Bulmaro Pacheco Moreno |
Sigue García Cantú: “en esos 154 años hemos tenido 15 instrumentos constitucionales y nos han gobernado una regencia, una junta provisional, un imperio, el de Iturbide ---el de Maximiliano jamás lo fue, como tampoco la regencia de arzobispos y generales que le antecedió, porque Juárez era Presidente de la República--- un supremo poder conservador y 56 presidentes.”
“Entre 1824 y 1857 con diversos ordenamientos constitucionales, México tuvo 37 presidentes en todas las modalidades. Con la Constitución de 1857 vigente durante 50 años México tuvo 14 presidentes, uno de los cuales Porfirio Díaz duró 31 años, un interino (León de la Barra) y un impostor (Victoriano Huerta)”. En el siglo XX fueron asesinados tres presidentes: Madero en 1913, Carranza en 1920 y el electo Álvaro Obregón en 1928.
Con la constitución de 1917 a la fecha México ha tenido 20 presidentes de los cuales uno fue interino (Adolfo de la Huerta) y otro provisional (Emilio Portes Gil). En 1934 se iniciaron en México los períodos sexenales.
Entre 1929 y el 2000 México fue gobernado por el PRI. El País alcanzó la modernización, resolvió muchos de los problemas ancestrales que limitaban su inserción en el mundo y el partido y sus gobiernos, sin duda, terminaron por construir un tramo importante de la historia de México que todavía ahí está. Se erradicaron las enfermedades infecciosas que antes devastaban a su población como la viruela y la polio, se comunicó a las regiones, se reformaron y crearon instituciones para regular el conflicto político y social, se impulsó la movilidad social a través de la expansión educativa, la seguridad social y la infraestructura. Se le dio un impulso notable a la creación de una fuerte clase media con la expansión de los municipios y las grandes ciudades a través de una política consistente de vivienda y servicios públicos como el acceso al agua potable, la electrificación, el pavimento y la regulación urbana. El PRI gobernó con estabilidad política y por primera vez en su historia reciente evitó la violencia en el relevo del poder presidencial. Con el tiempo se desgastó en el poder y entró en conflicto precisamente a la hora de decidir el relevo en el poder con sus tradicionales mecanismos, lo que le provocó frecuentes escisiones así como la formación de otras organizaciones políticas derivadas de rupturas y tensiones entre sus propios cuadros (PRD y Convergencia). En 1989 el PRI pierde el primer Gobierno Estatal; Baja California. En 1992 Chihuahua. En 1997 pierde el Gobierno de la capital y la mayoría en el Congreso de la Unión.
La crisis política estalló en la elección de 1988 cuando el PRI apenas le ganó por 250 mil votos a la suma total de los partidos y candidatos que compitieron ese año. Aun con las modernizadoras reformas institucionales y la firma del TLCAN con Canadá y los Estados Unidos, la crisis siguió y estalló peor en los años 1994 y 1995. La política interna, la rebelión chiapaneca y los asesinatos políticos envolvieron a la economía, se vino un empobrecimiento generalizado y el PAN capitalizó el malestar social y el evidente desgaste del PRI en el Gobierno. En la elección del 2000,Vicente Fox terminó por imponerse a Francisco Labastida Ochoa.
Con las instituciones y las leyes creadas en las sucesivas reformas políticas experimentadas por México de 1969 a 1996--mientras en otras realidades abundaban los golpes de Estado—el PRI propició lo que casi nadie creía y por lo que muy pocos apostaban, una alternancia pacífica, sin grandes convulsiones y a través de las urnas.
Los radicales de inmediato dieron por muerto al PRI. “Si era partido oficial, de estado y del Gobierno, perdiendo el Gobierno se acabó el partido y a otra cosa mariposa”, fue lo menos que del PRI dijeron sus detractores al tiempo que veían una larga permanencia del PAN en la Presidencia de la República.
Lo que no calcularon bien los críticos del PRI es que los años de acción política del partido lo llevaron a construir una estructura partidista nacional con presencia y fuerza territorial y con liderazgos reconocidos como no los tenía ninguna otra organización política.
Tampoco previeron que con independencia de quien gobierne, México ha requerido de gobernantes con un mínimo de experiencia política y de servidores públicos preparados para enfrentar la complicada problemática nacional con un mínimo de eficacia. A pesar de tener el bono democrático a su favor y la oportunidad de realizar reformas fundamentales como la fiscal, la educativa, la energética y la del campo, a Fox se le fue el tiempo en frivolidades, con políticas tibias y con un equipo seleccionado mayoritariamente del sector privado con procedimientos suí géneris que no supo o no quiso dar el paso fundamental para México. No tenían formación política, ni visión de estado, mucho menos la convicción de transformar de fondo el País. Muchos de ellos eran genuinos representantes de los intereses en juego que en mucho aportaron para llevar al PAN y a Fox al poder.
Por eso mismo, la elección del 2006 casi la pierde Felipe Calderón, el candidato del PAN ante Andrés Manuel López Obrador. Lo lógico: si la gente hubiera estado satisfecha con el Gobierno del PAN, no hubiera estado tan cerrada la votación y mucho menos hubiera estallado la crisis política de ese año con todo lo que derivó después, hasta la complicada y sorpresiva toma de posesión en el Congreso del nuevo Presidente de la República.
