domingo, 29 de julio de 2012

María Amparo Casar - La parálisis política en los procesos electorales

María Amparo Casar
NOTA DEL EDITOR: María Amparo Casar es licenciada en Sociología por la UNAM; maestra y doctora en Ciencias Políticas y Sociales por la University of Cambridge, King's College; catedrática e investigadora del Departamento de Estudios Políticos del CIDE; columnista en el diario Reforma; miembro de los comités editoriales de la revista Nexos y el Fondo de Cultura Económica, y colaboradora en espacios de análisis como el programa Primer Plano de Once TV México.
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No sé si a ti, pero a mí me parece que el país lleva un largo tiempo en una especie de parálisis de la que no emergerá hasta el próximo 1 de diciembre o, si corremos con suerte, el 5 de septiembre.
Eso de que se redujeron las campañas no solo para hacer menos cara a la democracia sino también para hacerla menos improductiva, resultó un cuento chino. Nos dijeron que había que acortar los tiempos para competir y disentir y alargar los tiempos para acordar y pactar, pero lo que vemos es que México lleva más de un año centrado en los procesos y conflictos electorales y trabajando a medio gas -si acaso- en las cosas que realmente importan.  A ese año va a haber que agregarle otro medio hasta que el nuevo presidente asuma el ejercicio del poder.
Y está bien que las elecciones importen, pero un país no puede darse el lujo de quedar paralizado durante tanto tiempo con motivo de un cambio de gobierno.
Fíjate: las labores en el Congreso y los acuerdos entre las fuerzas políticas pasaron a segundo plano desde que a mediados del 2011 el PRI decidió retirar su apoyo a la reforma laboral por miedo a que su aprobación afectara tanto el triunfo de Eruviel Ávila en el Estado de México como la candidatura de Peña Nieto.
De las reformas fiscal, educativa, y de radio y televisión, ¡ni hablar! Cada una podría tener tan profundos como inconvenientes impactos políticos. Desde entonces toda decisión ha pasado por el tamiz electoral: vino el arranque formal de la competencia en octubre del año pasado, después los dos meses de precampaña, el periodo de silencio y los 90 días de campañas.
No contentos con 9 meses de improductividad política, ahora tendremos otros 2 meses para litigar ante los tribunales el resultado electoral. Los mexicanos no sabremos, con la certeza jurídica que el caso amerita, quién será Presidente de México sino hasta el 5 de septiembre. 
En esas condiciones, ni hablar de acuerdos. Y, ¿después? Pues después nos daremos el lujo de abrir otro largo periodo de improductividad en el que otra vez lo que importará serán los reacomodos de poder y no los acuerdos para crecer.
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