lunes, 9 de enero de 2012

Ramnr recomienda: Tenochtitlan como organización.


Tenochtitlan como organización


Sociedad
Organización política y social
La organización política de las tribus aztecas, al llegar al valle del Anáhuac, era (en teoría) democrática. Pero podemos definir una organización basada en una teocracia militar "pero en la que el fin guerrero estaba subordinado al fin religioso y en la que el mismo emperador, más propiamente Tlacatecuhtli, era un sacerdote".
Pero la religión no sólo influía en la organización política, también lo hacía en la organización social. Un grupo de familias o clan constituían una tribu. Entre los tenochcas había 20 clanes o calpullis, en los cuales los jefes de familia elegían un representante (calpullec), asesorado por un consejo de ancianos (huehuetque). Los representantes de los calpullis formaban el tlatocan, organismo que presidía el gobierno general de Tenochtitlan. A quien los españoles llamaron rey, era el hombre que ocupaba el puesto supremo entre todos los jefes, llamado Tlacatecuhtli (señor de los hombres), también denominado Tlatoani. El cargo del Tlacatecuhtli era electivo.
 

Plano de Tenochtitlan (cód. Florentino)
Aun cuando no existían clases sociales remarcadas, se pueden mencionar los siguientes rangos: nobles (pipiltin), entre los cuales estaban los caballeros águila y los caballeros tigre (más formalmente, caballeros ocelote). Sacerdotes, que podían proceder tanto de una familia humilde como de una noble. Artesanos, divididos en pochtecas (comerciaban fuera de la ciudad) y tlanamacani (que comerciaban en la ciudad). Plebeyos o campesinos libres (macehualtin). Siervos (mayeques) campesinos que estaban en calidad de siervos. Esclavos (tlacotin), generalmente esclavos de guerra que iban al sacrificio o eran ocupados en diversas tareas.
Un hombre podía alcanzar alto rango por medio de sus esfuerzos.


Educación

La educación comenzaba después del destete, en el tercer año. El propósito era iniciar al niño en las técnicas y obligaciones de la vida adulta. Al igual que casi cualquier actividad diaria de los tenochcas, la educación estaba regida por los principios religiosos imperantes en la cultura azteca. Los padres vigilaban la educación de los hijos y las madres daban instrucción a las hijas; sin embargo, eran los sacerdotes los que impartían la educación en las escuelas.
Había dos tipos de ellas para los varones, la más importante era el Calmécac (hilera de casas), en la cual se preparaba a los nobles para el sacerdocio. Estudiaban las artes y las ciencias, pero la enseñanza era fundamentalmente religiosa, aun cuando muchos de los estudiantes no pretendían ser sacerdotes; algunos se preparaban para ocupar puestos en la milicia o la administración pública. El Calmécac era parte del Templo Mayor y los estudiantes estaban sujetos a una rigurosa disciplina.


ANEXO 3: La educación sacerdotal
 
Los padres dedicaban a sus hijos, en cuanto nacían, para que fueran sacerdotes o guerreros. Si querían que fuera sacerdote, convidaban a los jefes del Calmécac y en un banquete les ofrecían al hijo y lo llevaban al Calmécac donde lo pintaban de negro y le ponían un collar con cuentas de madera, que llamaban tlacopatli y a las que se suponía que quedaba unido el espíritu del niño; por lo cual, antes de devolverlo a sus padres, le quitaban el collar y lo dejaban en prenda en el monasterio.
El aspirante a sacerdote ingresaba a la edad de quince años en el Calmécac, convirtiéndose en tlamacazton. [...]
Más tarde el mancebo, ya ejercitado, ayudaba al sacerdote en los actos del culto; llevaba los implementos del sacrificio, tocaba el teponaztli o tambor de madera, observaba las estrellas para anunciar las horas, y le enseñaban los cantos a los dioses, la escritura y la pintura hierática, la astrología, la historia, la cuenta de los días y de los años y la interpretación de los sueños.La otra escuela era el Telpuchcalli (casa de los jóvenes), para la educación corriente; había uno en casi cualquier barrio de la ciudad. El Telpuchcalli enseñaba civismo, empleo de las armas, artes y oficios, historia y tradiciones, así como la obediencia a las normas religiosas comunes. El objeto principal era el de preparar a los jóvenes para la guerra, la disciplina era menos severa.
Había escuelas para las jóvenes que aspiraban a ser sacerdotisas, además de aprender a tejer y hacer trabajos en pluma para vestiduras sacerdotales.
Otras escuelas especiales existían para enseñar a bailar, cantar y tañer instrumentos musicales; también estas enseñanzas tenían un fin principalmente religioso.
 

