viernes, 4 de noviembre de 2011

Michoacán; el voto narco RICARDO ALEMÁN


Resulta entendible que Luisa María Calderón –la candidata del PAN al gobierno de Michoacán–, haya negado que el crimen del alcalde de La Piedad, Ricardo Guzmán, sea un mensaje a su candidatura, al PAN, a su persona o, incluso, al presidente Felipe Calderón.

Y es que reconocer de manera pública lo que parece evidente –que el crimen del alcalde tiene todas las características de advertencia criminal al gobierno de Calderón y a su hermana–, habría sido lo mismo que aceptar que el PAN y la familia Calderón juegan con “cartas marcadas” en Michoacán.

CARTAS MARCADAS
¿Y cuales son las cartas marcadas?.

1.- La decisión de convertir en tema central de campaña, la violencia y la lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico, tanto en Michoacán como en la elección presidencial de 2012.

2.- Y conseguir, mediante esa estrategia, una jugosa renta de votos, a partir de la percepción de que ha sido tan exitosa la lucha del gobierno federal contra el crimen organizado y el narcotráfico, que la dinastía Calderón Hinojosa es capaz de ganar el gobierno estatal en su tierra natal, que además es asiento de una de las bandas criminales más golpeadas por las fuerzas del Estado.

En otras palabras, que el asesinato de Ricardo Guzmán –según la misma hipótesis–, es una medida extrema de terror y fuerza contra el panismo de Michoacán y contra los potenciales electores.

En el primer caso, el mensaje va directo a los candidatos a alcaldes, diputados, regidores y, por supuesto a la candidata Luisa María Calderón. Y el mensaje se puede traducir de la siguiente manera: “Si sigue en sus campañas, y si ganan la elección, el futuro que les espera es el de Ricardo Guzmán”. ¿Así o más claro?

Y el mensaje directo a los electores va implícito; es el mensaje del terror, de la muerte. ¿Cuántos potenciales electores que simpatizan con los candidatos del PAN, se atreverán a salir a votar el domingo 13, luego del crimen de Ricardo Guzmán?. La sola duda, ya consiguió parte del objetivo; el de amedrentar a los votantes.

EL VOTO CONTRA EL PAN
Y precisamente en esta parte, la del miedo a elegir libremente en un proceso electoral como el de Michoacán, se localiza el corazón del mensaje criminal que envía el asesinato de Ricardo Guzmán.

¿Por qué asesinar a uno de los pansitas michoacanos con más aplauso y reconocimiento, como el alcalde de La Piedad? ¿Por qué no el objetivo fue un candidato de otro partido?

Si apelamos al sentido común, al sentido político y –en el extremo–, al impacto que provoca la muerte en los ciudadanos, la conclusión parece obligada. El objetivo fue un panista reconocido, porque el mensaje va dirigido al PAN, a sus candidatos a alcaldes y diputados, a su candidata al gobierno estatal y, también en el extremo, a la casa presidencial de Los Pinos.

En efecto, se podría decir que las bandas criminales que tienen el control en Michoacán, ya votaron contra la posibilidad de que el PAN se convierta en gobierno en el estado, en no pocos municipios y que consiga importantes posiciones en el Congreso local.

¿Por qué las bandas criminales no quiere un gobierno estatal del PAN, por qué no aceptan gobiernos municipales azules?. ¿Por qué no quieren como gobernadora, a una integrante de la dinastía Calderón Hinojosa?. Porque el gobierno azul de Felipe Calderón ha sido el gobierno que más bajas le produjo a, por ejemplo, el disminuido cártel de La Familia Michoacana; porque ese mismo gobierno casi acaba con Los Caballeros Templarios.

Pero además, porque en el estado de Michoacán floreció el crimen y el narcotráfico, en los gobiernos del PRI y del PRD, durante las dos o tres décadas más recientes. Eso significa que los barones del crimen y la droga no solo votan por la permanencia o la expulsión de tal o cual partido en el gobierno, sino que también esos cárteles hacen política.

LA POLÍTICA DEL NARCO
Muchos suponen que los criminales de hoy son algo así como la escoria social, incapaz de entender los juegos de poder, el valor de la empresa y el significado de la cultura del trabajo, por ejemplo. Pero cárteles como el de la disminuida Familia Michoacana, no solo se propuso la creación de una “sociedad nueva”, sino que estableció una organización social en donde la política tiene un sentido esencial.

¿A poco es creíble que La Familia Michoacana cooptó a Julio Cesar Godoy Toscano –para convertirlo en diputado federal–, solamente por las habilidades y el carisma del medio hermano del gobernador michoacano, Leonel Godoy? Está claro que no, que Godoy Toscano fue seleccionado por su cercanía con el gobernador, con el poder real en aquella entidad y porque esa cercanía era de utilidad fundamental para los intereses del grupo criminal que lo reclutó.

Pero además, porque era un paso gigantesco para el grupo criminal hegemónico en Michoacán, meter al Congreso de la Unión una cabeza de playa como Godoy Toscano. Está claro que las bandas del crimen organizado y del narcotráfico hacen política, que participan en política y que son un actor fundamental en el reacomodo del poder, que significa el cambio de gobierno, sea municipal, estatal o federal.

Por eso, no resulta descabellado señalar que el crimen de Ricardo Guzmán es la confirmación de que en Michoacán el poder no solo lo disputan los tres grandes partidos políticos –PRI, PAN y PRD y sus aliados–, sino que existe una cuarta fuerza –verdadero poder fáctico–, que no puede ser ignorado; el poder del crimen.

¿Cuántos candidatos a alcaldes y diputados locales salieron de las filas de ese poder fáctico criminal que tiene su asiento en Michoacán; a cuantos alcaldes de los partidos con registro, financiaron las bandas del crimen que se enseñorearon en Michoacán, durante los gobiernos del PRI y del PRD de las décadas recientes?.

Les guste o no a los políticos y a los gobernantes, resulta que en las elecciones mexicanas del nuevo siglo, también hay lugar para que las bandas criminales hagan política, aunque sea la política del miedo.

Sólo falta saber si el crimen de Ricardo Guzmán catalizará o no la victoria del PAN. ¿Cara o cruz?

¿SE ACUERDAN?
Hace 6 años, el PRI dejó correr la semana del 29 de octubre al 4 de noviembre en espera del “histórico” debate entre los precandidatos del tricolor, Roberto Madrazo y Everardo Moreno.

Mientras que unos se quedaron con ganas de ver la declinación de Moreno –que nunca llegó –, otros se quedaron con ganas de ver un debate que tampoco apareció. Y es que el acto no pasó de ser una farsa acompañada de lamentable intercambio de descalificaciones.

En el PRD, al igual que ocurrió este miércoles, hace 6 años se anunció la política de alianzas rumbo a 2006. ¿Alguien duda de la puntualidad con que algunos vividores de la política -como el PT y Convergencia -, acuden a reclamar su “parte del botín”?

Finalmente, en total incongruencia, el entonces investigador Benito Nacif criticó a las comisiones legislativas que “operaran y dictaminaran a discreción, como en el viejo PRI”, al referirse al desaseado trabajo legislativo. Hoy, como consejero y moderno inquisidor del IFE, nada dice de la designación de tres consejeros faltantes del IFE. ¿Se acordará de sus reclamos?

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