domingo, 29 de julio de 2012

Jaime Sánchez Susarrey - La hora del PAN

Jaime Sánchez Susarrey
La campaña de Vázquez Mota fracasó. Nada estaba escrito al inicio. De hecho, arrancó en segunda posición. La ventaja inicial sobre López Obrador era de 10 o 12 puntos. Pero se fue desvaneciendo. Primero, registró un empate. Y al final se situó en el tercer sitio.

No hubo, a largo de esos 90 días, autocrítica ni rectificación Sin embargo, prácticamente todas las encuestas mostraban el descenso de Vázquez Mota y el ascenso de López Obrador.

El error fue doble. Los frutos de la campaña negativa contra Peña Nieto los cosechó el candidato del Movimiento Progresista.

Peor aún. Durante dos largos meses toda la estrategia se concentró en atacar al puntero y se descuidó la retaguardia. No hubo spots ni declaraciones contra López Obrador. Era como si no existiera.

Pero además, al hacer campaña negativa y definir a Peña Nieto como "un peligro para la democracia" se adentró en los terrenos donde AMLO se mueve como pez en el agua.

Por eso no sorprende que muchos ciudadanos que fueron receptivos a sus mensajes hayan optado, al final del día, por el remedio más extremo.

¿Había otra alternativa? Por supuesto que sí. Vázquez Mota pudo haber hecho una campaña prepositiva y pudo, también, haber defendido los logros de las administraciones panistas. La estabilidad económica era y es el principal.

Pero lejos de ello, Vázquez Mota se comportó como si hubiera sido una candidata de oposición y no una funcionaría de primer nivel en los gobiernos de Fox y Calderón. Por eso la campaña no giró en tomo de los logros y carencias del gobierno federal, sino sobre las fallas del gobierno del Estado de México.

En descargo de Vázquez Mota hay que advertir que la campaña del PAN se iniciaba en condiciones complicadas. Doce años en el poder desgastan a cualquier partido en cualquier parte del mundo. Además de la espiral de la violencia y los 50 mil muertos en lo que va del sexenio.

Pero dicho esto y por lo mismo, haber arrancado en el segundo sitio constituía una ventaja estratégica fundamental. Amén de que López Obrador registraba un índice enorme de negativos. La prudencia más elemental aconsejaba consolidar el segundo sitio e impedir que AMLO repuntara.

Nada de eso se hizo y los resultados están a la vista. El tiempo no se puede echar para atrás. Sin embargo, la coyuntura actual constituye una oportunidad de oro. El PAN tiene literalmente el sartén por el mango. Puede jugar igual que el PRI en 2006 o recuperar la experiencia de 1988.

Las reformas que Peña Nieto esbozó como programa de campaña -y que ha refrendado como candidato vencedor obligan a una negociación con el PAN.
No hay otro interlocutor posible. Porque AMLO se levantará contra cualquier iniciativa -ya hasta Manuel Camacho definió la eventual reforma de Pemex como una triquiñuela privatizadora.

La oportunidad es única por dos razones. Primero, y no es lo más importante, porque el PRI y sus aliados no obtuvieron k mayoría absoluta en el Congreso. La segunda, y ésa sí es fundamental, porque sólo un presidente priista puede meter al aro a su partido.

0 dicho de otro modo, la resistencia del PRI a avanzar en las reformas planteadas por Calderón no fue efecto de una estrategia perversa, sino de algo más complejo. En el priismo hay distintas corrientes y no había forma de crear un consenso para avanzar en reformas de gran calado.

De hecho, Peña Nieto fue un critico de las limitaciones de la reforma energética que se aprobó en 2008 y su propuesta programática va mucho más allá. Y lo mismo puede decirse de la reforma fiscal.

Así que es ahora o nunca. Ponqué la realidad es que sin un presidente priista reformador, el PRI jamás entraría en esa lógica.

El problema, la pregunta, es si el PAN estará a la altura de las circunstancias y sabrá comportarse responsablemente. El bandazo que dio su presidente, Gustavo Madero, no es un buen augurio. ¿Que necesidad tenía de llevar agua al molino de López Obrador? ¿Los panistas necesitan bules para nadar?

El antipriismo rampante explica, en buena medida, la derrota en la pasada elección. Reeditarlo ahora es absurdo. De entrada, porque la experiencia histórica no miente. Los electores terminan por premiar alas oposiciones responsables. Lo hicieron con el PAN después de 1988 y lo repitieron con el PRI después de 2006.

Y eso sin mencionar la dimensión histórica. Las grandes reformas de los últimos 30 años fueron efecto de acuerdos entre el PAN y los gobiernos priistas. La enumeración habla por sí sola: las privatizaciones, el T LC, la autonomía del Banco de México, la reforma de los artículos 3 y 130 y, finalmente, la reforma del ejido.

Todas ellas, para no hablar de las reformas electorales, introdujeron a México en el siglo XXI. I -a estabilidad económica que hoy goza el país es consecuencia de esa convergencia. "La izquierda", por su parte, ha jugado siempre un papel retardatario. Y todo indica que lo seguirá jugando.

Si el PAN no actúa con altura de miras y se convierte en una oposición a ultranza, que además coquetea con la "izquierda", perderá esta oportunidad histórica Y no sólo eso. Le estará pavimentando el camino a López Obrador, que apostará al fracaso de Peña Nieto.

Y, en ese sentido, hay que entender que no-se trata sólo de una veleidad personal, sino a una convicción profunda. AMLO considera que las reformas estructurales constituyen un atentado contra la soberanía nacional. Tal como pensó cuando se aprobó el TLC y cuando se otorgó autonomía al Banco de México.

Así que el dilema es claro. Y también es claro que Gustavo Madero no es el hombre adecuado para asumir el liderazgo de Acción Nacional en los tiempos que corren.

Leído en: http://noticias.terra.com.mx/mexico/politica/jaime-sanchez-susarrey-la-hora-del-pan,3eb5b9e151ec8310VgnVCM3000009acceb0aRCRD.html




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