El sacerdote de una parroquia en la Ciudad de México se puso a revisar los archivos de sus feligreses y descubrió que jamás había recibido una sola donación de un senador que vivía en su colonia. Ante esa situación, decidió ir a hablar con el legislador.
–Senador, gracias por recibirme, mire vengo porque, con todo respeto, según mis archivos, usted tiene ingresos anuales por 100 millones de pesos, pero nunca nos ha donado un solo peso. Es el único que no ha dado ni un centavo para nuestras obras de caridad. ¿Querría usted, contribuir con alguna cantidad?
–A ver, padre –respondió el senador– ¿en sus archivos, como dice usted, consta que mi madre está muy enferma y que sus gastos médicos son el triple de lo que recibe como pensión?
–¡Ah, caray! No, por supuesto eso no aparece en mis archivos. Disculpe usted.
–¿Y sabe acaso qué estoy divorciado y que, por ley, a mi mujer le debo dar el 75% de mis ingresos?
–No, tampoco, perdón.
–¿Y en sus archivos aparece que mi hermano pequeño es ciego y no encuentra trabajo?
–Este. No, tampoco.
–¿Y le dicen algo sus archivos de que mi padre, diabético y enfermo del corazón, está en una silla de ruedas desde hace más de 10 años?
–Lo siento. No, no sabía nada. Me deja usted perplejo.
–Y, por si eso fuera poco, ¿sabe usted que la empresa de mi hermano está quebrada, por lo que éste se suicidó y ahora debo hacerme cargo de sus cuatro hijos?
–Pues no, para ser sinceros, no sabíamos nada de eso en la parroquia. Realmente debe usted mantener a mucha gente.
–Así es, padre. Entonces, dígame: ¿por qué chingados tengo que darle dinero a usted, si no le doy nada a ellos?
No tienen madre. Y no lo digo en términos familiares, sino de decencia: nuestros legisladores no tienen madre. Anoche, muy noche, los senadores aprobaron la Ley del Sistema Nacional Anticorrupción. Se suponía que eso iba a ser el principal instrumento de los ciudadanos para vigilar y castigar a los políticos corruptos. ¿Qué pasó en realidad? Que los senadores aprobaron una versión pirata de la ley y, obviamente, todo cambió para que todo siga igual. Es decir: los corruptos de siempre seguirán haciéndose ricos a nuestras costillas.
Si crees que no puedes hacer nada, estás en un error. De perdida, al terminar de leer esta columna, puedes marcar el teléfono 53 45 00 00 y pedir por tu senador o senadora. Y a quien te conteste, simplemente miéntale la madre. Si quieres ser un poco más claro, dile que te parece una burla la reforma que aprobaron contra la corrupción. ¿Te van a hacer caso? Es posible que no. Pero, al menos, tendrás la satisfacción de no haber permanecido en silencio ante el saqueo de estos miserables.
A pesar del reclamo ciudadano de acabar con la corrupción, los senadores hacen como que ni te ven ni te oyen. Especialmente el senador Pablo Escudero, que es ahora quien representa lo peor de nuestro sistema político, pues fue él quien se burló de la sociedad civil, al prometerle una ley de avanzada, cuando en realidad lo que hizo fue promover una ley que nos lleva hacia atrás.
Por cierto: ¿sabes quiénes votaron en contra de la Ley Anticorrupción? Los senadores afines a Andrés Manuel López Obrador, como la campechana Layda Sansores y la sonorense Ana Gabriela Guevara. Para eso me gustaban, cobardes.
¡Nos vemos el martes!
Leído en
http://www.zocalo.com.mx/seccion/opinion-articulo/ni-te-ven-ni-te-oyen-1466061038
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