martes, 17 de julio de 2012

Rafael Loret de Mola - Presidentes Delincuentes/ Cinco Millones Corruptos

Rafael Loret de Mola
Recién iniciada la administración del “perdonado” Vicente Fox –con su ejemplo queda rota por siempre una de las reglas básicas del partidismo, la disciplina-, rodeó el entorno el señalamiento sobre los enseres domésticos de Los Pinos con compras de toallas, a cuatro mil pesos cada una, con el emblema del águila mocha en sustitución banal e ilegal del escudo nacional. El escándalo fue de altos vuelos porque la erogación fue millonaria y acaso una trampa que la señora Marta Sahagún le puso a la hija mayor del mandatario, Cristina, en su afán de apoderarse de la voluntad de éste. La cachorra nada pudo hacer ante la fiera curtida y el asunto saltó a Internet y se convirtió en una especie de tarjeta de presentación del nuevo régimen aunque pareciera poco importante pese a los sobreprecios descarados. 

Lo más grave ocurrió días después, en una emisión del viejo Monitor -¡cómo lo extraño!-, cuando el propio presidente Fox, libre de cualquier impugnación seria sobre su legitimidad –algunos priístas recalcitrantes dijeron que se había dado “un fraude al revés”, esto es desde el gobierno para favorecer a la oposición, lo que el tiempo ha confirmado en parte por la veleidosa conducta de Ernesto Zedillo-, se atrevió a responder sobre lo que llamábamos ya el “toallagate”:

 --La verdad es que los antiguos inquilinos –es decir los Zedillo- se llevaron todo...y tuvimos que comprar hasta las sábanas.

Lo que pareció un chascarrillo constituía, más bien, una seria denuncia por robo hacia el ex mandatario, aun cuando la suma de los bienes sustraídos no fuera multimillonaria; por bastante menos hay miles que purgan sentencias por varios años en las distintas prisiones del país. Así que la pública denuncia del señor Fox, ya con la banda presidencial, merecía seguimiento dado el nivel de los personajes involucrados.

Además, no lo olvidemos, una de los deberes constitucionales de los funcionarios públicos es proceder judicialmente cuando tienen conocimiento de un delito; esto es, no se lo pueden guardar para así ni perdonarlo discrecionalmente: tienen que acudir al Ministerio Público para iniciar con ello las averiguaciones previas. De no ser así, el burócrata en cuestión –desde Gutierritos hasta el jefe de Los Pinos-, podría ser considerado cómplice, perdiendo su cargo y siendo inhabilitado para las funciones públicas durante varios años de acuerdo a la sentencia del juez. Ello se explica por el afán de proteger el patrimonio nacional de los prevaricadores que se creen dueños del país mientras dura su mandato.

¿Acaso los panistas no rechazaron siempre la idea del “espaldarazo” del mandatario entrante a sus antecesores como muestra –decían- de civilidad política y de sana continuidad cuando, en verdad, se trataba de imponer la avieza impunidad cuyos daños han maltrecho la confianza de los mexicanos en su gobierno? Porque, para colmo, nunca antes, digamos desde la asunción de Fox sin contratiempos, se había dado el nivel de complicidad y tolerancia respecto a los inmediatos predecesores: Fox hizo de Zedillo un santón de la democracia por haber posibilitado, con su conducta inmoral, los reclamos de cambio; y Calderón aguantó la lengua larga de Fox con tal de evitar, aún más, la ruptura del PAN que, cada vez, paree más cercana. El colmo llegó cuando Vicente, el de las botas y las hebillas, apoyó con descaro al priísta Peña Nieto en la carrera sucesoria... provocando sólo tímidas respuestas de Calderón. ¿Acaso quien estaba en línea, entre todos los panistas decepcionados incluyendo su cuñadito, Juan Ignacio Zavala, era el ex presidente? Lo decimos porque al señor Calderón no se le vio demasiado apurado –más bien satisfecho- por el resultado de los comicios federales y “orgulloso”, sobre todo, por la lección dada por una ciudadanía madura como apuntó en su mensaje exaltando la tranquilidad con la que se votó -¿lo habrán hecho también los narcos con credenciales amañadas?-, y los elogios recibidos desde el extranjero por cuanto atestiguaron sus observadores: es decir, largas colas de electores y un conteo digno realizado por vecinos de distintas filiaciones políticas quienes actuaron –hablamos de tres millones de personas- con absoluta buena fe. Otra cosa es lo que sucedió en las regiones marginadas o más depauperadas en donde perviven familias necesitadas de unos cuantos pesos –para ellos son muchos-, y dispuestos a vender su voluntad ciudadana... en apariencia. 

Así, en Guanajuato procedió el PAN a sus anchas, el PRD hizo otro tanto en el Distrito Federal y otras entidades –digamos Tabasco-, y el PRI se concentró en el mayor bastión peñista, el Estado de México. Todos fueron pecadores aunque algunos hicieron de las suyas con mayor descaro. Sin embargo, no puede hablarse a la ligera, como lo ha hecho López Obrador, insinuando que se “compraron” cinco millones de votos, los suficientes, claro, para rebasarlo y cortarle el paso hacia la Presidencia por segunda vez. La diferencia numérica respecto a los 200 mil votos de desventaja en 2006 es, por supuesto, abismal y sólo podría darse considerando dentro de la corrupción a buena parte de los mexicanos: además de los cinco millones que se vendieron, los tres millones que actuaron en las mesas electorales y formaron las actas respectivas y los catorce millones más que no se vendieron pero sufragaron por el regreso hacia la autocracia y la secuela de inmoralidades que suele acompañar al modelo En total, a ojo de buen cubero –el de Andrés Manuel, digo-, hablamos de veintidós millones de compatriotas acusados por ser comparsas de un fraude gigantesco. ¿Es creíble tamaña monstruosidad?

