El poder del dinero nunca había sido tan grande, tan insolente, tan egoísta con todos.
Un fantasma recorre el mundo. Se trata de un movimiento ajeno a partidos, a esquemas tradicionales, a lo convencional. Es la resistencia pacífica de los jóvenes que se lanzan a la calle, a la plaza pública, al corazón del dominio financiero, para expresar con su protesta su indignación por un modelo excluyente, discriminatorio, individualista. Lo mismo en España, Francia, Italia y Portugal que en Nueva York, Boston, San Francisco o Los Ángeles. Son los portavoces del sentir de muchos que no encuentran espacio en una sociedad cada vez más mezquina, consumista, poco solidaria. Su lucha es contra la apatía o la resignación. Por eso vale la pena traerlos a colación. Reflexionar sobre esta disputa que mueve conciencias, que obliga a construir nuevos paradigmas y a retomar la capacidad de sublevarse frente a la pobreza, la desigualdad y la violencia que afectan a la mayoría de los pueblos y que contrastan con el lacerante poder económico de unos cuantos, muchos de ellos representantes de un capital especulativo cuyas ambiciones desmedidas condujeron al mundo a una crisis que todos, excepto ellos, estamos pagando. De ahí el llamado. De ahí la proclama. En su libro ¡Indignaos!, Stéphane Hessel (veterano de la resistencia francesa y redactor de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre) escribe: “El poder del dinero…
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