viernes, 18 de noviembre de 2011

El peje en Televisa por Álvaro Cueva



El mundo se va a acabar: Andrés Manuel López Obrador se presentó en “El noticiero con Joaquín López Dóriga”.
¿Pues no que Televisa era lo peor de lo peor? ¿Pues no que Televisa era la mafia? ¿Pues no que Televisa lo tenía bloqueado? ¿Pues no que a Televisa sólo le importaba Enrique Peña Nieto?
¡Qué vergüenza! Porque, además, “El Peje” manejó la entrevista con las patas.
En lugar de esperarse a que Joaquín lo cuestionara, él solito abrió la boca, él solito se puso la soga al cuello, y usted sabe que explicación no pedida, acusación manifiesta.
Además, desde la perspectiva de la comunicación, aquello fue una desgracia. Su boca decía unas cosas y sus gestos, el tono de su voz y su postura, otras.
Y ni siquiera su discurso tuvo destellos de inteligencia, más allá de su pavoroso manejo del amor, la fraternidad y la moralidad, en más de una frase habló mal de su gente, de la gente que lo siguió en 2006, de la gente que fue y se peleó por él en su calidad de “presidente legítimo”.
¿Qué se puede pensar de un político que, con tal de salir bien parado, habla mal hasta de sus propios seguidores acusándolos, entre otras cosas, de haber estado desorganizados.
¿Pues no que le habían arrebatado el triunfo? ¿Pues no que Felipe Calderón había llegado a la presidencia a través de un fraude?
Ahora resulta que la culpa fue de su falta de organización, de su gente, de los otros. ¡Cuánta soberbia!
Yo no sé quiénes son los asesores de “El Peje” ni cuánto le cobren, pero evidentemente no tienen ni la más mínima noción de lo que es la reinvención de personajes públicos.
¿En qué cabeza cabe poner al señor López Obrador a hablar de amor sin ningún antecedente que lo justifique?
El resultado es infame, como el de un cura pederasta hablando de castidad mientras le agarra las nalgas a los niños, un insulto para cualquier inteligencia.
Y lo más interesante de este evento es que Televisa, que pudo haber quedado como la televisora con menor dignidad sobre la faz de la Tierra por abrirle las puertas a un tipo para que la fuera a perdonar, quedó como la reina más reina de todas las reinas.
¿Por qué? Porque su periodista estrella no obligó a Andrés Manuel a decir nada, nada, y porque lo presentó en igual de circunstancias como ha venido presentando a una larga lista de precandidatos.
Adiós a la mafia, al fraude, al complot y al cerco informativo. Adiós, adiós.
¡Qué gran nota! Ahora sí ya nos quedó claro, todo el mundo se arrodilla ante Televisa, hasta el mismísimo Andrés Manuel López Obrador. ¡Qué gran nota!

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