Ciro Gómez Leyva |
En junio de 1994, Noé Martínez López, abarrotero, comercializador de semillas y dueño de dos hoteles, pagó lo que le pidieron por la libertad de su hijo Noé. Un año después, padre e hijo fueron secuestrados de nuevo, al parecer por la misma gente. Volvieron a pagar y se largaron de Morelos.
Se fueron también don José Luis, de “Carrocerías Aroche”, el agricultor Humberto Rodríguez, el avicultor Jesús Ramos, el llantero Armando Franco, el industrial José Trujillo, el arquitecto Jorge Rodríguez Duarte…
Morelos vivía a finales de 1995 una tragedia que el gobernador Jorge Carrillo Olea y el procurador Carlos Peredo Merlo se empeñaban en negar. Exageraciones, decían, propaladas por la gente del PRD. A la cabeza de los grupos y personas que presionaban y sacaban a la luz los horrores estaba un todavía joven, pero muy curtido político recién llegado a Cuernavaca, Graco Ramírez.
Carrillo Olea terminó renunciando en la deshonra, Peredo Merlo pisó el penal de Almoloya. Luego de frustradas acometidas para ser candidato, Graco se acomodó en un vagón de segunda de la generación del fracaso. Algo tejió desde ahí, porque esta primavera regresó para arrasar con una muy inteligente campaña y un discurso de futuro. Hoy asume el gobierno de Morelos.
Pide 18 meses para que se dejen de escuchar historias como las que él denunciaba hace 17 años. Suerte.
Leído en: http://www.vanguardia.com.mx/yesoquehace17anosnohabiaguerradecalderongraco-1386742-columna.html
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