La proximidad del apocalipshit es irrebatible. Los mayas, desde sus oráculos, nos han enviado diversas señales para probar la veracidad de sus vaticinios: la idea calderónica de que Margarita Zavala va a llegar a Los Pinos en 2018; la firmeza con la cual ha prometido la procuradora que se investigará el caso del espionaje telefónico, con el vigor de un michoacanazo; la revelación jelipística de que el sobre costo de la Estafa de Luz proviene de que en su cimentación se podría construir una Torre de Pemex (WTF!); que el ex góber de Michoacán, GodoyNodoyuna, ande diciendo ante las acusaciones de endeudar más al estado de lo que Moreira hizo con Coahuila, que es bueno, santo y puro…
Pero sin duda, la señal más clara de la proximidad del fin del mundo es que el mismísimo Gerardo Fernández Noroña ha renegado de AMLOVE. El pejista más encendido y recalcitrante, identificado como uno de los personajes más representativos del movimiento del tabasqueño, se ha declarado decepcionado de su líder sólo porque se atrevió a perdonar a su enemigo fundamental, el señor de Los Pinos.
O sea, ¿qué sigue, que Enrique Peña Nieto proscriba los teleprompters, se haga un corte de pelo a la mohicano y se encierre tres días en una biblioteca? O que la Vázquez Mota organice otro mitin en el estadio Azul y esta vez sí llegue a tiempo para ver cómo se vacían las gradas. O que doña Matrix Paredes, ese pueblo mágico ambulante, cambie los huipiles por los trajes sastre.
Lo más alucinante no es tanto este repentino deslinde del Noroñas (cuando la perra es brava, hasta los de la casa muerde) como la revelación de que el diputado petista, contra lo que pudiera pensarse, no tiene una relación estrecha con el tabasqueño ni lo asesora ni forma parte de su círculo cercano. Chale, qué extraño, cualquiera hubiera pensado que la idea de la República Amorosa era una propuesta original del nada rijoso campeón de Scrabble.
Es triste que el Noroñas, tan mesurado y reflexivo él, se haya puesto fundamentalista. Digo, nuestro héroe de mil batallas, el terror de policías y granaderos, tendría que entender que una cosa es que López Obrador hubiera perdonado a Calderón (ya lo dice la cantante nigeriana Sade, el amor es más fuerte que el orgullo), y otra que olvide el año 2006 que le trajo cosas tan buenas.
Ya lo único que consuela es que el gobierno está repartiendo entre las dependencias algo de los bienes y el dinero incautado al Chapo. Por lo menos que salpiquen algo pa’ la prole antes del Armagedón.
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