Raúl Jorge Lima |
Indeciso
Después de años y años en la cárcel, recayó sentencia en su causa. Inocente, absuelto, libre de culpa y cargo, sobreseído, ¡libre!
Desde el camastro de su celda imaginó la infinita gama de posibilidades que le ofrecía su nuevo estado: tomar este camino o el otro, quedarse o partir, hablar o permanecer callado, levantarse o quedarse un rato más en la cama... En los muros de la prisión rebotó su grito angustiado: ¡Apele, doctor!
Hartazgo
¡Barrotes! ¡Barrotes! ¡Barrotes! Maldita celda. Esa noche, al amparo de las sombras, se ahorcó el carcelero.
¿Somos libres?
Leído en http://tardesamarillas.com/index.php?option=com_content&view=article&id=254:antonio-cruz&catid=18:microrrelato&Itemid=22
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