lunes, 9 de abril de 2012

Riva Palacio - El yunque de Josefina


Josefina Vázquez Mota se encuentra en la definición de su vida política. ¿Cómo rescatar su campaña presidencial, cuando el camino para hacerla que renazca pasa por la recomposición de sus alianzas y quitarle poder a la extrema derecha del PAN que la tiene en la actual encrucijada? La decisión tiene que apresurarse, pues si no inyecta aire a su campaña para que vuele de nuevo antes de que termine abril, muy probablemente la elección presidencial ya no genere incertidumbre sobre quién  ganará, sino sobre cuántos puntos le sacarán.

Vázquez Mota tiene lista la nueva composición de su equipo, donde incorpora a políticos de experiencia que vienen del círculo del presidente Felipe Calderón y algunos que se enfrentaron a ella cuando Ernesto Cordero le disputaba la candidatura. Es un avance importante, tras semanas de errores, pero no basta. Su problema radica en la trampa a la cual se metió voluntariamente por necesidad táctica.

Ella es una mujer laica que tuvo que refugiarse en la extrema derecha para ganar la candidatura presidencial cuando la cargadadel poder estaba con Cordero. Por qué la extrema derecha optó por Vázquez Mota y no por él, se puede explicar sólo con la hipótesis de trabajo de que vieron en ella la posibilidad de cobrar más alto su apoyo que con quien era percibido el candidato del Presidente.

La contienda interna del PAN fue un momento de traiciones de los gobernadores de extrema derecha. Su jefe político, Marco Adame, de Morelos, había prometido apoyo a Cordero días antes de la elección, cuando en realidad se inclinaba por Vázquez Mota. Incluso, su esposa era la coordinadora estatal de la campaña de la ex diputada, y cuando Cordero le espetó al gobernador sobre sus lealtades, Adame le respondió que una cosa era él, y otra su esposa.

La realidad demostró que Adame le jugó en contra, lo que pasó también con el gobernador de Guanajuato, Juan Manuel Oliva, quien como ningún otro mandatario estatal panista, le había garantizado la victoria a Cordero. El día de la elección sus operadores trabajaran a favor de Vázquez Mota, algo que se repitió en Jalisco, donde Emilio González le expresó su apoyo a Cordero, pero se inclinó por Vázquez Mota.

Las traiciones a Cordero ayudaron a ganar a Vázquez Mota. Una de las mayores fue la de Rogelio Carbajal, que tenía una de las encomiendas más importantes en la campaña del ex secretario de Hacienda, que era el trabajo con los delegados panistas. Incumplió su trabajo y es considerado como uno de los principales responsables de la derrota, porque, como dijeron colaboradores de Cordero, Carbajal apostó por la extrema derecha, de quien se suponía era enlace, no alfil.

Durante la contienda interna, Vázquez Mota tuvo que seguir la misma estrategia de Gustavo Madero cuando luchó por la presidencia del partido y sintió que el presidente Calderón le cerraba el camino.

Madero pactó posiciones con ese grupo conocido como El Yunque, cuyo peso político –calculado alrededor del 15% dentro del PAN-, adquirió mayor valor por ser ciertamente un bloque que no gana, pero sí define ganador. El costo para Madero fue muy alto –incluida la secretaría general para Cecilia Romero-, y lo está siendo para la candidata, que se alió con ese grupo.

Vázquez Mota tiene ya en su cuarto de guerra a Oliva, donde la extrema derecha metió el pie aún después del reajuste en el equipo de campaña, y tiene a varios personeros alrededor de ella. Las nuevas incorporaciones y redefinición de tareas les coloca un dique, pero no los anula. La candidata le debe a ese grupo una buena parte de los errores de su campaña, pero no puede aislarlos y eliminarlos, porque los necesita para la movilización. Cómo neutraliza a quienes más daño le hacen el equipo reforzado y reorganizado de Vázquez Mota, será parte del desafío para que El Yunque ayude pero no se convierta en el cavador de su tumba presidencial, como hasta este momento lo está siendo. En todo caso, los resultados se deberán ver en unos días, o todo estará perdido.

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