sábado, 11 de agosto de 2012

Raymundo Riva Palacio - Felipe el enojón



Raymundo Riva Palacio
PRIMER TIEMPO: la culpa, que no les cuentan, es de Josefina. Durante varios días, el discurso fue contundente: quien perdió la lucha por la Presidencia fue Josefina Vázquez Mota, quien no entendió lo que sucedía en el país. “No leía las encuestas donde la aprobación del Presidente era muy alta”, decían sistemáticamente los asesores del presidente Felipe Calderón. La crítica a Vázquez Mota, que esta semana prendió como fuego en pradera seca, no era nueva. Cuando ganó la candidatura y obstruyó la incorporación real de los corderistas, le achacaron que sólo había ganado por la traición de los gobernadores de Guanajuato, Jalisco y Morelos, y no por méritos propios. Tras la derrota, el propio Calderón declaró al diario español El País, lo que luego socializó entre los legisladores electos de su partido en Querétaro, al reprocharle no haberse asumido como la candidata de la “continuidad”.




Nunca entendió que al plantearse como “diferente”, empujaría al partido por el despeñadero. Sus críticas se sustentaban en que al no presentarse como la candidata del Presidente, perdió la oportunidad de captar sus positivos —arriba de 60% de aprobación según Los Pinos, y de 50% según las encuestas públicas—, que se restarían a los negativos que de cualquier forma pagaría por ser panista. El ser “diferente” cayó en una ambigüedad que resultó negativa, según la hipótesis presidencial. Los panistas se indignaron con Calderón. El equipo de campaña de Vázquez Mota circuló un análisis del proceso donde lo llamaron “traidor”, mientras que las dirigencias del partido tomaron el lado del líder nacional, Gustavo Madero, para evitar que le dieran un albazo presidencial. A Calderón no le debe gustar lo que está pasando, si se observa su discurso poco elegante que desacredita a Vázquez Mota, la acusación directa a una mala campaña y, sobre todo, en algo insólito, su ánimo por apoderarse de un partido en lugar de empezar su retiro discreto y elegante. Pero con Calderón no hay sorpresas: de rabietas se compone su vida política.

 SEGUNDO TIEMPO: Felipe, primero acepta lo que tú hiciste. El desastre electoral del PAN ha sacado lo peor del PAN: las mezquindades. El partido que nació para ser de oposición, prácticamente por definición, no supo convertirse en partido en el poder y, peor aún, no ha sabido perder el poder. La lucha a brazo partido entre dos presidentes, el de la República, Felipe Calderón, y el del PAN, Gustavo Madero, ha dividido profundamente a quienes, camaradas de incontables peleas, ahora están enfrentados entre sí: Calderón y Germán Martínez, que fue dirigente nacional en otra debacle electoral, la de 2009. Martínez, autónomo de Calderón desde siempre, le está recordando que no puede ser hipócrita. “El Presidente tiene derecho a defender los logros de su gobierno, pero deberá reconocer los fracasos de su gobierno y, ¿acaso también las recomendaciones y los consejos a Josefina?”, escribió el lunes pasado en su colaboración habitual en Reforma. ¿Cuáles fracasos? En ese mismo espacio lo había escrito semanas antes: “El gobierno nunca supo comunicar. Y algunas veces ‘comunicaron’ incertidumbre o simulación”. 
Lo que no ha revelado es qué recomendó y aconsejó Calderón a Vázquez Mota. No hay que buscarle mucho. Le recomendó que dejara de golpear a Enrique Peña Nieto y que retiraran los spots negativos en su contra. No es porque Calderón fuera un priista embozado, sino porque el temor que ganara Andrés Manuel López Obrador lo consumía. Retirar la campaña negativa contra Peña Nieto, le devolvió la vida y lo colocó en la ruta de la victoria. Martínez no lo ha dicho, pero el enojo de Calderón contra Vázquez Mota tiene en sus imposiciones a la campaña de la candidata, la paradoja del 1 de julio.

 TERCER TIEMPO: No nos vengas ahora con que no debes nada. El que el PAN haya perdido la Presidencia es tan doloroso como el que el PRD lo tenga arrumbado como tercera fuerza en el país. Pero, ¿justifica eso que el presidente Felipe Calderón responsabilice —aunque en las últimas horas matizó— la debacle electoral en Josefina Vázquez Mota y los errores que dice, cometió en su campaña? Por lo menos Rafael Giménez, que lo había acompañado durante casi tres lustros en la lectura de la opinión pública con fines electorales, dice que no. En un análisis elaborado junto con Lorena Becerra, que hasta que se sumó a Giménez en la coordinación adjunta de la campaña de Vázquez Mota, era la responsable de Opinión Pública en Los Pinos, dicen que no. La “continuidad” no era garantía de triunfo. Quienes realizaban las encuestas presidenciales recuerdan que antes de las campañas, el 60% de la población decía que su estrategia de seguridad debía cambiarse y que la guerra contra el narco la iba perdiendo. El 71% afirmaba que se necesitaban cambios de rumbo, mientras que sólo el 21% consideraba que debía mantenerse el mismo rumbo. El argumento intrínseco es que si ser “diferente” resultó en una debacle, la “continuidad” probablemente hubiera resultado peor. La discusión en el PAN atraviesa por el tamiz de que no se quiere hacer un verdadero diagnóstico de lo que sucedió para ver hacia dónde van. Y mientras eso no suceda, sugieren Giménez y Becerra, se pueden alcanzar los “momentos de estupidez” de algunos partidos de derecha en América Latina, que los llevaron prácticamente a la desaparición. En este contexto, los pleitos callejeros que tienen en el PAN ahora mismo, impiden ver que lo que está en suerte no es el poder individual en el partido, sino su futuro y destino. La pregunta es qué ganará: cabeza o estómago. ¡Hagan sus apuestas! La personal: ganará el estómago.

rrivapalacio@ejecentral.com.mx
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