Cuando Andrés Manuel López Obrador fue ungido como candidato único de la llamada izquierda mexicana, sorprendió a todos al anunciar que, de ser presidente, sería un fervoroso promotor de la “república amorosa”.
Pocos entendieron el significado de la chabacana propuesta amorosa, hasta que un puñado de intelectuales antagónicos al “lopezobradorismo” le explicaron “al respetable” que el amor y la moralidad poco tienen que ver con la política y con el ejercicio del poder, ya que las reglas del Estado están en la Constitución y la ley, y no en cartillas morales y menos en moralinas.
Con los argumentos de la ciencia y el conocimiento, demostraron que “la república amorosa” no es más que una vulgar estratagema “engañabobos” y emparentada con las prácticas de la derecha y la ultraderecha y, por si hiciera falta, con gobiernos populistas nada serios. En pocas palabras, que “la república amorosa” es una estratagema diseñada sólo para ganar votos y para alcanzar el poder por el poder.
Y claro, ante el razonamiento científico, apareció la barbarie de los fanáticos de AMLO, que no dudaron en recurrir a su fórmula preferida; el insulto, la ofensa y hasta la amenaza de muerte a los críticos del “mesías tropical”; a todos aquellos que piensan diferente.
A su vez, en este espacio revelamos que “la república amorosa” de AMLO no era más que una grosera copia de “la república del amor” que enarboló el dictador venezolano Hugo Chávez, quien la utilizó como palanca electoral para alcanzar su primera reelección —en 2006— y que fue el paso inicial de una insultante dictadura que lo tendrá en el gobierno hasta 2036.
Por su parte, el líder del alzamiento zapatista de enero de 1994, el motejado sub Marcos, metió en un brete ideológico y de congruencia —en realidad de incongruencia— a los fanáticos de AMLO. ¿Por qué?
Porque buena parte de la fanaticada que hoy quema incienso a AMLO, fueron fanáticos del sub Marcos, luego del alzamiento. ¿Y eso qué?, se podría cuestionar. Pues resulta que hasta el sub Marcos hizo mofa de la “república amorosa” de López Obrador. Y si quieren ejemplos, basta revisar el diario La Jornada de la década de 1994 a 2004. Ese diario pasó de ofrecer la apología ciega y sorda del sub Marcos, a ofrecer la apología ciega y sorda del “lopezobradorismo”.
Así, cuando AMLO pregona su “república amorosa”, el sub Marcos lo califica como “uno de los tres bribones” que disputan lo que queda de México. Denuncia que los personeros de AMLO le pidieron “silencio”, y que el prohombre de la izquierda en realidad se mueve a la derecha con su “república amorosa”; que no es más que “un grupo porril ilustrado, ávido de poder, pleno de intolerancia y con un discurso más cercano al de Gaby Vargas y Cuauhtémoc Sánchez, que al de Alfonso Reyes”.
Luego, el sub Marcos se burla de la farsa “de izquierda” que son el PT de Alberto Anaya y Convergencia de Dante Delgado, y crítica al diario La Jornada, a cuyos directivos y editorialistas califica de incongruentes y fanáticos del “lopezobradorismo”.
Y aquí es donde aparece la crisis de identidad y congruencia de aquellos a los que por años se les vendió la imagen del EZLN y de su líder, Marcos, como el ejemplo de las causas justas de la izquierda, y luego se les vendió la imagen de AMLO, como el ejemplo de las causas justas de la izquierda.
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