lunes, 24 de septiembre de 2012

Rafael Loret de Mola - De Política y Toros

Rafael Loret de Mola
Me pregunto si Enrique Peña Nieto, en el preámbulo de enfrentarse a seis años de mandato seis, como anuncian los carteles taurinas para mencionar a la ganadería actuante, tendrá el mismo carácter y similar inspiración a la del gran maestro José Tomás, el mejor de cuantos han vestido de luces en todos los tiempos, quien en Nimes, hace una semana, fue capaz no sólo de conquistar once orejas y un rabo, además de indultar a un bravísimo burel de Parladé –la misma sangre que tiene la antigua dehesa yucateca de Palomeque-, de nombre “Ingrato” –acaso para dedicárselos a los innobles catalanes quienes riñen y patean a su nacionalidad española sin ninguna otra razón histórica que una lengua tan parecida al español que bien podría establecerse cierta igualdad... con errores de ortografía-, sino de convocar a todos los cotidianos a colocarlo en sus primeras planas exaltando con ello las raíces hispanas sobre los esperpentos de cuantos las niegan con profundos rencores y exacerbadas soberbias. Es como si en México, con doscientos dos años de Independencia, todavía recrimináramos a los llamados “conquistadores” por el tormento impuesto a Cuauhtémoc y la precedente ejecución del gran Moctezuma. (Fíjense, andado el tiempo, lo que no discute es la cultura: por ejemplo, el pomario de Netzahuálcoyotl capaz de inspirar a una raza y a una misma nación a centenares de años de distancia). Pues así los catalanes que ofenden al lábaro hispano, quemándolo, para exaltar la senyera hasta en las camisetas del deplorable Barsa –sin ninguna connotación deportiva va este comentario-, el equipo visto como la punta de lanza del nacionalismo exacerbado... que, sin embargo, no quiere dejar a la liga de fútbol española en donde le va también porque gana una millonada. Pura hipocresía de lo más barata ante la indecencia de sentirse superiores. 




Cada que digo estas cosas, me llueven mensajes maldiciéndome e incluso pidiendo mi muerte por defender a la fiesta de toros; y trato de responder a mis futuros linchadores, incapaces de cualquier otro raciocinio, haciéndoles ver que, a través de varias centurias, las más preclaras inteligencias han votado a favor de la tauromaquia, desde los miembros de la generación del 27, pasando por el inmenso filósofo Ortega y Gasset, Ramón Menéndez Pidal –cuyos jardines admiro desde mi balcón madrileño, inspirándome siquiera para amortizar el dolor de la lejanía patria, de mi entrañable México cuya sola mención me nubla los ojos-, hasta Carlos Fuentes y el mencionado Vargas Llosa, pasando por los estadounidenses Hemingway y Orson Welles –alguno, entre tantos belicosos, ha tenido sensibilidad y observen quienes-. 

Me remito, por otra parte, a la queridísima perrita “Blondy” –rubia-, del füerher que fue envenenada con cianuro en la hora de los suicidios de Hitler y su mujer, Eva Braun. Como parte de la familia, pues, luego de haber ordenado el holocausto de dos millones de judíos por cuyas cabezas todavía Israel desangra económicamente a los alemanes con una indemnización que va creciendo al paso de los años por los crímenes del nazismo; y ahora Grecia pretende lo mismo: que su monumental deuda –de 62 mil millones de euros- sea absorbida por los germánicos y su nueva kaiser –así, en masculino-, Ángela Merkel, en razón a que también ellos, los radiantes hijos de Apolo, creen merecer idéntico trato por cuanto les hizo sufrir el yugo de los nazis enloquecidos de poder. La historia siempre cobra. 

A Calderón, en el léxico taurino, ya se le fueron vivos cinco toros y a punto está de ser corneado gravemente por el sexto en la fase final de una lidia tan descompuesta como irrelevante... con todo y la propaganda rutinaria usada, son el mismo tenor, desde los tiempos del extinto Miguel de la Madrid cuyos herederos principales, el yucateco Gamboa y el tabasqueño-poblano Bartlett siguen honrándolo con su permanente acomodo dentro del poder y cobrando dietas excepcionales. No hay manera de que salga, como lo hizo el ya legendario José Tomás, por la Puerta de los Cónsules de Nimes, para recorrer las calles de la exquisita ciudad francesa en demostración de que el arte de los toros no sólo apasiona a la sangre caliente de los pueblos ibéricos sino también a los refinados franceses que saben, como muy pocos, en donde pueden encontrar lecciones existenciales. 

