Es de Ripley. Primero, en la noche, se declaran ganadores y son pura felicidad. Luego, en la mañana, cuando es evidente que perdieron, dicen que la competencia fue injusta, que les ganaron a la mala. Me refiero a Silvano Aureoles, candidato del PRD-PT-MC al gobierno de Michoacán, y a Luisa María Calderón, candidata al mismo puesto de elección popular por la alianza PAN-PANAL.
Que un perredista proteste de que fue objeto de una elección injusta y fraudulenta, no es sorpresa. Es la marca de la casa. Como he dicho: ese discurso lo tienen enmicado. Cada vez que pierden, lo sacan del bolsillo. Tan sólo recordemos que así lo hizo Alejandro Encinas en los pasados comicios por la gubernatura del Estado de México, aunque haya perdido por la friolera de cuarenta puntos porcentuales.
Pero que lo haga la hermana panista de este Presidente, eso sí es digno de analizarse. Sobre todo porque alega que fue el crimen organizado, es decir la verdadera mafia, la que le robó la elección. Así lo dijo, con todas sus letras, Luisa María Calderón en diversas entrevistas ayer. Se dijo "sorprendida" por el repunte que tuvo el PRI en el sur del estado: "Es ahí donde operó la delincuencia organizada, lo que a mí me hace pensar que ellos decidieron apoyar a este partido". La llamada Cocoa afirmó que los criminales organizados "prácticamente tomaron el proceso, ellos decían quién iba a votar quién no votaba, cerraron carreteras, etcétera". Se trata de una acusación gravísima, sobre todo de quien viene.
¿Acaso Luisa María ya se olvidó cómo López Obrador acusó a su hermano, Felipe, de fraude, de espurio, de pelele de "la mafia que controla el país" que fue quien le robó la Presidencia al tabasqueño? ¿No se trata, en el fondo, del mismo discurso de que fueron "los chicos malos" los que impusieron al gobernante? Con una agravante: que la mafia a la que se refiere Luisa María sí es mafia de verdad y no el invento retórico de AMLO.
No sólo eso. Recordemos aquella declaración de Gerardo Ruiz Mateos, entonces secretario de Economía, hoy Jefe de la Oficina de la Presidencia, quien señaló que si el gobierno de Felipe Calderón no hubiera emprendido las acciones contra el narcotráfico "el próximo Presidente de México sería un narcotraficante". Porque "el narcotráfico había penetrado hasta las entrañas del país y ya había hecho un Estado dentro del mismo Estado. Hay varias ciudades y municipios en México donde cobran impuestos, donde imponen la ley, donde imponen presidentes municipales, donde exigen derecho o bono de seguridad". Pues resulta que, de acuerdo a Luisa María Calderón, el narco ya impuso al próximo gobernador de Michoacán. Entonces, ¿de qué ha servido la guerra de su hermano contra el crimen organizado? ¿Esto quiere decir que, si el PRI gana la Presidencia el año que entra, el narco habrá hecho realidad la pesadilla de Ruiz Mateos?
Hace poco escuché a un ex funcionario de altísimo nivel del gobierno calderonista exponer que la guerra contra la criminalidad sí había tenido éxito porque, por ejemplo, en Michoacán, Servando Gómez Martínez, La Tuta, ya no tenía el mismo poder de antes. En el pasado juntaba a los candidatos a presidentes municipales y "les leía la cartilla". Pero ahora La Tuta estaba muy lejos de eso. Su organización, La Familia Michoacana, se encontraba debilitada y el líder a salto de mata. Pues con la novedad de que el crimen organizado michoacano, de acuerdo a Luisa María Calderón, no está tan disminuido del todo: está tan fuerte que puede tomar partido a favor del PRI e imponer al próximo gobernador de Michoacán. Entonces, ¿a quién le creemos? ¿Al Presidente que manifiesta que la guerra se va ganando o a su hermana que piensa que se está perdiendo?
Si la mafia se robó la elección en Michoacán, habría que presentar las pruebas. Porque, de lo contrario, Luisa María quedará en el mismo grupo de políticos a los que pertenece López Obrador: la de los malos perdedores que sólo inventan patrañas para justificar sus derrotas
Lo mismo en http://www.excelsior.com.mx/index.php?m=nota&seccion=opinion&cat=11&id_nota=783828
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