Caballero águila (Museo del Templo Mayor)

Familia
Un joven era apto para el matrimonio a los 20 años, mientras una joven se consideraba madura aproximadamente a los 16 años. Antes del matrimonio, se consultaba a un sacerdote para que decidiera si los destinos de la pareja eran armoniosos. De ser así, el padre del novio enviaba dos ancianas de la tribu con obsequios para los padres de la muchacha, quienes de acuerdo con la costumbre, desechaban la petición. Las ancianas regresaban otra vez, por la respuesta definitiva. Si se aceptaba el matrimonio, una de las casamenteras llevaba a la novia en sus espaldas hasta pasar por la puerta de la casa del futuro marido y después se ataban los mantos de los novios para simbolizar su unión. Se celebraba una fiesta y los desposados hacían penitencia durante cuatro días, pasados los cuales consumaban su matrimonio.
Existía la poligamia, sin embargo, la primera mujer tenía prioridad sobre las otras. El divorcio era considerado: un hombre podía repudiar a su mujer en caso de esterilidad o si descuidaba sus deberes. La mujer podía hacerlo de su marido cuando éste no podía sostener la familia o cuando la maltratara físicamente. Una divorciada podía casarse con cualquiera, pero una viuda tenía que hacerlo con un hermano de su difunto marido.

Artes
Escritura
Los aztecas conocieron la escritura pictórica, esto es, la representación directa del objeto o por medio de símbolos o ideas. Por ejemplo, la palabra toponímica Pantépec, que significa "sobre el cerro de la bandera", se escribía mediante una bandera sobre un cerro. Son los códices a través de los cuales conocemos de modo fundamental dicha escritura.
Numeración
El sistema numérico empleado era vigesimal, es decir, contaban por veintenas. Los números del 1 al 19 se representaban con puntos. El 5 solía representarse con una mano. El número 20 era representado con una bandera, repitiéndola para representar cantidades mayores. 400 se representaba con una pluma y 8000 con una bolsa o costal. Así, para obtener distintas cifras, se agrupaban o combinaban puntos, rayas, banderas, bolsas.

Calendarios
Conocían los aztecas el año solar --además del venusino--, representándolo en un calendario llamado xíhuitl, integrado por 18 meses de 20 días cada uno, más 5 días nefastos llamados nemontemi. El Tonalpohualli era un calendario de 260 días, resultado de la combinación de 20 signos con 13 numerales; este calendario era la "cuenta adivinatoria de los días", y permitía saber la suerte de quienes nacían en ellos, servía también para nombrar los años y fijaba las fechas de las fiestas movibles.
Cada 52 años (siglo) coincidían ambos calendarios y se celebraba la fiesta del Fuego Nuevo.
Literatura
A través de la poesía se dieron a conocer, sobre todo, los pensamientos nahuas sobre la vida, sobre el mundo y sobre los grandes problemas humanos. La escritura pictográfica conocida por los aztecas era inapropiada para expresar abiertamente la literatura; sin embargo, --nos dice Vaillant-- "existió una verbosidad rítmica y opulenta como forma de tratamiento cortés, que con un sistema de escritura se hubiera podido transmutar en literatura". Se han conservado obras escritas en caracteres latinos, posteriores a la conquista, recopiladas por Sahagún, Ixtlilxóchitl y otros. Entre ellas hay himnos, oraciones, discursos y exhortaciones diversas. Ejemplo de ello son: colección de cantares mexicanos, Anales de Tlatelolco, Códices Matritenses, etc. Figura importante en este aspecto fue Nezahualcóyotl.


Música
La música era seguramente severa y lúgubre en sus ceremonias religiosas; espectacular y terrible en los combates; fúnebres y depresivas en las celebraciones mortuorias; y alegre en las festividades mundanas. Existió gran variedad de instrumentos musicales, tales como el huéhuetl (cilindro de madera cubierto por la parte con piel de venado); el teponaztli (tambor pequeño de madera, con una hendidura sobre cuyas lengüetas se golpeaba); el ayacacaxtli (calabaza con piedras dentro); caracoles marinos; huesos con los que se silbaba; flautas de carrizo; etc.

Arquitectura
Poco queda de la arquitectura azteca. Sólo subsisten los restos del Templo Mayor de Tenochtitlan. Sin embargo, nos podemos dar una idea a través de los relatos de los cronistas. Sahagún nos dice que el recinto sagrado estaba compuesto por 78 edificios, y que la pirámide central tenía dos templos en la parte superior, uno dedicado a Tláloc, el otro a Huitzilopochtli. Podemos pensar que las casas de los clanes pobres eran de adobe y bajareque, pero las casas de los señores importantes eran espléndidas y espaciosas: "cuatro veces el Conquistador Anónimo intentó recorrer los palacios de Moctezuma: cuatro veces renunció, fatigado", nos dice Alfonso Reyes.
Es muy probable que las casas aztecas hayan carecido de ventanas, tragaluces y chimeneas.
Escultura
A diferencia de la arquitectura, la escultura azteca conocida es amplia. Monumental y realista en su concepción, representa el complejo universo religioso. La piedra del Sol (calendario azteca), es sin duda la obra arquitectónica más conocida del mundo azteca; y nos presenta "un resumen finito del infinito universo azteca", dice Vaillant. Se trata de una disco monolítico de 25 toneladas y 4 m de diámetro. Otras piezas importantes son la escultura de Coyolxauhqui, donde el artista quizás quiso representar la decapitación de esta deidad por Huitzilopochtli; la estatua de Coatlicue y la piedra de Tízoc, enorme disco en el que se representan las hazañas del que le da el nombre.