Porque eso es, precisamente, la fiesta de los toros: una magnífica representación de la vida en la que no puede sobrar la muerte. Los pitones son los riesgos a cuantos debemos enfrentar los hombres con carácter, a veces también con enorme fortaleza espiritual, como la de los diestros capaces de imponerse al peligro en los redondeles, en donde todo es verdad incluyendo los peligros que rozan las taleguillas y desprenden a los hombres del dolor. ¡No son figurines que se revuelcan sobre el césped por un pisotón sino seres míticos que se elevan sobre su condición humana para desdeñar las heridas y volver a los terrenos del toro, para reclamar el derecho a replicar su fuerza y su bravura con la pasión que brota del arte, amalgama profunda de las expresiones más sublimes. Por eso le cantan al toreo en todos los tonos posibles: en la literatura –hay miles de libros sobre el tema a cambio de un vacío enorme sobre otros asuntos mundanos, como los álbumes de mascotas y sus cuidados-, la pintura –desde Goya y Picasso hasta Dalí, Llopis y no pocos actuales como mi amigo Rafael Sánchez de Icaza de quien tengo el privilegio de tener dos óleos magníficos, uno de ellos de José Tomás, jamás en venta-, la música -¿quién no ha escuchado el “Silverio” de Agustín Lara, por ejemplo?-, el ballet –muzárabe, que se regodea ante la fiera-, la escultura –no podía olvidarme del magistral Benlliure ni de nuestro genio yucateco, Humberto Peraza-, y cuanto deviene del espíritu humano. 

¿Qué hacemos, señores antitaurinos, con este acervo?¿Mandarlo a la hoguera como los fascistas e inquisidores de todos los tiempos? Como lo hicieron Diego de Landa con los manuscritos mayas y Hitler con cuanto olía a israelí en la noche de los cristales rotos. ¿Es tal su vileza? Injúrienme; díganme que me ponga en lugar del toro para ver lo que se siente. ¿Estarían dispuestos a devorarme en un restaurante carnívoro, que sería caníbal por unas horas, cómo dicen hacía Idi Amín Dada, aquel perverso ugandés que en Entebbe dio perfil de genocida?¿Tal es la ostura que adoptan cuando llaman “asesinos” a los aficionados a los toros y a los toreros históricos como José Tomás? 

Cuando menos, yo sí doy la cara. Allá en Barcelona, antes vanguardista y ahora retrógrada porque niega la libertad, crucé la calle para arrebatarle a un grupillo de insolentes una manta en la que se leía: “Muerte a José Tomás”, en los minutos previos a la primera vez que el artist5a inmenso torería en solitario seis astados. Se quedaron pasmados; no hubo uno solo que tuviera los arrestos para impedirlo; al contrario, cobardes como eran, optaron por irse poco a poco con la cola entre las patas. Y subrayo, la cola, porque nada sería mejor para ellos que bajar en la escala zootécnica para convertirse en animales, ya lo son de dos pies, y disfrutar de la naturaleza... pero sobreviviendo gracias a la generosidad de los hombres. 

Debate 

¿Podrá Peña Nieto, en fin, lidiar sus seis años como lo hizo a seis toros José Tomás en Nimes, desplegando imaginación, sin cansancio alguno, y carácter? El resultado podría ser tan feliz como el del excepcional torero: once orejas, un rabo y hasta un indulto para que nadie diga a los aficionados que sólo buscan el regodeo por la sangre derramada, nada más lejano a su pensamiento. Por Dios, si así fuera estaríamos, cuando menos, ejerciendo de francotiradores para acabar con los mafiosos, políticos también, coludidos con los narcos y los terroristas mal nacidos listos a cobrarse las vidas de los inocentes, niños y mujeres también, despreciando el círculo de la naturaleza. 

