miércoles, 23 de noviembre de 2011

Dando y dando-------------------------> Sergio Aguayo.



La metamorfosis semántica de Andrés Manuel López Obrador es el acontecimiento que sacude y reacomoda el tablero político. Revisémosla poniéndole antecedentes y dándole algo de contexto.

El 19 de enero de 2010 AMLO impartió una conferencia en El Colegio de México. En su presentación se apegó al guión de aquellos años y enumeró las maldades de la "mafia" para después anticipar que en 2012 sería diferente porque el pueblo ya estaba organizándose. El comentarista, Lorenzo Meyer, reaccionó con una pregunta bastante lógica: "cuando en el diagnóstico tú [AMLO] señalas que la televisión y los medios de comunicación están en manos de esta oligarquía [...] ¿Cómo se puede superar ese obstáculo?". López Obrador no respondió aquel día; empezó a hacerlo la semana pasada.

El miércoles 16 de noviembre López Obrador fue entrevistado en el Canal de las Estrellas y ofreció a Televisa "reconciliación" solicitándole, además, que se dieran ambos el "beneficio de la duda", para insistir luego que eran tiempos de unidad de "todos" los mexicanos. A pregunta expresa de Joaquín López Dóriga ratificó la llamativa frase con la cual había cerrado su discurso en la ceremonia donde quedó ungido como el candidato de las izquierdas: "vamos todos juntos -había dicho un día antes- sin odios ni rencores a construir una República amorosa". El sábado 19, AMLO le puso otra trabe a su nuevo edificio discursivo cuando aclaró que ya no quería hablar de las elecciones de 2006.

Una prosa sorpresiva pero predecible. Es absolutamente normal y legítimo que, después de afianzar una base en la izquierda o la derecha, los candidatos se deslicen hacia el centro para pescar a moderados e indecisos. En 2006 Ollanta Humala fue candidato a presidente de Perú con un discurso de izquierda biliosa. Perdió pero en 2011 rectificó, moderó fondo y forma y se alzó con la victoria (¡hasta Mario Vargas Llosa lo respaldó en su leída columna!).

López Obrador está inmerso en un desplazamiento similar y por lo pronto ya ofreció la reconciliación a Televisa, hace guiños a los empresarios y elogia la moderación. Ignoro si logrará convencerlos a todos pero por lo pronto está obligando a que se discuta sobre la autenticidad y el significado de la metamorfosis. De entrada, con unas cuantas acciones ya le quitó reflectores a la trilogía panista.

López Obrador está en una posición ideal para consolidarse como el candidato de las izquierdas cumplidoras y captar los votos o las abstenciones de algunos independientes y dubitativos (ya no tendrá como en 2006 la competencia de una Patricia Mercado o de la Otra Campaña). En estos tiempos de escepticismo ayudaría que llenara su verbo de contenido y demostrara en el aquí y el ahora que va en serio su reformismo. Es obvio que los gobiernos del PRD tienen vida propia y que hay una larga historia de distancias y desconfianzas entre AMLO y algunas corrientes perredistas. Aun así, es mucho lo que puede hacer.

Por ejemplo, el tabasqueño tiene a su favor que uno de sus principales aliados, Marcelo Ebrard, prometió quedarse a gobernar la estratégica capital y que a Marcelo conviene que Andrés Manuel avance y de ser posible triunfe. Uno de los temas que más irritan a las clases medias capitalinas es la corrupción, y la capital puede ser el campo de prueba de un combate a fondo contra ese cáncer que alcanza una de sus mejores expresiones en la especulación con el uso del suelo.

Otro sendero potencial para el Peje sería que utilizara su indudable influencia sobre algunas tribus perredistas para lograr que llenen sus cuotas de candidatos a puestos de elección popular poniendo como criterios el profesionalismo y el compromiso ético. Es lamentable en ocasiones el bajo nivel o la voracidad que demuestran. También ayudaría que se mostraran receptivos -él y su equipo- a los cuestionamientos y las dudas bien fundamentadas de la opinión pública.

Respeto a quienes ya tomaron la decisión de votar por AMLO. En mi caso prefiero arroparme en esta etapa inicial, en la propuesta que Andrés Manuel le hizo a Televisa: instalarme en el beneficio de la duda mientras el candidato de las izquierdas y sus aliados demuestran con hechos en el mundano presente lo que prometen para el etéreo futuro y para demostrarlo tienen una capital que es una caja de resonancia nacional.

En suma, mientras Enrique Peña Nieto y Josefina Vázquez Mota están atrapados en telarañas de intereses creados; López Obrador tiene margen de maniobra para conquistar el voto independiente y moderado con hechos concretos y verificables. En lenguaje coloquial: dando y dando.



LA MISCELÁNEA

Pobre Coahuila. Está obligada a pagar las gigantescas hipotecas heredadas del folclórico Moreira mientras padece el asedio del crimen organizado. La semana pasada atentaron contra El Siglo de Torreón, un medio independiente que ante la impotencia gubernamental necesita de la solidaridad de un gremio acosado.


Comentarios: www.sergioaguayo.org; Twitter: @sergioaguayo; Facebook: SergioAguayoQuezada

Colaboró Rodrigo Peña González.



Leído en http://www.reforma.com/editoriales/nacional/635/1268551/ 

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