Una sola vez traté a Miguel Ángel Granados Chapa. Fue en el primer trimestre de 2005, por una demanda por daño moral que nos puso el hoy también difunto ex subprocurador de la PGR José Luis Santiago Vasconcelos a Carlos Marín, Manuel Feregrino, Ricardo Rocha, a él y a mí.
Convivimos en los juzgados. Lo recuerdo magistral en el 32 de lo civil, argumentando que, dado el carácter del subprocurador, estaba roto el principio de igualdad entre las partes, por lo que pedía se le eximiera de comparecer. Terminamos exonerados sin ningún problema.
Coincidimos en algunas reuniones y eventos, pero mi relación con él fue esencialmente la de un lector con un columnista. Comencé a seguirlo desde principio de los años 80 y nunca lo dejé. Revisar al menos de qué tema se ocupaba era una obligación.
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