Uno de los grandes absurdos en el análisis de la política nacional tiene que ver con los medios de comunicación, en especial la televisión, en especial Televisa. Sólo así puede explicarse que la entrevista del mayor conductor de noticieros a un candidato a la presidencia se revise más desde el morbo que desde el periodismo.
Pero, y en este espacio se ha repetido hasta el hartazgo, la fraseología y la superstición gozan de extraordinaria salud. ¿Qué es eso de que un político le declara la paz a un medio de comunicación? ¿Andrés Manuel López Obrador estaba en guerra con Televisa? ¿En serio, porque sus cercanos entraban y salían felices de los distintos programas?
Ahora resulta que criticar a un personaje público es declararle la guerra. Y que un buen día, ese personaje decide que la guerra debe terminar. La “víctima”, el “agredido”, ordena al “agresor” que acabó la hora de pelear y ¡la pelea se acaba! Pedazo de estupidez.
Como sea, la campaña 2012 ha comenzado con un buen show, con un episodio que prefiguraría el final del capítulo de la lucha entre el “pueblo bueno” y la “siniestra conspiración de las fuerzas corruptoras”, y con la pregunta de qué le habrán prometido los asesores a López Obrador para que teatralmente abandone su guerra santa y se ponga flores en el pelo.
Lo mismo en http://www.vanguardia.com.mx/lareconciliacioncontelevisa-1152236-columna.html
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