sábado, 11 de agosto de 2012

Guadalupe Loaeza - Flor de Azalea

Querida Chavela:

Además de que no me “hallo” desde hace varias semanas por cuestiones que tienen que ver con la Patria, ahora tu partida me ha puesto dos veces más triste. Estoy doblemente nostálgica, y por si fuera poco, perdida por “el boulevard de los sueños rotos” donde te imaginó Sabina. Lo que más me pesa es no haber podido despedirme de ti. No estaba en México. Cuando Enrique me llamó por teléfono el domingo por la noche, y me dijo: “Se murió Chavela Vargas”, se me hizo un nudo en la garganta. Un nudo extraño, un nudo que sentí durante toda la noche, de ese día, y que aún traigo allí metido en medio del corazón.



A pesar de que nada más nos encontramos en dos ocasiones, una en la embajada de Costa Rica y otra, en El Hábito, siempre tuve la impresión de que nos conocíamos desde siempre. Algo me dice que esta sensación la han de haber albergado muchas mujeres, después de escucharte cantar. Ah, cómo nos inquietabas, mi querida Chavela. Cómo nos confrontabas con nuestros secretos más íntimos. No quiero imaginarme la cantidad de mujeres que has de haber perturbado en tu vida. No en balde te llamaban “la robaesposas”. A lo que contestabas: “En mi vida he robado nada a nadie. Si las señoras venían conmigo era porque querían, que yo a nadie obligaba. Por supuesto, yo les decía piropos, pero eso no hace mal a nadie y, para ser sinceros, a la mayoría de las mujeres les encanta que las halaguen”. Hace muchos años me enteré de una anécdota muy llamativa y que tiene que ver con tu don de inspiradora de grandes pasiones. Se trata de aquella balacera que se dio, en la década de los 70, en una zona residencial muy elegante de Cuernavaca, provocada por un general muy respetado cuya esposa, joven y bonita, descubrió en tu casa. ¿Te acuerdas, Chavela? ¡Cómo te has de haber reído cada vez que evocabas esta historia! ¡Cuántas anécdotas has de haber tenido por el estilo! Tú misma hablabas de estas historias de amor: “Tuve a las tres mujeres más importantes del mundo. Tres señoronas. En México o en Europa nos veíamos. El tiempo dejó aquellos amores en una sincera amistad. Por eso, porque me acostumbraron a lo mejor, nunca pude soportar las groserías y nunca me hubiera enamorado de una mujer vulgar. Las mujeres me han dado en la torre. En la mera torre”. No sabemos sus nombres ni es importante, lo cierto -eso quiero pensar- es que esas mujeres se guardan en el desgarro y la pasión de tu canto. Ellas, las amadas, siguen vivas en las notas de tu voz.

Estas son las notas que advierto en una de tus tantas interpretaciones. Se trata de una de mis canciones predilectas, y que siempre que la escucho cantada por ti, se me enchina la piel, Flor de Azalea. ¿Verdad que la letra se parece a tu vida y que por eso la cantabas desde lo más profundo de tu alma? ¡Cómo me gustaría cantártela ahora ti, no obstante mi voz es lamentable! Sin embargo haré un esfuerzo: Como espuma que inerte lleva el caudaloso río, Flor de Azalea, la vida en su avalancha te arrastró pero al salvarte hallar pudiste protección y abrigo donde tu corazón herido por el dolor. Créeme que me duele que hayas sufrido tanto. Nada más imaginarme tus soledades me hago tan chiquita que quiero desaparecer detrás de tu jorongo que te regaló José Alfredo Jiménez. “La libertad tiene un costo: la soledad”, decías, Chavela, en cada entrevista. Es cierto. Ah, qué caro pagaste tu libertad. Pero a la vez, gracias a ella, te volviste un símbolo, una fuerza para muchas mujeres, especialmente para las lesbianas. Además, de “Señora Tentación”, sin duda eras, “Señora Libertad”.

Cuando Frida Kahlo te conoció en una fiesta de las tantas que daban ella y Diego Rivera en la Casa Azul, en Coyoacán, tendrías como 25 años. Frida preguntó quién eras y le dijeron: “Es Chavela Vargas. Anda en la cosa artística”. Te fuiste a sentar a su lado y conversaron hasta entrada la madrugada. Se hicieron amigas, te invitó a quedarte a dormir en uno de los tantos cuartos de la casa. En esos días, Frida, le escribió a Carlos, un amigo mutuo, una carta, que a mi manera de ver, te pinta de cuerpo entero: 

Carlos:

Hoy conocí a Chavela Vargas.

Extraordinaria, Lesbiana, es más se me antojó eróticamente.

No sé si ella sintió lo que yo. Pero creo que es una mujer lo bastante liberal que si me lo pide no dudaría un segundo en desnudarme ante ella. Cuántas veces no se te antoja un acostón y ya.

Ella repito es erótica.

Acaso es un regalo que el cielo me envía.

Frida K.

No te puedes imaginar, mi querida, Chavela, cómo te acompañó México cuando te velaron en Garibaldi, y al otro día, en Bellas Artes. Era tal la tristeza y la nostalgia, que muchos, seguramente, temieron que el Palacio se cayera a chachitos bajo una tormenta de lágrimas. Tampoco pude asistir físicamente, para decirte adiós, por eso hoy, a través de estas líneas tan sentidas te quiero llevar serenata y cantarte, con mi voz tan desafinada, otra estrofa más de “Flor de Azalea”: tu sonrisa refleja el paso de las horas negras, tu mirada la más amarga desesperación, hoy para siempre quiero que olvides tus pasadas penas y que tan sólo tenga horas serenas tu corazón.

Dejas a muchas golondrinas solas y tristes, también se unen a mi serenata, para cantarte de despedida: Quisiera ser la golondrina que al amanecer, a tu ventana llega para ver a través del cristal y despertarte muy dulcemente si aún estás dormida a la alborada de una nueva vida llena de amor.Que así sea...

Leído en: http://www.zocalo.com.mx/seccion/opinion-articulo/flor-de-azalea

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