos entonces por el partido que más se acerque a nuestros principios.
Son ocho partidos: Partido Acción Nacional (PAN), Partido Nueva Alianza (PANAL), Partido Convergencia (PC), Partido de la Revolución Democrática (PRD), Partido Revolucionario Institucional (PRI), Partido Socialdemócrata (PSD), Partido del Trabajo (PT) y Partido Verde Ecologista de México (PVEM)
El PAN es el partido que conquistó la presidencia con Felipe Calderón. Se le ha señalado de derecha, aunque este último anunció que cuando gobernara iba a rebasar a su principal contendiente, del PRD, por la izquierda. Arrastrado México por la crisis económica internacional y por la epidemia de influenza, que se dio también a nivel mundial, el gobierno de Calderón ha sido señalado mañosamente por sus opositores como el culpable de tales crisis, cuando resulta evidente que no lo es. La cruzada contra el narcotráfico ha comenzado a dar resultados en Michoacán y los partidarios del gobierno actual dicen que hay que darle el beneficio de la duda.
El PANAL es el partido fundado y manipulado por Elba Esther Gordillo, con todo lo positivo o negativo que la profesora pueda tener. Ella fue un miembro prominente del PRI y cuando se peleó con el excandidato presidencial Roberto Madrazo, fundó este partido, en el que puso como dirigente a un exboxeador, Jorge Kahwagi, metido a vicepresidente del periódico La Crónica, en el que su padre aparece como presidente, aunque la historia del nacimiento de este diario nos hace pensar que podría ser en realidad un prestanombres del expresidente Carlos Salinas de Gortari y/o de la propia Elba Esther.
El PC, Partido Convergencia, antes Convergencia Nacional, fue fundado por Dante Alfonso Delgado Rannauro, conocido por haber facturado el estado de Veracruz a su nombre, cuando fue gobernador del mismo. Al terminar su encargo fue encarcelado y al salir de prisión se dedicó a organizar Convergencia, con la experiencia que le dio haber sido el director de la campaña electoral de Fernando Gutiérrez Barrios para lograr la gubernatura de Veracruz por el PRI. Este partido se dice de centro izquierda y apoya también a López Obrador, como miembro del Frente Amplio Progresista.
El PRD está dividido desde que Jesús Ortega fue señalado como el ganador de la contienda interna que lo convirtió en presidente del mismo, contra los deseos de AMLO, que quería el triunfo para Alejandro Encinas, por el que hizo una campaña que se puede tachar de ilegal. Un voto por el PRD ya no lo es necesariamente por López Obrador. Se proclama de izquierda, aunque dista mucho de estar identificado con aquellos que formaban parte del Partido Comunista, posteriormente transformado en PSUM. Un análisis a fondo de tal proclama nos induce a concluir que sin una ideología profunda que los respalde, más que de izquierda son populistas.
El PRI tuvo su oportunidad durante 70 años. Hay quienes añoran las prácticas del que muchos califican como partido dinosaurio. Sus integrantes son los mismos de siempre, no se ha renovado ni lo hará porque eso implicaría ceder espacios a la sangre nueva, con el riesgo de perder poder y canonjías. Votar por este partido es hacerlo por el pasado corrupto.
El PSD era antes el Partido Alternativa Social Demócrata y se formó con la unión de otros más pequeños, entre los que estaban el de la excandidata presidencial Patricia Mercado, México Posible, y el de Gilberto Rincón Gallardo. Algunos de sus dirigentes son señalados como ahijados de un oscuro político que manipulaba uno de los llamados partidos satélite, que cobraban la nómina en la Secretaría de Gobernación en la época en que el PRI era el partido hegemónico.
Votar por el PT equivale a votar por el Frente Amplio Progresista y por Andrés Manuel López Obrador. Este partido, fundado por Alberto Anaya, pertenece al Congreso Bolivariano de los Pueblos y se autoproclama de izquierda socialdemócrata. Si usted quiere que alguno de los seguidores de AMLO ocupe un cargo de elección popular, éste es la mejor opción, dado el enfrentamiento del Peje con el PRD.
El PVEM fue dirigido inicialmente por Jorge González Torres, el hermano del doctor Simi que fue candidato a la presidencia en 1994 y que contendió contra Ernesto Zedillo y Diego Fernández de Ceballos, entre otros. Su imagen quedó tan dañada, por acusaciones de malos manejos, que tuvo que dejar la dirección del partido a su hijo, Jorge Emilio González Martínez, conocido como “El niño verde”. ¿Es de derecha o de izquierda? “Tal vez ninguna de las dos opciones, sino todo lo contrario”, como diría aquél conocido político de la muy vieja guardia.
Podemos hablar de tres partidos mayoritarios: el PAN, el PRD y el PRI; y cinco pequeños: PANAL, PC, PSD, PT y PVEM. Un voto por cualquiera de estos cinco es, en términos prácticos un voto perdido; sin embargo, la línea de cada uno está trazada a grandes rasgos.
¿Qué línea seguir, gobiernista o de oposición? Ninguna de las dos, por esquemáticas; lo ideal es el voto razonado.
¿No nos inclinamos por ningún candidato? De acuerdo, votemos por el partido más cercano a lo que queremos para las generaciones a las que vamos a heredar aquello que ayudemos a construir en nuestra nación. No votar significa no colaborar en tal construcción y perder una de las pocas oportunidades que tenemos, como ciudadanos, de expresar nuestra opinión… Si es que la tenemos; y decidir acerca de nuestro futuro, si es que nos interesa.
Leido en http://www.codigodiez.mx/Textos%20ht/anularelvototrampa.html
ACLARACION.
La nota en cuestión al parecer ya tiene algo de tiempo, pero la idea del autor es lo que importa.
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