Particularmente en este año, el último de su sexenio, el presidente Felipe Calderón Hinojosa ha estado cerca de los priistas.
De una u otra forma ha procurado una cercanía que no mostró –al menos no públicamente como lo ha hecho ahora– con personajes connotados del tricolor y también ha tenido deferencias con ese partido que, al inicio de su mandato, hubieran sido impensables.
Políticos y analistas coinciden: el Jefe del Ejecutivo federal ha flexibilizado su postura de cara a su próxima salida de Los Pinos. Ha hecho amarres por todos lados para no quedarse solo y, sobre todo, ya sin el poder de la Presidencia, no quedar inerme frente a sus enemigos.
Algunos ejemplos de sus coqueteos con los priistas:
El 10 de enero pasado, el gobierno de Felipe Calderón solicitó a Estados Unidos reconocer la inmunidad del ex presidente priista Ernesto Zedillo Ponce de León, quien enfrenta una demanda en ese país por su presunta responsabilidad en la matanza de Acteal, ocurrida el 22 de diciembre de 1997.
De acuerdo con información difundida en el noticiero de Carmen Aristegui, en MVS Radio, el gobierno mexicano hizo la petición al Departamento de Estado en noviembre de 2011, dos meses antes de que el propio Zedillo reclamara inmunidad legal a una corte estadounidense.
En una nota diplomática –enviada a través de la Secretaría de Relaciones Exteriores– se habría solicitado al gobierno de Barack Obamaque atendiera la solicitud de inmunidad al ex mandatario mexicano, quien el 19 de septiembre de 2011 fue acusado ante la Corte de Connecticut por crímenes de lesa humanidad por la masacre de 45 indígenas tzotziles en la comunidad de Acteal, en el municipio de Chenalhó, Chiapas.
Ese mismo 10 de enero de 2012, en entrevista con la periodista Denise Maerker, en Radio Fórmula, el ex canciller Jorge Castañeda Gutman comentó que el hecho de que el actual gobierno mexicano solicitara inmunidad para el ex mandatario Zedillo Ponce de León era por la posibilidad de que el propio Calderón Hinojosa, terminada su administración, también sea demandado por algo similar: “Me parece bastante razonable pensar que este gobierno de México actúa de esta manera porque se piensa o puede pensar que el presidente Calderón, a partir del 2 de diciembre de este año, pues puede ser sujeto de una serie de demandas por el estilo, pero muchísimas más”, dijo.
Luego, el 2 de abril, Calderón y todo su gabinete asistieron al funeral de Estado que la propia Presidencia de la República organizó para el ex presidente priista Miguel de la Madrid Hurtado, quien falleciera el 1 de abril de este año.
En Palacio Nacional, ante priistas “distinguidos”, incluido el también ex presidente tricolor Carlos Salinas de Gortari, el Primer Mandatario emitió un discurso donde destacó el “liderazgo” de De la Madrid para “unificar” a la nación y poner “a flote” la economía.
En su discurso no hubo críticas, no habló sobre el autoritarismo del viejo régimen, ni acuso a los gobiernos del pasado por haber dejado crecer la delincuencia en el país. Nada. Sólo hubo elogios.
Otra muestra, quizá la más relevante de su necesidad por congraciarse con los priistas, la dio la noche del pasado 1 de julio.
Segundos después del mensaje del consejero presidente del IFE, Leonardo Valdés Zurita, quien reveló que los resultados del conteo rápido daban ventaja al candidato de la coalición PRI-PVEM, el Presidente de México salió a alzarle la mano a Enrique Peña Nieto.
Eran los últimos minutos de ese domingo y el avance del Programa de Resultados Preliminares del IFE era mínimo, pero Calderón dio por sentado –aun cuando al proceso electoral le faltaba pasar por varias etapas legales– que Peña Nieto era el ganador de la contienda presidencial:
“El consejero presidente ha dado a conocer los resultados del conteo rápido. De acuerdo con ello, el candidato de la coalición Compromiso por México, el licenciado Enrique Peña Nieto encabeza las tendencias en ese conteo preliminar. De confirmarse estos resultados, una vez que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) valide la elección, el licenciado Enrique Peña Nieto será nombrado presidente electo”, dijo el presidente Calderón en un mensaje a la los mexicanos en cadena nacional.
También externó una “sincera felicitación” al candidato del Partido Revolucionario Institucional y expuso que su gobierno estaba dispuesto a colaborar con su equipo: “Hago votos sinceros por la buena marcha del próximo gobierno, para beneficio de todos los mexicanos”, dijo ese 1 de julio.
También esa noche, Calderón sacó al PAN del conflicto postelectoral.
Josefina Vázquez Mota, candidata del Partido Acción Nacional, fue la primera en reconocer la derrota en las urnas y lo hizo muy temprano.Calderón, se supo, lo dijo públicamente, habló con la candidata para reconocerle su esfuerzo. De eso hablaron, de acuerdo con las declaraciones y comunicados oficiales.
Pero el coqueteo sigue, ahora que a FHC le falta poco más de tres meses para terminar su gestión.
Ayer se difundió que el gobierno calderonista otorgó un premio insólito a un empresario priista de renombre, en la reapertura del Museo Internacional Rufino Tamayo, pues una de sus salas llevará el nombre de Carlos Hank Rhon.
El presidente del Patronato de la Fundación Olga y Rufino Tamayo, David Cohen, confirmó al periódico La Jornada que la Sala 1 que aloja Tamayo/ trayectos, ahora lleva el nombre del hijo del fundador del Grupo Atlacomulco –el profesor Carlos Hank González–, que cobijó la candidatura presidencial de Enrique Peña Nieto.
El gobierno de Calderón es el mismo que en la madrugada del sábado 4 de junio de 2011 detuvo, con elementos del Ejército mexicano, aJorge Hank Rhon en su propia casa de Tijuana, Baja California. Jorge es hermano menor de Carlos, quien ahora es distinguido por esa misma administración.
El Presidente, es claro, está tejiendo una red con los priistas antes de su salida de Los Pinos. Tiene claro que el salto que dará, luego del 1 de diciembre, será de muy alto y, por tanto, peligroso. Por eso el coqueteo, por eso la búsqueda de protección.
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