La cabeza del gorila Bantú con los colmillos de fuera y separada del resto de su cuerpo, que yace en trozos sobre la mesa del forense, es la imagen que han visto este lunes los mexicanos para enfrentarse al debate sobre la conservación de animales en cautiverio. No se trataba de una noticia de las páginas de la sección de sucesos, ni la última víctima del cártel de los Zetas, sino del último gorila macho de tierras bajas occidentales de México. El diario El Universal ha publicado las fotografías, tomadas presuntamente por un funcionario, en las que el primate aparece decapitado y destazado después de su muerte el pasado miércoles durante su traslado del Zoológico de Chapultepec a Guadalajara.
Bantú murió la noche del miércoles de un paro cardíaco a las puertas del zoológico de la Ciudad de México. El primate de 25 años iba a viajar al zoológico de Guadalajara para intentar su reproducción con dos hembras albergadas en ese centro. Pero el plan falló, alrededor de las 21.30 horas y después de que el gorila fuera anestesiado, su corazón se paró. Las circunstancias de la muerte del ejemplar apuntaron desde el primer momento a un error en la administración de la anestesia. Las autoridades del zoológico evitaron dar conclusiones apresuradas y comenzaron el análisis del cuerpo que terminó en el destazamiento del ejemplar.
Al Gobierno de la Ciudad de México no la ha quedado más que reconocer que las imágenes son parte de la necropsia a la que ha sido sometido el animal. Tanya Müller, secretaria de Medio Ambiente, ha apuntado que trabajadores de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) tomaron las fotos y las filtraron a la prensa. Müller ha defendido en la radio mexicana el procedimiento y ha asegurado que la única forma de trasladar al gorila para su incineración era desmembrándolo. “Al final todas estas partes corporales, líquidos y tejidos del cuerpo, son considerados material biológicamente peligroso, entonces los hornos que se tienen en la ciudad y en la UNAM tienen una capacidad de 70 kilos. Los animales se tienen que desmembrar de tal manera que puedan ser trasladados en las bolsas de 60 kilos que dice la norma para su incineración”, dijo.
Las imágenes y las declaraciones de Müller han desatado la indignación de los conservacionistas. Marielena Hoyo, exdirectora del Zoológico de Chapultepec, explica a EL PAÍS que en la Ciudad de México existen condiciones para incinerar un primate de 1.70 metros de altura y 220 kilos. “Una necropsia se puede hacer con toda la pulcritud y sin necesidad de hacer esta carnicería”, señala. Hoyos recuerda que en el caso de otros animales del zoológico, como el orangután Jambi y el panda Pepe, el centro ha conseguido condiciones adecuadas para realizar la necropsia y cumplir con la incineración de ejemplares de grandes dimensiones. Hoyo explica que el procedimiento se podía hacer a través de la apertura del cuerpo y examinación de sus órganos, similar al que se ejecuta en humanos, sin necesidad de desmembrarlo.
Ante la muerte del gorila, el Gobierno de la Ciudad de México ha suspendido a Juan Arturo Rivera, director de Zoológicos de la ciudad, para investigar si hubo un mal manejo del ejemplar. Rivera aseguró el jueves a este periódico que unos 20 médicos especialistas atendieron al primate y que no existió un fallo en la administración de los anestésicos. "El ejemplar fue anestesiado para meterlo en la jaula y ese procedimiento se hizo bien e incluso se revirtió, pero cuando Bantú quiere despertarse ocurre el paro", explicó.
La Profepa tiene ahora la custodia del cuerpo de Bantú y ha hecho público el registro de los medicamentos que le fueron administrados al gorila: tiletamina-zolacepam, ketamina y medetomidina. Casi todos los fármacos ya habían sido suministrados al ejemplar en 2010 para contenerlo a excepción de la medetomidina. “Esta sustancia está contraindicada cuando no existe certeza de que el animal padece un mal cardíaco”, apunta Hoyo, la exdirectora del zoológico. Los resultados de la necropsia de Bantú serán publicados en un mes, según han informado las autoridades.
Ante la muerte del gorila, algunas organizaciones ambientalistas han pedido el cese de las autoridades medioambientales e incluso el cierre del Zoológico de Chapultepec. La ONG Proyecto Gran Simio de México ha convocado a movilizaciones y una consulta pública para determinar si la existencia del centro todavía es pertinente.
El Zoológico de Chapultepec abrió el 6 de julio de 1923 y desde entonces se convirtió en el corazón animal de la capital mexicana. En el centro viven 1.930 animales que consiguen la visita de 5,5 millones de personas al año. En el zoo hay programas de reproducción de especies como el lobo mexicano, panda gigante, ocelote, conejo de los volcanes, borrego cimarrón y ajolote. Bantú nació en cautiverio en 1991 en uno de estos programas de conservación y es hijo de una hembra del Zoo de Cincinnati y un macho africano. “Era el único hijo de un macho capturado en África, ese ejemplar tenía una genética muy especial”, refiere Hoyo.
Leído en
http://internacional.elpais.com/internacional/2016/07/11/mexico/1468265237_877127.html
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