Ciro Gómez Leyva |
Lo notable en el horrible verano-otoño de 2006 no eran los arteros adjetivos ni las mentiras esperpénticas, sino el odio que había en aquellos mensajes. El mal que deseaban.
Así lo referí en La historia en breve del 25 de agosto de aquel año: estaba recibiendo una cantidad inusual de correos electrónicos y anónimos, cargados de odio, sobre mi desempeño periodístico en el conflicto postelectoral.
Quizá el tiempo haya suavizado el recuerdo, pero el odio de entonces parece poca cosa comparado con el de hoy. “Ciro, chingas a tu puta madre, te va a cargar la verga, cabrón”, escuché en el buzón de voz de mi celular de MILENIO el otro día. “Nunca vas a poder dormir con trankilidad traidor farsante nunca dormirás bien”, me dejó en SMS otra persona. Y hay cosas más rudas.
Los insultos vienen con amenazas esta vez. A diferencia de las generalidades y lugares comunes de 2006, hoy tienen un punto concreto del que agarrarse: la encuesta de seguimiento diario MILENIO GEA/ISA. En ese submundo de la agresión y la siembra de miedo, no existe la posibilidad del error, la falla profesional.
Para ellos, si la encuesta le dio más ventaja a Enrique Peña Nieto fue por corrupción. Para ellos, solo ellos pagan las consecuencias. Y eso es una traición a la democracia, la patria, el pueblo. Es lo mismo que dicen, con otras palabras, Andrés Manuel López Obrador y Ricardo Monreal. Entiendo su molestia, pero es lo que alientan.
Ni hablar, son los tiempos que nos tocaron. Quejarse es absurdo y estéril. Simplemente dejo registro: el insulto viene acompañado de amenazas. Algunas muy puntuales.
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