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uauhtémoc Cárdenas Solórzano presentó ayer al precandidato presidencial de las izquierdas partidistas, Andrés Manuel López Obrador, su propuesta programática Un México para todos. El encuentro y la explícita adhesión de Cárdenas a la campaña presidencial del segundo marcan, cabe esperar, el final de una larga historia de desencuentros entre ambas figuras y de enconos entre sus respectivos partidarios que han causado un daño inocultable a las causas progresistas, democráticas y populares del país.
Tal como dijo ayer el tres veces candidato presidencial de las izquierdas, la reunión permitió
disipar dudas y malos entendidosante la necesidad de
sumar voluntarios para lograr el renacimiento de México.
Como se recordará, el distanciamiento entre ambos dirigentes se hizo patente desde fines de 2005, en el curso del proceso de selección del aspirante perredista a la Presidencia de la República, y se ahondó tras el arranque de la campaña de López Obrador, quien obtuvo la candidatura. La animadversión de los seguidores del tabasqueño se incrementó contra el michoacano luego que éste reconoció la impugnada victoria electoral de Felipe Calderón Hinojosa en los comicios de 2006. Y aunque en todo este tiempo ambos personajes han evitado la virulencia verbal entre ellos, han discrepado de manera regular en diversos temas, tanto en los referidos al acontecer nacional como en los relacionados con la siempre conflictiva vida interna del partido al que pertenecen. Tales discrepancias se magnificaron y encontraron sendas cajas de resonancia en los entornos cercanos al uno y al otro, y ello no sólo perjudicó gravemente la imagen de Cárdenas en los ámbitos progresistas, sino restó apoyos significativos a López Obrador en su empeño por construir un movimiento de resistencia social estructurado y organizado.
Sin embargo, es claro que las coincidencias de fondo entre ellos han sido y siguen siendo mucho más significativas que sus diferencias. En el acto de ayer, Cárdenas Solórzano dio lectura a un documento que, siendo diferente, armoniza, en su mayor parte, con el nuevo proyecto alternativo de nación elaborado por el movimiento lopezobradorista. Ambas plataformas enfatizan la necesidad de reorientar la política económica vigente en favor de la población y de reformular las prioridades nacionales para superar la circunstancia desastrosa –el diagnóstico también es un punto de coincidencia– por la que atraviesa México.
A estas alturas, es claro que ni Acción Nacional ni el Revolucionario Institucional representan una alternativa al neoliberalismo imperante, al desmantelamiento del Estado con criterios privatizadores, a la estrategia de seguridad pública y de combate a la delincuencia puesta en práctica por la administración calderonista, ni a la progresiva y alarmante mengua de la soberanía nacional. En el momento presente, el centro de la disputa política reside en la disyuntiva entre continuar un programa de gobierno que, en lo esencial, ha venido siendo aplicado en forma clara y abierta desde 1988, o remplazarlo por un proyecto nacional alternativo.
En este contexto, el encuentro de los dos políticos de izquierda y el respaldo de Cárdenas Solórzano a la candidatura de López Obrador contribuyen a consolidar una propuesta de gobierno con transformaciones de fondo y a esclarecer las opciones de la ciudadanía de cara a los comicios presidenciales de este año, y constituye, en esa medida, un dato positivo.
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