Detesto el discurso patriotero-llorón y me tienen sin cuidado los estereotipos racistas sobre los mexicanos. Pero lo de Forbes es un caso puro de miseria y estupidez periodística en aras de, supongo, la espectacularidad.
Me refiero a la recurrente inclusión de Joaquín El Chapo Guzmán en sus sagradas listas, ante las que medio mundo se hinca y persigna.
Según se difundió ayer, El Chapo brincó en el último año del lugar 60 al 55 en el ranking de los más poderosos del mundo. ¿Sobre qué criterios llega Forbes a esta ubicación? Sobre un par de lugares comunes:
*Muerto Osama bin Laden, El Chapo es el hombre más buscado en el planeta.
*El gobierno mexicano sigue siendo incapaz de someterlo, por lo que su “violencia desalmada” continúa.
Sobre una típica afirmación sin fuente precisa:
*Un funcionario de la DEA lo llama El Padrino del narcotráfico internacional.
Sobre una comparación imposible:
*Tiene más poder que el colombiano Pablo Escobar Gaviria en los años ochenta.
Y sobre un presunto dato duro:
*En 2011 fue detenido Víctor Manuel Félix, suegro de uno de los hijos de El Chapo, con medio millón de dólares en efectivo y media tonelada de cocaína.
Es todo. ¡Guau! Con esa misma vulgaridad metodológica, Forbes calcula que la fortuna del self made man de 54 años líder del Sinaloa Cartel ronda los mil millones de dólares, que lo colocan como el décimo más rico de México y el mil 140 en el mundo.
Eso sí, la espectacularidad funciona. Ayer por la tarde, El Chapo era el quinto personaje más popular en la página web de Forbes, con más de 10 mil visitas.
Creo que fue el gran Amos Oz quien dijo que tal vez el peor aspecto de la globalización sea la infantilización del género humano.
Vean, si no, este ejemplo editorial
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