sábado, 26 de noviembre de 2011

¿López Obrador = Gandhi? Antonio Navalón



Es mentira que haya sido una sorpresa el hecho de que Andrés Manuel
López Obrador sea el candidato de la izquierda. El país de la simulación
—el de El Gesticulador de Usigli—, es decir, México desde hace un rato
juega a que no es el país que somos sino el que nos gustaría ver o el
que nos conviene que sea.

Recorrer la república, no en avión privado, sino en camionetas que pagan
naturalmente los que mantienen al gobierno legítimo con cargo a los
impuestos del Distrito Federal, por ejemplo, es algo que da una visión
como la que tiene López Obrador. Pero no hay que equivocarse, no es
únicamente que AMLO haya cambiado —que si es cierto lo que parece, me
alegro por él.

Lo que los mexicanos deben saber sobre todo, es que aunque los políticos
se empeñen en no aceptarlo, el mundo ha cambiado. Esta carrera de Andrés
Manuel no tiene nada que ver con la de 2006 pero no sólo por él, sino
por todo lo demás: se cayó el Fondo Monetario, se cayó el Banco Mundial,
se cayó la disciplina económica, se cayeron algunos de los principales
coros que hablaban de que López Obrador era un peligro para México. Cómo
no iba a ser así, hoy en día si hablamos de peligros reales, éstos son
los que sufrimos por una ola de violencia sin límite, frente a una
batalla que había que darla para ganar, pero que por lo pronto, lo único
que ha traído al país es sangre, sudor y lágrimas.

Entonces, ¿qué es nuevo en AMLO? Pues espero que haya aprendido lo que
es o fue su principal problema: es un hombre que le gusta ser un líder
moral, tener razón, le gustaría ser Gandhi, pero los mexicanos ahora
necesitamos un gobernante, ya sea de derecha, izquierda o de centro,
pero que quiera gobernar y que no le aburra hacerlo.

Si AMLO ya es ese hombre, lo felicito; si no, estamos en un problema.
Por todos los cambios que he mencionado, es muy posible que 25 millones
de pobres mexicanos (y por desgracia tenemos más), se puedan poner de
acuerdo —ya no en que “primero los pobres” para terminar todos siéndolo
sino en que en la era de los indignados, del fracaso social colectivo,
de las dificultades del euro, de la America lazy como dice Obama—, en
que desean un país más feliz y terminen por votar por Andrés Manuel.

Si Obrador sabe —él y su Alencar—, sea de Monterrey, sean los
empresarios que están queriendo despertar con él o no, estará bien, pero
si no lo saben, si todo es una operación espiritual pero cosmética en el
sentido de sólo querer tener razón entonces el país tendrá un conflicto
más grave que los que ya afronta actualmente.

Dentro de ese ajuste general, que los astros, las estrellas y las
constelaciones han hecho, que nadie olvide que con un poco de poder en
México ya nada es igual. Los muy ricos, los que gobiernan han podido
medir -ganar o perder- pero entrar en el juego de subir y bajar por un
poder que no se sabe muy bien cómo ha actuado, el de Calderón.

Por lo demás, el ajuste general, el de verdad, entre las distintas
familias, conocidos, grupos de interés, de presión, monopolios y demás
aspectos que adornan el país, deben saber que el juego de golpe se ha
vuelto serio, pero no porque AMLO sea un peligro, un revolucionario o
posiblemente una solución, sino porque en definitiva se acabó la época
de gracia en la que hemos vivido y ahora los problemas del mundo son
reales y los de México también.

Mientras tanto, —así como hay ricos que ya empezaron a andar el camino
de la reconciliación a través de Marcelo Ebrard para llegar a Obrador, o
éste tiende la mano en la entrevista televisiva con Joaquín López
Dóriga—, que nadie se engañe, allí también viene un tsunami.

¿Qué papel jugarán los demás? Habrá entendido Andrés Manuel que así sea
la verdad revelada de los dioses la que lo ilumina y le dicta qué hay
que hacer, necesita además hacer un buen equipo.

AMLO debe saber la diferencia entre sus equipos de colaboradores, no es
lo mismo Ebrard que Padierna, Cárdenas que Bejarano.

Mientras tanto AMLO predica amor para todos apegado a la sentencia de
Gandhi de “si quieres cambiar al mundo, cámbiate a ti mismo”.

Periodista

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