miércoles, 23 de noviembre de 2011

A la final: Peña, AMLO y Cordero sin árbitro fiable --------------> José Carreño Carlón



Antes de las elecciones primarias a la mexicana, ya se da por seguro quiénes irán a la final: Peña Nieto por el PRI, tras la declinación de Beltrones; López Obrador por el PRD, tras la declinación previa de Ebrard, y Cordero por el PAN, por decisión del Presidente Calderón, pese a la ventaja en encuestas de Josefina Vázquez Mota. 
 
Lo que no es seguro es si el proceso electoral terminará o no reventado por la ausencia de un árbitro fiable, ahora que ha trascendido que dos consejeros del IFE impusieron pautas de radio y televisión de cumplimiento imposible, tanto por el propio IFE como por los medios. Y ahora también que el Presidente Calderón se ha reafirmado como parte beligerante, en detrimento de una última instancia política de conciliación que será requerida al paso de los meses venideros. 
 
Y si el conocimiento anticipado de quienes ganarán la elección interna en los partidos recuerda el conocimiento por adelantado que se tenía de quién ganaría la presidencial en el pasado, las reglas inobservables del IFE, notificadas a los medios públicos y privados, podrían ser la expresión actualizada de la no aceptación de la derrota como enfermedad crónica de la política mexicana. 
 
Perder, arrebatar, vender 
 
Y es que la imposición de normas imposibles de cumplir agrega supuestos de anulación de las elecciones, meta anhelada por quienes se perfilan como perdedores en esa antigua cultura política nacional. De los consejeros electorales a quienes se atribuyen las pautas impracticables, uno, Marco Antonio Baños, fue llevado al cargo por Manlio Fabio Beltrones, quien declinó a la candidatura presidencial con un texto cargado de mensajes equívocos de lealtad al PRI y de reproches apenas ocultos a su puntero presidencial. Mientras el otro, Alfredo Figueroa, comparte con Los Pinos la obsesión de descarrilar a Peña, empresa improbable en las urnas a partir del rezago del prospecto presidencial del Presidente. 
 
Y aquí encajaría el contenido de las pautas que ambos consejeros habrían elaborado contra los dictámenes técnicos del propio IFE y contra el resultado de la consulta ordenada por el Tribunal Electoral. Lo que estas disposiciones estarían ordenando, técnicamente, es una impracticable reconfiguración de la radiodifusión mexicana a realizar en tres semanas. Y lo que políticamente significaría para sus promotores es acumulación de normas no cumplidas que lleve a la anulación del proceso y a romper el juego para arrebatar el triunfo —o venderle caro un arreglo— al ganador. 
 
Nuevas variantes de la cultura política que sobrevivió a la extinción del viejo sistema de partido dominante, y que no permiten consolidar el nuevo sistema de alternancia plena en la presidencial. 
 
Escenarios del mal 
 
Ello deja hasta hoy tres escenarios ominosos: 
 
1. El Presidente Calderón no ceja en su empeño de seguir postergando la reanudación de la alternancia en la Presidencia, especialmente si el alternante es el PRI, y más específicamente Peña Nieto. Y si no logra destruir al priista con el discurso ya decantado que identifica los triunfos del PRI como producto de la intervención del crimen —más los recursos de los tribunales del Estado y de los tribunales de los medios que lo acompañan—, el Presidente tiene ahora la vía de escape de las pautas inobservables del IFE como una carta más para invalidar un triunfo de la oposición. 
 
2. El Gobierno federal no alcanza a tumbar a Peña y AMLO queda en segundo lugar, que le es suficiente para buscar imponerse en la movilización poselectoral sobre un puntero priista en la mira de Los Pinos y de un sector del propio PRI, si no hay arreglo menos equívoco con Beltrones. 
 
3. El Presidente Calderón no acierta a impedir la llegada de Peña a la Presidencia, pero sí a debilitarlo y obligarlo a aceptar las condiciones de quienes le vendieron la remoción de los obstáculos que antes le pusieron. 
 
Sí. Lo mismo que vivió el propio Calderón.

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