lunes, 9 de abril de 2012

Alejandro Páez - ¿Salvar a Josefina al costo que sea?

La llegada de Felipe Calderón al poder suelo explicármela básicamente por dos eventos: la estupidez de Andrés Manuel López Obrador en 2006, y el empecinamiento de un grupo importante de empresarios mexicanos que vieron en el izquierdista un peligro para sus intereses personales. 


López Obrador creyó demasiado en él y en los votos que había cautivado, y desestimó a las televisoras, al entonces presidente Vicente Fox, a empresarios como Roberto Hernández o Lorenzo Servitje, y a publicistas cochinotes que construyeron un monstruo –por la libre, sin que el IFE o el Trife metieran la mano– que una parte de la población se creyó. 


No explico la llegada de Calderón a la presidencia de México por Calderón mismo. Es un hombre limitado para construir; es un hombre, más bien, hecho para la intriga y para –perdónenme, pero los hechos así lo colocan– la destrucción: 


• Será el Presidente que, así como van las cosas, entregará Los Pinos al PRI 12 años después de que los mexicanos habíamos decidido enterrarlo. 


• Será el panista que más daño ha hecho al PAN en su historia: en seis años lo llevó a traicionar sus principios democráticos y lo volvió una extensión del viejo sistema: corrupto y vicioso, relacionado a fraudes electorales (hasta internos), aliado de alimañas que sangran a México, como Elba Esther Gordillo, etc. 


• Será el Presidente de la guerra estúpida que llevó a la muerte de unos 60, 70 u 80 mil mexicanos, y a la desaparición de otros 20 o 30 mil más. Tres medallas importantes. Todas relacionadas con la destrucción. Sé que hay más, pero por respeto al que me lea, aquí le dejo. 


Agregaré que ni siquiera pudo legitimar la llegada al poder de sus asociados: Ernesto Cordero, su amigo; Luisa María Calderón, su hermana, o Mariana Gómez del Campo, su sobrina política –entre otros muchos, muchos–, llegarán a una posición en el Congreso por la vía plurinominal, sin necesidad de ganarse los votos, porque cuando acudieron a pedirlo a los ciudadanos o a los panistas les dijeron simple y llanamente que no. Entonces Calderón los impondrá, con el poder que le da ser el primer panista de México. 


Decía: Yo no explico la llegada de Calderón a la presidencia de México por Calderón mismo. El hombre es limitado, dañino y un factor de división. No le ha importado que la campaña de Josefina Vázquez Mota se esté hundiendo: en realidad, pareciera que eso le beneficia: ya la dobló hasta obligarla a pedir auxilio. Y auxilio tendrá: otro grupo de calderonistas será impuesto en su campaña para tratar de “salvarla”. 


Poco le duró a Josefina su intento por formar un equipo propio y separarse (“Diferente”, es su lema) de Felipe Calderón. En todo caso, es una mala noticia para la ex secretaria de Desarrollo Social, y una buena noticia para sus adversarios.

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