Religión
Porque la mas alta y sencilla base de la vida es estar en armonía con la naturaleza, la religión azteca trataba, por sus fines y por su práctica, de atraer aquellas fuerzas naturales favorables a la existencia humana y de rechazar las que le eran perjudiciales.
La religión azteca no tenía un Salvador ni un cielo o un infierno para recompensar o castigar las consecuencias de la conducta humana. El rito azteca consistía en el ofrecimiento de regalos, oraciones y actos penitenciales para inducir el favor de los poderes divinos, quienes personificaban a la naturaleza. Descubrir el ritmo inexorable de los acontecimientos naturales era la forma de asegurar la supervivencia de la comunidad. Así, este ritmo llega a ser parte esencial del culto y la religión, manifestándose en la estratificación de divinidades y una especialización en sus funciones. Lo anterior llevó a la integración de un complejo y rico culto politeísta.
Los aztecas desarrollaron un concepto de relación entre las fuerzas sobrenaturales y el Universo, éste último concebido con un sentido más religioso que geográfico, dividido en zonas (vertical y horizontal) religiosas: el Universo Horizontal estaba constituido por los 4 puntos cardinales, además del centro; mientras el Universo Vertical estaba dividido en mundos superiores e inferiores (cielos e infiernos sin significado moral). Los muertos podían ir a uno de estos mundos, pero la conducta de su vida no designaba su última morada después de la muerte. Más bien, ésta era definida por el tipo de muerte que le acontecía.

El origen de todas las cosas es un solo principio dual, masculino y femenino, que engendró tanto a dioses como a hombres: Ometéotl (2 Divinidad).
Pero, si por una parte encontramos un exagerado politeísmo con un toque mágico en la religión azteca, por otra parte, son patentes los esfuerzos de los sacerdotes por reducir las múltiples divinidades a aspectos diversos de una misma deidad. Así, podríamos hablar del dios del vino, que para los sacerdotes mexicanos era sólo uno: Ometóchtli (2 Conejo). Sin embargo, se conocen gran cantidad de dioses del pulque, con características y nombres de la región de donde provienen: Tepoztécatl (El del hacha de cobre, dios de Tepoztlan, Morelos); Toltécatl (dios de Tula); Yautécatl (dios de Yautépec), etc.
De esta forma, aun cuando los sacerdotes tenochcas procuraban reunir en un solo concepto los diversos dioses de cada una de las tribus y sintetizarlos en un solo poder; el pueblo no admitía que el dios local estuviera sujeto a otro, ni que fuera solamente una advocación de un ser superior.
Hubo en cambio hombres excepcionales como el rey de Texcoco, Nezahualcóyotl, en quien aparece ya la idea de la adoración preferente a un dios único e invisible que no se puede representar, llamado Tloque Nahuaque o Ipalnemohuani (el dios de la inmediata vecindad, Aquel por quien todos viven), la fuerza creadora del Universo, que está colocado sobre los cielos y en el punto más alto y del que dependen todas las cosas.



ANEXO 4: Dos textos al Dios no conocido
 
Verdaderamente que los dioses que yo adoro, que son ídolos de piedra que no hablan ni sienten, no pudieron hacer ni formar la hermosura del cielo, el Sol, luna y estrellas que lo hermosean y dan luz a la Tierra; (ni los) ríos, aguas, fuentes, árboles y plantas que la hermosean; las gentes que la poseen y todo lo creado. Algún Dios muy poderoso, oculto y no conocido es el creador de todo el universo, él solo es el que puede consolarme en mi aflicción y socorrerme en tan grande angustia como mi corazón siente; a él quiero por mi ayudador y amparo.
 
Muchas gracias te doy, Dios Todopoderoso y hacedor de todas las cosas, como causa que eres de todas las causas, que bien y verdaderamente creo que estás en los cielos claros y hermosos que alumbran la Tierra, y desde allí gobiernas, socorres y haces mercedes a los que te llaman y piden tu favor, como conmigo lo has hecho, y te prometo de reconocerte por mi señor y creador; y de agradecimiento del bien recibido, de hacerte un templo donde seas reverenciado y se te haga ofrenda toda la vida hasta que tú, señor, te dignes de mostrarte a este tu esclavo y a los demás de mi reino; y de hoy en adelante ordenaré que no se sacrifique en todo él gente humana, porque tengo para mí, que te ofendes de ello.
Si ésta no es una actitud francamente monoteísta porque se admite todavía la existencia y el culto a otros dioses, sí nos indica que en las mentalidades excepcionales había nacido ya el afán filosófico de la unidad, y que se buscaba una causa única, de la que dependieran las otras, y un dios único que estuviera por encima de las demás divinidades, como éstas están por encima del hombre 


Leído en http://members.fortunecity.es/kaildoc/tenochtitlan/organizacion.htm

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