miércoles, 17 de octubre de 2012

Batalla Naval de Alvarado del 15 de Octubre de 1846

Recomendación de Ramn.

El día 15 de Octubre se cumplieron 166 años de otra defensa heroica de nuestras fuerzas armadas y el pueblo, quienes unidos se defendieron del invasor y en esta ocasión, lograron rechazarlo y hacer que emprendieran la huida con la cola entre las patas. (NDR/Ramn).

He aquí, la épica batalla que se lee en el "Foro extraoficial de las Fuerzas Armadas", para gloria nuestra: http://extrafam.mforos.com/913786/5862326-batalla-naval-de-alvarado-1846/


Entre los objetivos principales del plan estadounidense para invadir nuestro país estaban en bloqueo y desembarco en los puertos del Golfo de México, operación que estaría a cargo de la Home Fleet, al mando del Comodoro David Connor (que antaño había servido en la Marina Mexicana y por tanto conocía las aguas territoriales del Golfo).

 Terminaba el año de 1845 y desde esa fecha ya varios barcos de la flota americana acechaban las costas veracruzanas en busca del mejor lugar para desembarcar y tomar presas importantes, tanto de comercio como de guerra.

Pero a partir del 20 de mayo de 1846, al ocurrir la declaración de guerra de John Polk, comenzó el bloqueo empleando en su flota una fragata, tres corbetas, dos vapores, cinco bergantines y una goleta, bajo el mando del Comandante Fiterkugh, cuyo buque insignia fue el Mississippi. Malas noticias se recibieron en el Comando de la Marina Mexicana cuando se supo que el bergantín americano Porpoise había capturado su primera presa de guerra, pues el 21 de julio aprehendió a nuestra goleta Nonata, armada de cuatro carronadas de 12 libras y 122 toneladas de desplazamiento, aumentándolo a su flota. Sin embargo también hubo un momento de júbilo, pues el cónsul español en Alvarado volvió de Barcelona con noticias de que el Único, falucho de 80 toneladas y un cañón de 18 libras, con patente de Corso expedida por el gobierno mexicano y navegando bajo nuestra bandera, había capturado en el Mediterráneo al bergantín americano Carmelita, enviando el lábaro yanqui como trofeo desde Cataluña.
 


El 7 de agosto de 1945, la escuadra de Connor quiso capturar el puerto de Alvarado, empleando para ello los vapores Mississippi y Princeton, así como las fragatas Truxton y McLane, y varias goletas cañoneras, situándose frente a la barra.
Las lanchas cañoneras se aproximaron a la costa, protegidas por el fuego de los vapores. Se intentaba un desembarco, pero los defensores mexicanos abrieron un vivísimo fuego de fusilería desde los médanos sobre las goletas, las que respondieron con sus cañones, entablándose un serio combate por media hora.

La resistencia de nuestros marinos, de los voluntarios del puerto y de los aldeanos de las comarcas vecinas, además de un providencial norte que azotó la zona obligó a la flota invasora, ante el peligro que representaba su situación en mar abierto, levar anclas y dirigirse a su fondeadero en las cercanías de Antón Lizardo.

La seria amenaza que se cernía sobre un puerto tan importante como era Alvarado provocó que el Comandante General del Estado tomase las medidas necesarias para fortificar la barra del puerto, encargándose de ello el Capitán de Fragata Don Pedro Díaz Mirón y el Teniente de Fragata Juan Lainé, con la ayuda de la población del puerto de Alvarado, de Tlacotalpan y de otros pueblos aledaños, quienes se encargaron de fortificar los puntos necesarios y armar las Baterías Costeras en las márgenes del Río Alvarado y su unión con el Papaloapan.

Se levantó un fortín en la barra y parte de nuestra artillería fue emplazada a lo largo de la playa con sus respectivos destacamentos para su operación. Para ello, el personal designado fue: Fortín Santa Teresa, al mando del Capitán de Fragata Díaz Mirón, trece soldados de artillería, ocho de infantería y doce artilleros; Santa Bárbara, la mando del Capitán de Fragata Ramón Palomo Gutiérrez, con un piquete del Batallón Activo de Alvarado; El Rosario, al mando del Capitán de Fragata Miguel Garrido, con veintinueve hombres; La Unión, comandante el Capitán de Fragata Víctor Mateos, con dieciocho hombres y el de la barra, sin nombre, por el Capitán de Fragata Mariano Zelarain, con quince reemplazos del Batallón Activo de Oaxaca.

