Según el calendario maya este año, el 21 de diciembre, se experimentará un cambio drástico en la civilización humana; la predicción no señala, como corrientemente se dice, que será el fin del mundo. No, según ellos, concluye un ciclo de la humanidad, de la actual civilización y se abre una era superior, más fraterna, pacífica y positiva. Atrás quedarán los conflictos, crímenes, corrupción, inundaciones, intolerancia, violencia, indolencia, codicia, guerras, exclusión. Finalmente una aseveración que nos permite explicar y hasta cierto punto aceptar pacientemente todo este relajo a nivel mundial de los países, líderes políticos, económicos, organizaciones, jefes de estados, legisladores, jueces, ciudadanos y hasta de la naturaleza con sus caprichosas sequías, inundaciones, incendios y maremotos.
Por instinto de supervivencia uno se siente obligado a creer en esta determinante aseveración de los mayas porque de lo contrario la existencia en sociedad, tal como se conoce, sería desesperante, un cuento de Borges, un filme de Fellini o en el mejor de los casos de Quintin Tarantino. Peor que todo ello, en convertirnos en auténticos cínicos, no en el sentido que le dio aquella escuela griega que partía del supuesto que el hombre nacía para ser feliz y libre, y que esos elementos se cultivaban en la simplicidad de la vida, la verdad y el desprecio a la codicia, la mentira y posesión de bienes materiales, sino en el sentido actual que supone que el hombre es falso por naturaleza y en sociedad asume dos verdades, la real y la conveniente o aparente para garantizar la convivencia, que le hace adoptar una postura de burla o indiferencia ante el mundo que le rodea.
No solo los mayas presagian una era luminosa para el hombre, todas las religiones monoteistas finalizan en la esperanza de su realización y los budistas la practican en el presente. Los cristianos vivimos por ella y para ella, para alcanzar el Reino de Dios con la parusía, que no sabemos cuando se producirá pero que hay que estar preparados. Lo curioso de los mayas es que esa esperanza del mundo mejor tiene fecha fija, el 21 de diciembre del 2012. Y ya, cesarán los zetas, las maras, los estafadores financieros llámense Madoff o Stanford, el yihad, las FARC, ETA, los terroristas, los presidentes repetitivos, la trata de blanca, los violadores, los mercaderes de la muerte, la violencia intrafamiliar, los legisladores que se convierten e intérpretes de la Constitución, los depredadores del medio ambiente, los corruptos, el estado omnipotente, los políticos iluminados y todos aquellos personajes que hacen de este mundo un tremendo relajo sin música pero con mucha desesperación, pobreza, dolor y muerte.
De que el mundo anda medio trastocado lo observamos en la vida diaria de los cinco o seis continentes del planeta azul que cada año tiende a ser un tanto gris. Vemos al voleo algunas noticias de cada día. Esta misma semana el Ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia declaró solemnemente que el próximo 21 de diciembre se acabaría en su país el capitalismo y con él la Coca Cola. El candidato presidencial estadounidense Mitt Romney viajó a Londres y dijo al alcalde que la ciudad no estaba preparada para los juegos olímpicos, de seguidas viaja a Israel y afirma con sabiduría científica de practicante mormón, que la cultura y la mano de la providencia explicaban el abismo que separa la renta per capita entre los israelíes y la de los habitantes de la franja de Gaza. Los presidentes Mujica, Kirchner y Rousself decidieron expulsar a Paraguay del Tratado de Asunción (capital del país guaraní donde nació Mercosur) integran de inmediato a Venezuela y en el mismo acto Chávez firmó la compra de 20 aviones Embraer a Brasil, un acuerdo de explotación petrolera con Argentina y otro de proveedor de hidrocarburos con Uruguay. Nuevamente en Argentina, reos condenados por asesinato y violación salen de la prisión para participar en actos políticos en apoyo a Cristina Fernández de Kirchner, bajo un programa de reinserción social de una ONG llamada Vatayón Militante. Y Venezuela país exportador de petróleo, importa de los Estados Unidos, su archienemigo, cerca de cien mil barriles diarios de gasolina.
Con todos estos sucesos que atentan contra la lógica y el entendimiento humano no es de extrañar que los mayas, y con ellos nosotros, nos aferremos a la inminencia de una nueva era antes de que termine por desaparecer, por involución, la civilización y el homus sapiens de la faz de la tierra.
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