En fin, el señor Calderón, considerado espurio por el mismo personaje que ahora considera “demócrata” al PAN de Gómez Morín para buscar su alianza para presentarse juntos ante el Tribunal Federal Electoral en la mayor incongruencia política de la historia, dijo con estudiada seguridad, no sólo que hubo compra de votos sino que ello es “inaceptable”. Tal, en labios de quien ejerce la titularidad del Ejecutivo federal, le obliga, sin dilación alguna, a presentar las denuncias correspondientes ante la Procuraduría General de la República y el Instituto Federal Electoral a causa de los delitos que señala: esto es, la inaceptable compraventa de sufragios que pudo haber modificado la tendencia de la soberanía popular. Si López Obrador habla de cinco millones de votos comprados, ¿cuántos propone el señor Calderón y el PAN que se vendieron?¿Dos o tres para no alterar el resultado final y evitar la nulidad de las elecciones?¿O cinco para procurar que las “irregularidades” rebasen al 25 por ciento de las casillas y los votos emitidos en ellas y pueda andarse hacia la nulidad de los comicios?¿Acaso creen que el PRI tiene las manos atadas y se dejará vencer por la vía de las protestas escasamente sustentables?

Hace seis años hablamos de que se había movido una franja de un millón de votos, medio hacia arriba y medio hacia abajo, gracias al intenso trabajo de cuatro o cinco laboratorios estatales, entre ellos los de Guanajuato, en donde este columnista radicaba entonces, y Jalisco; ahora insisto en que las tarjetas de débito no significan que sus titulares hayan votado por el PRI. ¿No fue el mismo Andrés Manuel quien invitó a los ciudadanos a “aceptarlo todo” y después votar en libertad?¿No tiene acaso el suficiente poder de convocatoria –que tanto ha exhibido-, para fastidiarle la fiesta al PRI haciendo que los tenedores de las célebres tarjetas –Soriana, Monex- se mofaran del PRI, adquirieran lo que quisieran y luego votaran, en secreto lo que es un derecho inalienable, por quien quisieran?¿Cuántos de esos “cinco millones” de votantes le hicieron caso?¿La mitad, por ejemplo? Si fue así, tampoco López Obrador gana. Si sentenciamos arbitrariamente es porque Andrés Manuel denuncia de la misma forma: como siempre, habla de pruebas... y jamás las presenta. Veremos.

Debate

Lo turbio de las alianzas entre el PRD y el PAN, es decir entre quienes negaron legitimidad al presente gobierno y los que le apoyaron hasta la ignominia –una función ciertamente deleznable-, ha sido su continuidad hacia el plano de la rebeldía ante los resultados dados por el Instituto Federal Electoral. ¿No tuvo esencia ni veracidad alguna la firma del acuerdo de civilidad de los cuatro candidatos presidenciales en el sentido de respetar los resultados y extender sus bienaventuranzas a un IFE maduro y responsable?¿Quién va a creer, a partir de ahora, en tales pactos cochambrosos? Ni quienes los suscriban. La decencia ha desaparecido de la vida institucional del país.

La suma de Calderón a estas instancias poco razonables, no sólo demuestra que su actuación fue la de un gobierno en ausencia sino que, ahora, sus cabilderos catalanes –Solá y compañía- quieren sacar la cara preparando la nulidad de las elecciones inventándose lo de Soriana y Monex como pretexto para, supuestamente, deslegitimar el proceso, una cuarta parte del mismo, y hacer válido el razonamiento de la “izquierda unida”. Desde luego, bien se cubre las espaldas el mandatario al aducir, al mismo tiempo, que observa difícil que esta causal se dé. Como Poncio Pilatos, siempre.

¿Qué ganaría Calderón? Un interinato, con un panista al frente, dispuesto para convocar a nuevas elecciones cuando las condiciones estén dadas –es decir puede prolongarse dos años en la silla grande-, y tiempo suficiente para ponerse seguro, lejos de los reflectores, dejando pasar los meses en beneficio de su propia impunidad. Un juego a doble banda con el PRD marchando hacia atrás en su propia historia, sin más ideología que la del oportunismo aun cuando alegue defender así los derechos de “todos los mexicanos”. ¿También de cuántos votaron por el PRI y Peña a pesar de ser considerados, por ese solo hecho, como corruptos y antipatriotas?¿Así entienden la democracia Andrés Manuel, sus pupilos y grupos adyacentes? De seguir por esta ruta iremos, seguro, hacia el abismo.

La Anécdota

Un anti-peje, que también los hay –fíjense los lectores que jamás he aplicado este calificativo a López Obrador por el respeto que le tengo a su indiscutible liderazgo natural y a pesar de la intolerancia que demuestra a sus críticos-, me dijo con sorna:

--Voy a lanzar una “propuesta ciudadana”: una colecta nacional, en la que participemos todos o quienes no votamos por el tabasqueño –en todo caso dos tercios o más de los sufragantes, es decir la mayor parte de éstos, fórmula aplicable igualmente a Peña Nieto-, para reunir suficientes fondos para que Andrés regrese a su casa, allá en su edén –como le llama a Tabasco por la canción que hace temblar los corazones-, y se quede allí a cambio de los tremendos esfuerzos que ha realizado por la democracia; porque si permanece en el escenario no habrá democracia... ni izquierda. Es una propuesta, nada más. Yo también voté por López Obrador... hace seis años.

E-Mail: loretdemola.rafael@yahoo.com.mx

Leído en: http://www.vanguardia.com.mx/presidentesdelincuentescincomillonescorruptos-1328590-columna.html

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