El Capitán de Navío Tomás Marín maniobró la flota de mar mexicana, internándola en el río Papaloapan, para impedir que los buques americanos pudieran salir del cerco, es decir, tomar a dos fuegos a los enemigos si lograban cruzar la barra del puerto. Nuestra escuadra estaba formada por los bergantines Veracruzano Libre(174 Ton; 1 Cañón de a 32, 6 Carronadas de a 18 y 2 Howitzers de a 12), Mexicano(14 Cañones de a 18 y 2 Howitzers de a 12) y Zempoalteca (200 Ton; 6 Carronadas de a 12), y las goletas Águila (130 Ton; 1 Cañón de a 32 y 6 Carronadas de a 18), Guerrero (48 Ton; 1 Cañón de a 24), Victoria (48 Ton;1 Cañón de a 24), Libertad (89 Ton; 1 Cañón de a 24) y Queretana (1 Cañón de a 24). Había pesar en los marinos, puesto que el General Presidente José Joaquín Herrera había enviado a nuestros mejores buques, los vapores Guadalupe (775 Ton y 180 HP; 2 Cañones de a 68 y 4 de a 12) y Moctezuma (1,111 Ton y 280 HP; 1 Cañón de a 68 y 2 de a 32, 4 Carronadas de a 32 y 1 de a 9), a La Habana, donde se les decomisó por no haber cubierto la cuota de amortizar. Creyó Herrera con esta acción salvar dos buques y sus tripulaciones, pero resultó que se perdieron los barcos, sin haber recibido un solo peso por ellos y sus marinos tuvieron que encontrar la forma de regresar a México ¿No hubiera sido mejor perder esos vapores, sí, pero frente a la marina americana, después de echar a pique tantos buques enemigos como fuera posible, haciendo amarga y costosísima la victoria para nuestros adversarios?...
 

Al amanecer el 15 de octubre de 1846 se presentó nuevamente el Comodoro Connor frente a la barra, integrada su escuadra por los vapores Mississippi yPrinceton, las fragatas Vixen y McLane, las goletas Forward y Nonata (ex mexicana, capturada por la Porpoise en julio), tres balandras cañoneras y varios barcos de transporte, con los que formaron dos escuadrillas: la primera al mando de Connor y la segunda al mando del Comodoro Mathew Perry, disponiendo de cerca de 26 cañones de grueso calibre. La escuadra enemiga, preparada para el desembarco, pretendió forzar la barra con sus cañones, pero dado el calibre de sus piezas, los proyectiles pasaban sobre nuestras Baterías Costeras sin hacer daño. A cambio, el corto alcance de nuestras piezas las hicieron ineficaces de principio, pero al acercarse las naves enemigas a la costa empezaron a causar serios daños en los barcos del adversario.

A pesar de la sobrada calidad de sus cañones, tanto el Mississippi como elPrinceton no lograron hacer blanco sobre nuestras Baterías Costeras, resultando tan largos los tiros de sus morteros de a 36 y de a 68, que caían doscientos metros más atrás de las posiciones mexicanas. Además, la fuerte corriente evitó que los vapores cruzaran la barra del puerto con sus remolques. Connor esperó en vano la caída de la noche para movilizar su escuadra y sólo el Vixen logró traspasar la barra, remolcado por dos cañoneras; los disparos de nuestras posiciones obligaron al McLane a acercarse demasiado a la costa y encalló, lanzando a su tripulación contra las rompientes de la zona.

El fuego de nuestra artillería resultó brutalmente efectivo sobre las naves americanas. Uno de nuestros cañones costeros de doce libras dio de lleno sobre elVixen, cerca de su caseta, cuyo comandante observó, horrorizado, que conforme se encerraba dentro del Papaloapan, se internaba en el rango de tiro de los fortines de las márgenes, y al fondo, a medio río, nuestra flota de mar, ansiosa de entrar en combate, listos para echar a pique o abordar las naves americanas, seriamente dañadas por nuestras Baterías Costeras.

Connor pensó que nuestra artillería era superior en calidad y cantidad de piezas, y ordenó la amarga retirada, ante la algarabía de los servidores de nuestras Baterías y perseguidos sus barcos por nuestra flota. Al regresar de la barra, el Vixen perdió el control y tocó fondo dos veces; el McLane quedó imposibilitado de avanzar río arriba, encallado, y apenas pudo salir del escollo al ser remolcado por dos cañoneras, hostilizados por las piezas de nuestros buques de guerra, que los despedían a cañonazos. Pocos daños, en definitiva, causó la artillería americana durante la batalla, ya que sólo se lamentó la muerte del Oficial Segundo del Ministerio Político de la Marina, Luis Díaz Quiroz. Por ahora..., Alvarado estaba a salvo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, sean civilizados.