Por eso me carcajeo cuando se me pide hacer el papel del toro para “sufrir” lo mismo. Buenos pensamientos contra mí que, seguramente, se extienden hacia Vargas Llosa y debieron hacerlo igualmente respecto a Goya, Dalí, Ortega y Gasset y Carlos Fuentes –su pregón taurino en Sevilla pasó a los grandes anales-. Este columnista reconoce ser demasiado modesto para situarse en esta línea, ero defiendo a la fiesta brava aunque los cursis y los torpes insistan en que merezco la muerte con la que podría equipararme a los grandes mártires de todos los credos y creencias, los científicos también que riñeron con las monsergas de los frailes enfermizos. Maciel, por cierto, jamás asistió a una corrida de toros; sí, en cambio, el padre Hidalgo quien, contra los biógrafos de la infecta derecha, jamás se regocijó viendo matar “gachupines” en los alrededores de Morelia sino, abrumado, puso su cabeza en manos del Capitán general, Ignacio Allende, quien rejoneaba a los bravos animales antes de luchar por nuestra Independencia. 

Bien diría el poeta Mediz Bolio –mi tío abuelo para honra de mi estirpe-, en su inmortal “Manelik”: 

“¡No lamas como un perro la mano que te ata! 
Haz pedazos los grillos y si te asedian, ¡mata! 
No temas nada y hiere, porque Dios es tu amigo 
Y por tu brazo a veces desciende su castigo 
¡Qué la soberbia aleve halle en tu brazo alerta, 
que a veces es justicia que la sangre se vierta!” 

Agregaríamos, acaso insolentes sobre estas letras sublimes, que sólo merecen morir quienes, negando su condición humana, exaltan a los perros y rebajan a los hombres. Quizá por ello los narcos se sienten más felices creando sus pequeños zoológicos alrededor de las mansiones que son frutos de la ignominia contra la raza humana. La Anécdota 
Hace tiempo, desde un portal vasco, denominado Askatazuna –libertad en su idioma-, me han puesto en la lista negra. En alguna ocasión, los exaltadores del terrorismo escribieron sobre mí, con motivo de haber comentado, en nuestra Plaza México, una corrida de toros a invitación de mi amigo, Heriberto Murrieta: 

“Cuánta tristeza, cuánto dolor en esos ojos de los torturados animales. Recibían la puya para manar sangre de su lomo, luego esas banderillas de largos arpones y los pobres animales reflejaban todo su dolor en sus ojos. Agotados en el llamado último tercio, respiraban con gran dificultad y luego la estocada. Heridos de muerte hacían un tremendo esfuerzo por mantenerse en pie, trastabillaban para un lado y luego para el otro hasta que al fin caían, en ocasiones manando borbotones de sangre por la boca. ¿Cómo un ser humano puede gozar con semejante tortura?” 

Nada entendieron de lo que allí ocurrió. Ni una sola palabra sobre los ochocientos cincuenta cadáveres repartidos por la geografía española que son herencia del ETA y sus cínicos dirigentes. Así de distorsionados están. Infelices. 

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E-Mail: loretdemola.rafael@yahoo.com.mx 
MAESTRO JOSÉ TOMÁS: GRACIAS POR SU ENTREGA Y SU ARTE; GRACIAS POR HACERNOS VIBRAR CON LA PASIÓN DEL TOREO. YO PENSABA, VIÉNDOLE TOREAR, CUANTO BIEN PODRÍA HABER PARA NUESTRO MÉXICO CON UN MANDATARIO CAPAZ DE OLVIDARSE DE LA MATERIA, ESTO ES DEL FÍSICO, PARA EXALTARSE A TRAVÉS DEL ESPÍRITU Y GOBERNAR CON SAPIENCIA Y SIN LA DEBILIDAD INMUNDA DE LA CORRUPCIÓN. CUANDO LO HALLEMOS, TENDREMOS A UN LÍDER. Y LA HISTORIA LO RECONOCERÁ.

Leído en: http://www.vanguardia.com.mx/depoliticaytorosmuertedeloszetasetaesantitaurina-1376115-columna.html

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