lunes, 7 de marzo de 2016

Jesús Silva-Herzog Márquez - Democracia temeraria

Donald Trump se sintió obligado a defenderse de un ataque particularmente tonto de Marco Rubio, quien le había dicho que ¡tenía manos chiquitas! No tengo los dedos pequeños, dijo el millonario ofendido, mostrándolos al público. Puedo asegurarles también que lo otro es bastante grande. Todos los que escucharon la frase, entendieron la insinuación. Les garantizo que no hay ningún problema ahí. Eso es lo que pudo escucharse hace unos días en el debate entre quienes aspiran a la Presidencia de Estados Unidos. Un candidato defendiendo el tamaño de su pene. Por eso hay quien dice que los debates republicanos no son aptos para niños. Se han convertido en espectáculos grotescos. Hombres que niegan la ciencia y se insultan para enfrascarse en una discusión sobre las dimensiones de su anatomía.




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