viernes, 2 de diciembre de 2011

El año que viviremos en peligro por Epigmmenio Ibarra



…allí van los señoríos
derechos a su acabar
y consumir…

Jorge Manrique
Se acaba el sexenio. La cuenta regresiva está corriendo. Menos de un año, 364 días, y contando, faltan para que Felipe Calderón Hinojosa abandone la residencia oficial de Los Pinos.
El hombre que en ella se instaló “haiga sido como haiga sido” comenzará a sentirse, cada vez más, como el general —aunque sólo lo sea de disfraz— en su laberinto. Se sabrá, entonces y eso erosiona la cordura de los poderosos, solitario en palacio.
Más temprano que tarde se verá desplazado de los titulares de la prensa, de la pantalla de tv. No harán ya los medios eco de la más nimia de sus declaraciones; ni verá su imagen multiplicada en las primeras planas de los diarios a lo largo y ancho del país.
Le quedarán, claro, miles de millones de pesos —la cifra más alta en la historia reciente de la que ha dispuesto un presidente— para fabricarse un espejo propagandístico a la medida y desde ahí ejercer, como antes lo hizo Vicente Fox, una perniciosa e ilegal influencia en los comicios presidenciales.
Está cerca ya —y debe saberlo— la hora de la traición de los más allegados. El momento en que aquellos que él considera herederos de su legado, responsables de preservarlo y continuarlo, nieguen toda conexión con él; comiencen a juzgarlo con severidad.

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