Ricardo Alemán |
Ya se peleó con las televisoras, en especial con Televisa, a las que acusa de “inventar” a Enrique Peña Nieto.
Ya se peleó con Milenio, a cuyos periodistas y editores acusó de todo —o casi todo— lo que le pasa, sobre todo de la presunta utilización de las encuestas como propaganda en su contra.
Ya se peleó con todos aquellos periodistas y críticos que exhiben sus inconsistencias democráticas, que cuestionan sus chabacanas ocurrencias, su cultura del engaño y la mentira.
Ya mandó a sus “jaurías” contra las televisoras, contra algunos diarios que lo critican; ya acusó en la plaza a los que resultan incómodos para su causa y avivó la intolerancia de las multitudes, a las que lanzó contra los que piensan diferente.
Y ahora se fue contra el diario español El País, al que pretendió dar lecciones de periodismo crítico al pedirles “dejar la manía de hacer periodismo colonizante”, al tiempo que sugirió una práctica que él mismo no conoce: la autocrítica. Les dijo a los editores de El País: “Mejor hagan la autocrítica por su responsabilidad en el desastre de España”.
Nos referimos, está claro, al candidato presidencial derrotado, Andrés Manuel López Obrador, quien ya olvidó —desde hace 15 días—, la engañosa estrategia “del amor” y regresó a lo suyo: a la guerra contra todos aquellos que no están con su causa, sean locales, sean de ultramar.
Reapareció el López Obrador de siempre, el intolerante a la crítica. Y es que —como se sabe— desató la furia de AMLO un editorial de El País de ayer domingo, en donde se opina que resulta difícil que prospere el recurso de invalidación de la elección presidencial mexicana, ya que no existen evidencias de irregularidades a gran escala.
Dice El País que, en efecto, existe descontento social por el regreso del PRI, pero que eso no oculta el hecho de que “el populista Obrador ha sido siempre un mal perdedor”. Y remata al editorial con lo que parece haber desatado el enojo del tabasqueño: “Para los correligionarios de López Obrador parece llegado el momento de preguntarse si les conviene como líder un hombre dos veces derrotado, con tendencia de victimismo conspiratorio y cuyo estilo abrasivo y anquilosado le ha enajenado una parte de su voto natural. López Obrador es un lastre”, dice El País.
Pero, en el fondo, lo llamativo de el editorial de El País no parece estar en su conclusión reciente sobre López Obrador. No, lo curioso es que la conclusión llegó hasta hoy, luego de 15 días de farsa y mentiras, luego que en 2006 los capitanes de la empresa española de medios, Prisa, incluso fueron maltratados por AMLO. Claro, la crítica vino a pesar de que El País tienen en sus páginas a reconocidos opinantes mexicanos, adictos al llamado lopezobradorismo.
Pero el editorial de El País es apenas la punta de la madeja de un tejido extenso que, allende las fronteras, empieza a revelar la realidad de lo que es AMLO. Y si tienen dudas, basta revisar el semanario británico The Economist, que también publicó un editorial en el que llama “perdedor” a López Obrador.
El semanario británico dice que “sin mayores evidencias” en su protesta para anular la elección, López Obrador “no llegará muy lejos”. En otras palabras, que es una farsa el supuesto fraude.
The Economist destaca, como una contradicción fundamental, que AMLO reclama la anulación de la elección presidencial, pero no ve irregularidades en las elecciones para el Congreso y para otros estados donde, “al parecer, le fue bien a las izquierdas”.
¿Qué sigue ahora? Ya le dijo a El País que es incongruente y que hace un periodismo “colonizante”, ya le recomendó hacer autocrítica “por su responsabilidad en el desastre de España”. ¿Va a decir ahora que también el PRI le pagó a El País y a The Economist? Falta poco para que López Obrador diga que el mundo entero está en su contra, en su “tendencia al victimismo conspiratorio”.
Lo que no es un juego, sin embargo, es que el locuaz AMLO en realidad prepara una venganza callejera no sólo contra sus adversarios políticos, no sólo contra los que le ganaron en las urnas y tampoco contra las instituciones que han validado las primeras etapas de la elección. No, en el fondo AMLO prepara una venganza contra los ciudadanos todos —contra “los corruptos” que no votaron por él—, cuando estrangule la ciudad de México con sus jaurías babeantes que reclamarán —paradójicamente— la instauración de la democracia electoral.
Y claro, como siempre, “el lastre” fastidiará la vida a millones, sin que exista una sola autoridad capaz de impedir su venganza.
¿A poco MyM serán capaces de contener la furia de quien busca venganza, más que justicia? Todo indica que Marcelo y Mancera no podrán meter ni las manos. Al tiempo.
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