Entre 2000 y 2006, el PRI experimentó avances en su recuperación a través del voto en elecciones locales. Recuperó estados y capitales, mejoró su presencia en los congresos locales y en ayuntamientos. En 2006 de nuevo la ruptura y los conflictos generados en la selección de su candidato presidencial lo llevaron a otro descalabro en la elección presidencial de ese año. La primera ocasión en la historia que un candidato del PRI quedaba en el tercer lugar de la contienda.
Del 2006 en adelante el PRI se encargó de fijar la agenda nacional y con la fuerza de sus gobernadores, alcaldes y legisladores supo dar batallas electorales en lo local, y perfilar la unidad que se consolidó a partir de la Asamblea Nacional de Aguascalientes en el 2008. El nuevo Gobierno Federal, ante la legitimidad perdida por lo cerrado de la elección y el conflicto post electoral decidió por el combate directo al narcotráfico dejando de lado otras reformas importantes. El presidencialismo mexicano no cambió, al contrario, con todo y ser de otro color político y la alternancia—lo que mucho criticaron al PRI—el Presidente siguió manejando a su propio partido, seleccionando gobernadores y apoyando con todo al PAN. No hubo relevo de dirigencia, candidatura o elección donde no se sintiera la mano presidencial lo mismo con una hermana del Presidente como candidata en Michoacán, e incluso al final, cuando trató de imponer a su secretario de Hacienda Ernesto Cordero como candidato, contra el sentimiento de una parte muy importante de panistas que ya no lo apoyaban.
En el 2009 se presenta el primer llamado de las urnas, la economía no crece, cae la generación de empleos y el número de muertos con motivo de la lucha contra el hampa organizada aumenta notablemente y al PAN le va mal en esas elecciones. Los asesinatos—incluido el de un candidato del PRI a gobernador de Tamaulipas—no se aclaran, el Gobierno trata de colonizar con panistas a todo el aparato de Gobierno sacrificando la eficacia y ante la falta de resultados en las principales preocupaciones de la gente, políticamente ésta empieza a voltear para otras partes.
El Gobierno reacciona y replantea su estrategia para concentrar sus acciones en los programas de vivienda, el Seguro Popular, en Oportunidades y en lo que pomposamente se ha llamado en el papel,--mas no en la práctica—la universalización de los servicios de salud.
El PRI con pragmatismo y viendo por su propia viabilidad asimiló derrotas, se repuso políticamente y reconstruyó su unidad en lo fundamental. Aprendió rápidamente a vivir sin su referente político principal que era el Presidente de la República, y resolvió pacíficamente en lo interno el proceso de postulación de su candidato a la Presidencia de la República con Enrique Peña Nieto, un gobernador exitoso, representante del priísmo de las nuevas generaciones, con renovadas propuestas y con indudable arrastre popular.
Fue el segundo candidato en la historia proveniente de un Gobierno Estatal (el primero fue Roberto Madrazo) el resto, entre 1934 y 1999, de Lázaro Cárdenas a Francisco Labastida habían surgido siempre del Gabinete presidencial, aunque algunos como Miguel Alemán, Adolfo Ruiz Cortines, Lázaro Cárdenas y el mismo Labastida, hayan fungido como gobernadores antes de llegar al Gabinete.
Peña Nieto nunca bajó en los sondeos a pesar de los ataques. Se mantuvo siempre en las preferencias en la mayoría de las encuestas en los últimos tres años. Como candidato nunca cayó en la provocación. Criticó y propuso.
Su campaña fue exitosa porque tuvo estrategia y organización. Motivó, y movilizó al priísmo. Lo unificó en torno a su candidatura y en torno a sus propuestas. Reconoció errores y corrigió de inmediato evitando con ello altos costos políticos. En cada acto de su campaña tuvo la paciencia necesaria para dejarse tocar y convivir con sus seguidores sin límite de tiempo en su proselitismo, eso le granjeó un gran apoyo popular y el reconocimiento político que lo mantuvo siempre como puntero en la carrera.
Su propuesta tuvo el talento de conciliar las demandas del interés general con las particulares del interés de las familias y las personas. No se perdió en frivolidades ni la oferta de paraísos de corto plazo. En mucho ahí estuvo la diferencia con sus adversarios. Supo combinar exitosamente las aspiraciones colectivas con los asuntos comunes de la gente pobre y sencilla en su problemática cotidiana. Los asuntos de los altos cobros de los recibos de la luz, la gasolina, el empleo, la prepa obligatoria, la situación de las jefas de familia, la pensión universal y el surtimiento de las recetas médicas entre otros asuntos, le granjearon simpatía y apoyo popular.
Al ganar el PRI la elección presidencial Peña Nieto ha ofrecido un Gobierno incluyente y una reconciliación política general para unir a México. Sabe que el PRI regresa porque la gente así lo ha decidido y porque doce años de Gobierno del panismo, no llenaron las expectativas de cambio de la sociedad mexicana. El PRI recibe una nueva oportunidad y en esa se juega su destino y su futuro. El PRI no podrá fallar a la confianza de los mexicanos y deberá trabajar arduamente para reconstruir a México de los pies a la cabeza. Ahí está el reto, ahí estamos todos. Nadie deberá sentirse ajeno a esta fascinante etapa de la historia de México que generacionalmente nos toca vivir, como no la ha vivido ninguna generación en México de 1824 a la fecha. Privilegio si, pero con mucha responsabilidad al mismo tiempo.
Leído en: http://tribuna.info/index.php?option=com_content&view=article&id=141076&catid=73
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